El monasterio Santa María de Los Toldos

Capilla del Monasterio Santa María de Los Toldos

La vida monástica benedictina llegó a Los Toldos de la mano de los monjes que vinieron desde Suiza para implantarla en esta región. Ellos fueron para nosotros el nexo de unión, por decirlo de alguna forma, entre san Benito y esta realidad actual que es el Monasterio de Los Toldos.

 

Virgen Negra del Monasterio Santa María de Los Toldos

San Benito

Los Monjes benedictinos tienen como "padre y guía" a san Benito, y siguen, como , "maestra", la regla para monjes que él escribió.

San Benito nació en la ciudad italiana de Nursia hacia el año 480; contaría unos veinte años cuando decidió retirarse para llevar una vida de penitencia y oración, eligiendo para ello Subiaco, a unos 80 kms. de Roma. Al cabo de algún tiempo tuvo que acceder a los ruegos de algunos pastores y labriegos de las inmediaciones, quienes, atraídos por la santidad de su vida, le suplicaron que fuese su guía espiritual. Su fama se fue propagando y llegó a ser tal la concurrencia de los que iban a seguir su ejemplo que se levantaron hasta doce monasterios en aquellos lugares. Finalmente san Benito dejó los monasterios de Subiaco al cuidado de sus abades respectivos y, en compañía de algunos monjes, se fue a un lugar llamado Casino, a mitad de camino entre Roma y Nápoles. Allí, en la cima de una colina, construyó un nuevo monasterio, que andando el tiempo se haría famoso bajo el nombre de "Abadía de Montecassino". Esta fundación se realizó en torno al año 529, y algún tiempo después, san Benito redactó la santa Regla por la que habrían de regirse sus monasterios. La enseñanza central, por así decirlo que recorre esta obra es la discreción: una vida simple, una jornada que transcurre entre la celebración de la liturgia de las horas (que ocupan unas cuatro horas), el trabajo manual (al que se le dedicaban de seis a ocho horas). Pero el punto central y distintivo de la Regla de san Benito es que se trata de un texto dirigido a los monjes que viven en comunidad, en un monasterio, obedeciendo a su abad (el superior) y a la Regla.