OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (653)
Jesús bendiciendo a los niños
1866
Nueva York, USA
Orígenes, Nueve homilías sobre el libro de los Jueces
Homilía III: Sobre el hecho que los hijos de Israel fueron entregados “en manos de sus enemigos”, y de Gothoniel y de Aot (Jc 2,14 ss.)
Introducción
Comienza la presentación de la acción de los Jueces, a quienes Orígenes asigna, en su lectura alegórica, un rol semejante al de los ángeles buenos en favor de los seres humanos (§ 3.1).
De manera muy breve explica Orígenes que el libro de los Jueces recibe su nombre de esos jueces que surgieron en medio del pueblo de Israel en los momentos de crisis, y que lo juzgaron con rectitud (§ 3.2).
Gothoniel recibe un gran don de Dios y es fiel a ese regalo. Libera a Israel de la esclavitud a la que estaba sometido, porque el Espíritu del Señor estaba con él. La justicia de uno solo vale más que las faltas de muchos (§ 3.3).
La muerte de Gothoniel, en la lectura espiritual de Orígenes, es ya en sí misma el inicio del fortalecimiento del peor enemigo. Además, segunda afirmación: les es quitado un buen juez a causa por su indignidad, por hacer lo malo ante el Señor (§ 4.1).
Una atinada observación formula Orígenes indicando que sea por el camino de la letra o por el de la lectura espiritual del pasaje que se ha leído, la conclusión es idéntica: nuestros pecados fortalecen y dan vigor al demonio que combate contra nosotros (§ 4.2).
Texto
Gothoniel
3.1. (La Escritura) nombra al salvador: Gothoniel, que significa: el tiempo de Dios para mí. Fue entonces gracias a este Gothoniel que ese primer pueblo fue sacado de la esclavitud de la humillación, y que le fue restituida al pueblo la paz que habían puesto en fuga el orgullo y diversos delitos del pueblo. Pero dijimos que Chusarsaton puede ser entendido como un rey espiritual, un príncipe tomado de entre nuestros adversarios y potestades del aire (cf. Ef 2,2), así, consecuentemente me parece también que ese Gothoniel, que fue suscitado para liberar al pueblo, sea alguien de la milicia celestial (cf. Lc 2,13) y de los ejércitos de los arcángeles enviados como refuerzo a aquellos que reciben la herencia de la salvación (cf. Hb 1,14)[1]. Son ángeles salvadores que se designan bajo los nombres de Gothoniel o de Aoth. Pues, como lo hemos mostrado a menudo, no solo somos atacados por potestades contrarias, sino que también potestades divinas y buenas son enviadas en nuestra ayuda por el Señor. Veamos, con todo, quién fue ese Gothoniel, de qué familia, de qué nobleza. Era, dice (la Escritura), “el hijo de Cenez, el hermano de Caleb” (Jc 3,9), de ese Caleb, varón digno de alabanza y de admiración, que fue compañero y asociado de Jesús Navé, de quien explicamos en su lugar, en la medida que nos fue posible, lo que nos pareció bueno[2].
¿Por qué se llama libro de los Jueces?
3.2. ¿Qué dice, por tanto, la Escritura sobre este Gothoniel? Después de haber dicho: “Los hijos de Israel clamaron al Señor” (Jc 3,9), añade: “El Espíritu del Señor vino sobre Gothoniel, y fue juez en Israel[3]” (Jc 3,10). Piensas que ¿se encuentra entre nosotros alguien capaz de emitir un clamor al Señor tan potente y justo para que sea digno de ser escuchado, y que el pueblo merezca recibir un juez, y un juez tal que el Espíritu de Dios lo llene, para que pueda tener un juicio recto? De aquí viene el nombre del libro de los Jueces, en el que se presentan los jueces que juzgaron al pueblo.
La justicia de uno solo
3.3. Como, en efecto, otros libros son llamados libros de los Reyes o de los Reinos, en los que se presentan cada uno de los reyes, cómo reinaron y qué hicieron, así también en este pequeño libro son relatados las gestas de los Jueces; y se refieren no solamente si entre ellos fue realizada alguna gesta justa y útil, sino también si fue permitida alguna acción culpable. Por tanto, si te preguntas por qué hablar de uno y otro: para que ahora los jefes y jueces de la Iglesia, considerando lo que de loable haya sido hecho por ellos, sigan los ejemplos de sus predecesores. Si, al contrario, les son reprochadas algunas faltas, es para que ellos estén en guardia y las eviten. En consecuencia, es una gran alabanza la que se refiere de ese primer juez Gothoniel: “El Espíritu de Dios estuvo sobre él”, y por el Espíritu de Dios “juzgaba a Israel” (cf. Jc 3,10), alabanza que yo no recuerdo haber oído otra igual. Hay, entonces, hoy en día una multitud de jueces en todas las Iglesias que están bajo el cielo, a quienes se ha confiado el juicio no solo sobre las acciones, sino también sobre las almas. Pero no sé si algún juez en la Iglesia es tal que Dios lo haga digno de estar lleno de su Espíritu, de forma que, como Gothoniel fue honrado por este testimonio de la Escritura, así también aquellos para quienes lo deseamos merezcan el testimonio de Dios. La Escritura declara: “Y el Espíritu del Señor estuvo sobre él, y juzgó a Israel. Y salió para combatir y el Señor le entregó en sus manos al rey Chusarsaton” (Jc 3,10). ¿Por qué esto? Porque el Espíritu del Señor estaba en él, y “su mano fue más fuerte que la de Chusarsaton” (Jc 3,10). Y después de esto dice: “La tierra estuvo en calma bajo este juez cuarenta años” (cf. Jc 3,11). Ves qué generosa es la clemencia divina. “Ocho años los hijos de Israel fueron esclavos” (cf. Jc 3,8) a causa de las faltas de muchos, “cuarenta años” (Jc 3,11) por la justicia de uno solo permanecieron en paz.
Las malas acciones suscitan al peor enemigo
4.1. ¿Pero que se dice después de esto? “Y murió, dice (la Escritura), Gothoniel, hijo de Cenez” (Jc 3,11). Veo una situación peligrosa. Murió Gothoniel. ¿Por qué? Porque ya el pueblo era indigno de tener semejante juez. Y después, a continuación, una vez que aquel había muerto, se dice: “Los hijos de Israel, afirma (la Escritura), siguieron haciendo lo malo en presencia del Señor; y el Señor fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel” (Jc 3,12). Advierte que, por el hecho de que ya no eran dignos de tener semejante jefe, por eso les fue quitado ese buen juez. Y puesto que hicieron lo malo en presencia del Señor, fue suscitado contra ellos el peor enemigo: Eglón, rey de Moab.
Nuestros vicios fortalecen al demonio y sus aliados
4.2. Ves que nuestros pecados dan fuerza a los enemigos y, cuando hacemos lo malo en presencia del Señor, y pecamos, entonces nuestros adversarios son fortalecidos por el Señor, entonces se les da fuerza a las potestades contrarias. Esto, ya sea que lo indagues según la letra, descubrirás así que los enemigos estarían sin poder si nuestras faltas no les aportaran fuerzas; ya sea que lo consideres conforme al sentido espiritual, se encontrará igualmente que las potestades contrarias estarían sin poder contra nosotros y que ni el mismo Zabulo prevalecería en nada sobre nosotros, si no le diéramos fuerzas a partir de nuestros vicios. Estaría muy débil contra nosotros, si no lo hiciéramos fuerte pecando, y no encontraría en nosotros, por causa de nuestros pecados, un lugar para entrar y dominar. Poe eso también el Apóstol nos amonesta diciendo: “No den lugar a Zabulo” (Ef 4,27), como asimismo aquí acabamos de leer que después “los hijos de Israel hicieron lo malo en presencia del Señor”, “dando lugar a Zabulo”. En efecto, “El Señor fortaleció a Eglón rey de Moab, y le añadió todos los hijos de Ammón y de Amalec” (Jc 3,12. 13). No solamente, dice, que él mismo fue fortalecido, por causa de los pecados de Israel, sino que incluso le fueron agregados aliados malvados entre los hijos de Ammón y de Amalec, que con él combatirían al mismo tiempo contra Israel.
[1] “En contraposición al Hijo, los ángeles solo son servidores, que colaboran en la salvación de los hombres” (nota de la Biblia de Jerusalén).
[2] Cf. Homilías sobre el libro de Josué XX,3-6.
[3] Lit.: “El Espíritu del Señor estuvo (factus est) sobre Gothoniel, y juzgó a Israel (et iudicavit Istrahel)”