OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (820)
Un ángel le muestra al apóstol Juan la Jerusalén celestial
Hacia 1020
Apocalipsis
Bamberg, Alemania
Orígenes, Homilías griegas sobre los Salmos
Homilía VIII sobre el Salmo 77 (78)
Introducción
Al igual que el pueblo de Israel, después de recibir los beneficios de la tierra prometida, también nosotros, desagradecidos, tentamos a Dios y no observamos sus mandatos (§ 6.1).
El Maligno busca convertirnos en un “arco torcido”, a fin de hacernos aptos como un medio suyo para que otros se desvíen y pequen (§ 6.2).
Cuando somos causa de escándalo y de caída para otros nos convertimos en arcos torcidos. Esto mismo es lo que sucede con quienes predican falsas doctrinas, enseñando de manera torcida hieren a quienes desean seguir fielmente a Cristo (§ 6.3).
Debemos estar atentos para que el diablo no nos convierta en armas suyas aptas para herir a nuestros prójimos. Evitemos por todos los medios a nuestra disposición convertirnos en ministros del Maligno (§ 6.4).
Dar celos a Dios es poner en su lugar a dioses que son creación o invención humanas. Se trata de abandonar la recta fe y elevarse con fantasías y “altanerías” que exasperan, por así decirlo, a nuestro Dios (§ 7.1).
Orígenes distingue dos tipos de idolatría: la visible y la invisible. Aquella visible adora una hechura de manos humanas; en tanto que la invisible se inclina ante las creaciones del alma humana, ellas nos conducen a elaborar y pronunciar fantasías. Dios al escuchar tales desatinos no puede sino despreciarlos (§ 7.2).
Dios rechaza la carpa en la que habita en medio de su pueblo, pues nos hemos fabricado otra carpa, y la hemos construido “con ficciones” (§ 7.3).
Texto
“Tentaron a Dios”
6.1. “E hizo habitar en las carpas[1]” de los cananeos y de los hititas “a las tribus de Israel” (Sal 77 [78],55). Del mismo modo Dios hace habitar la tribu del verdadero, noble y espiritual Israel en las carpas de aquellos que han sido expulsados de las regiones celestiales. Las palabras que siguen describen los pecados de aquellos que fueron beneficiados, como sucede con frecuencia también entre nosotros: “En efecto, tentaron y exasperaron a Dios[2], al Altísimo, y no guardaron sus testimonios” (Sal 77 [78],56). ¿Quién de nosotros está puro de tentar a Dios y no custodiar sus testimonios?
“El arco torcido”
6.2. “Y se volvieron hacia atrás[3] y rompieron la alianza[4] como también sus padres, y se convirtieron en un arco torcido” (Sal 77 [78],57). Cada vez que pecamos le damos la espalda a Dios y no respetamos los pactos que Él ha establecido para nosotros; imitamos a nuestros padres y nos hacemos, también nosotros, como nuestros padres. Dice [el salmo]: “Se convirtieron en un arco torcido”. Como un arco torcido, por su naturaleza, ya no es un arco derecho, así, si pecamos, nos devenimos torcidos como aquel arco. Cuando nos convertimos en un arco torcido, el diablo se sirve de nosotros y lanza por nuestro intermedio sus flechas. Cuando ves a un pecador que se transforma en ministro del pecado para que otro peque, no pienses otra cosa sobre él si no que ha cambiado y se ha convertido como en un arco torcido que llega a las manos del Adversario. Y por medio de aquel arco torcido el diablo dispara sus flechas, incendia, golpea y hiere, excitando a pecar a aquellos que encuentra para herir.
Cristianos que son como arcos torcidos
6.3. Comprenderás lo que he dicho merced a este ejemplo: Marción ha tentado a Dios el Altísimo, no ha custodiado sus testimonios, ha dado la espalda a Dios, ha anulado sus pactos, se ha convertido en un arco torcido. Entonces, el diablo se ha servido de él como de un arco suyo y ha lanzado flechas por medio de su boca hiriendo a todos aquellos que han recibido las flechas y no las han rechazado con el escudo de la recta fe. Del mismo modo Basílides es otro arco. Sin embargo, no pienses que los arcos torcidos sean solo ellos y sus semejantes. Si ves a alguien que se dice que pertenece a la Iglesia, pero escandaliza a sus hermanos, de forma que por su medio las almas son heridas y por su medio abandonan la fe, debes saber que este tal está al servicio del diablo como un arco torcido. El diablo se sirve de él como de un arco y este arco tensa su cuerda inteligible, esto es, tendiendo el escándalo y lanzando flechas encendidas.
No seamos como un arco torcido en manos del diablo
6.4. Así también el ojo de la prostituta es una trampa para el pecador. Y la prostituta se convierte en un arco torcido, “cuando la miel destila de la boca de una prostituta o te unge la garganta por un momento” (Pr 5,3). Y una flecha encendida es lanzada por aquel arco torcido, es decir, la prostituta, y el que cae en la fornicación es herido. Y si otro me empuja a la ira, él es un arco torcido maniobrado por el diablo, para herir con la flecha de la ira. Y si otro peca, cometiendo un pecado que llama a la tristeza, él es ministro de la tristeza, es un arco torcido. No en vano la Escritura asimila los pecadores a un arco torcido. Por consiguiente, estemos atentos a nosotros mismos para que el diablo, queriendo herir a otros, no se sirva de nosotros como de un arco torcido, adaptado para ser usado por sus manos: “He aquí que los pecadores han tensado sus arcos, han preparado flechas para sus aljabas” (Sal 10 [11], 2).
Dioses que son creaciones de manos humanas
7.1. Tanto los hombres como las potestades enemigas “han preparado flechas para sus aljabas” y aquellos que se han convertido en arcos torcidos “lo exasperaron[5] en sus colinas” (Sal 77 [78],58). Esto de nuevo concuerda con las herejías. Pues “exasperaron a Dios con sus colinas”. Por ejemplo, al poner juntas sus altanerías y sus fantasías de doctrinas elevadas, que pretendían enseñar los misterios de las religiones, “exasperaron al verdadero Dios con sus colinas y con sus esculturas[6] le dieron celos” (Sal 77 [78],58). Así como hay estatuas sensibles, así también hay estatuas inteligibles. Porque cuando la mente, estando en reposo reflexiona, modelando ídolos, y se crea, por así decir, representaciones de cosas que no existen, qué se debe pensar de una tal alma si no que está maldita, puesto que actúa contras las palabras de la Escritura que dicen: «Maldito quienquiera que haga una escultura o un objeto de metal fundido, obra de las manos de un artesano, y lo ponga en un lugar secreto. -Y todo el pueblo dirá: “Sea”[7]» (Dt 27,15). Por tanto, todos aquellos que se modelan cosas que no existen y, por así decir, esculpen para sí esculturas vanas (cf. Is 44,10 LXX) y revisten con colores sus creaciones, dan celos a Dios con sus estatuas.
Dios apartó su mirada
7.2. Porque estoy convencido que existes dos géneros de idolatría. Uno es de naturaleza sensible, y está relacionado con un ídolo visible, sobre el cual no considero que un fiel tenga necesidad del precepto de no practicar la idolatría. Habiendo abandonado y renunciado de una vez por todas a un ídolo de esa clase, no volvamos a caer en la idolatría, al extremo de pensar nuevamente que los ídolos son dioses. Pero hay otro género de idolatría, cuando el alma se crea ídolos y representaciones de aquello que no existe y después de habérselo representado embellece lo que ha concebido, por así decirlo, con oro, es decir, con hermosas palabras, y con plata. Pues [la Escritura] dice: “Les he dado plata y oro, pero ellos han fabricado objetos de plata y oro para Baal” (Os 2,10). Pero “Dios escuchó y miró desdeñó[8]” (Sal 77 [78],59): si escucha que suceden tales cosas, Él no visita a aquel que las realiza, sino que mira con desdén[9].
“La carpa de Siló”
7.3. “Y despreció en exceso a Israel” (Sal 77 [78],59): despreció al que hacía esto y caía después de haber sido llamado al hogar israelítico. “Y rechazó la carpa de Siló” (Sal 77 [78],60), rechazó la carpa en la que Él antes habitó entre los hombres, “carpa de Siló” en sentido literal, o cuando al final rechazó Jerusalén. También ahora, cuando nosotros, abandonando la carpa verdadera, la que Dios ha plantado y no el hombre, nos construimos otra carpa y, por así decirlo, con ficciones, el Señor rechazará “la carpa de Siló, su tabernáculo donde ha acampado entre los hombres. Y entregó a la cautividad la fuerza de ellos” (Sal 77 [78],60-61).
[1] El salmo lee: “Y albergó en sus carpas (o: tiendas) a las tribus de Israel”.
[2] Otra traducción: “pusieron a prueba y amargaron a Dios”.
[3] Lit.: abandonaron (cf. 2 Tm 1,15: se apartaron).
[4] O: faltaron al pacto.
[5] O: irritaron, provocaron su ira.
[6] Glyptos: ídolo, estatua, imagen.
[7] Otra traducción: “Amén”.
[8] O: desdeñó.
[9] También se podría traducir: despreció; miro con desdén; se apartó de él.