OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (643)
Escenas de la vida de san Benito
Siglo XI
Monte Cassino, Italia
Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué
Homilía XXV: Sobre las ciudades dadas a los levitas y sus suertes (Jos 21,1 ss.)
Introducción
La distribución de los lugares de habitación para los levitas sigue el orden de importancia establecido para ellos (§ 2.1-4). Se trata de cuatro órdenes o jerarquías. Conforme a esta división se les asignan determinadas ciudades en las diversas tribus.
Esa distribución, que abarca y contiene los cuatro puntos cardinales, encierra un contenido místico y espiritual que es necesario indagar y comprender (§ 3.1-5).
Sin embargo, Orígenes no profundiza el tema de forma detallada, sino que se limita a señalar la notable dificultad del texto bíblico (§ 4.1), y propone una lectio divina a la luz de la Resurrección de Jesucristo, con la ayuda de 1 Co 15 (§ 4.2-3).
Texto
La distribución de los lotes a los levitas. El primer lote
2.1. “El primer lote, dice (la Escritura), al tirar la suerte, fue para Chaat, y para los sacerdotes hijos de Aarón, que estaban con entre los levitas” (Jos 21,4 LXX). ¿A quién convenía dar el primado, sino a Aarón, el primer pontífice, primero por su vida, sus méritos, primero en honor y en poder? ¿Estás ahora convencido que esta suerte nos es fortuita, sino que está dirigida por el gobierno de una fuerza superior, conforme al juicio de la divina providencia? Por tanto, ¿en qué lugar discernimos que esta suerte justa asigna los primeros habitáculos a Aarón? Dice (la Escritura): “En la tribu de Judá, en la tribu de Simeón y en la tribu de Benjamín por las suertes recibieron tres ciudades” (Jos 21,4 LXX). Ves cómo a los varones elegidos se les dispensas sus moradas en las tribus elegidas.
El segundo lote
2.2. ¿A quién correspondía recibir el segundo lote? “A los hijos de Chaat, dice (la Escritura), que estaban junto a los hijos de Aarón” (Jos 21,5 LXX). ¿Y en que tribus los recibieron? “La suerte, dice (la Escritura) les dio diez ciudades en la tribu de Efraím, en la tribu de Dan y en la media tribu de Manasés” (Jos 21,5 LXX).
El tercer lote
2.3. ¿Para quiénes fue el tercer lote? “Para los hijos de Gersón” (Jos 21,6). ¿Y entre qué tribus fue sorteado? “En la de Isacar, dice (la Escritura), en la de Aser y Neftalí, y en la media tribu de Neftalí, que está en Basán, recibieron 12 ciudades[1]” (Jos 21,6 LXX).
El cuarto lote
2.4. ¿Quiénes son los últimos de entre los levitas? “Los hijos de Merarí”, dice (la Escritura; cf. Jos 21,7). “De la tribu de Rubén, afirma (la Escritura), del otro lado del Jordán, y de la de Gad, que estaba con ellos al otro lado del Jordán, y de la tribu de Zabulón, que era el último de los hijos de Lía, recibieron por sorteo doce ciudades (cf. Jos 21,7)[2].
Lectura espiritual de este texto
3.1. Todavía no hemos tratado los aspectos más importantes que contienen estos lugares. Sobre ellos, aunque no podamos descubrir sus profundidades, no seremos remisos en indagar los aspectos más elevados, para que cada uno de los oyentes tenga ocasión de buscar con suma diligencia la comprensión de las realidades superiores y místicas.
Oriente
3.2. Cuatro son las partes del orbe de la tierra, y Chaat recibió, el primero entre los hijos de Leví, la heredad del lado oriental con aquellas tribus de esa parte. Mira, por tanto, cómo todo se armoniza. De las cuatro partes del orbe es cierto que la parte oriental parece la más noble, era la que poseía también la más noble de todas las tribus, la de Judá (cf. Nm 2,3). Y los sacerdotes hijos de Chaat recibieron, en primer término, de esas primeras partes del orbe, el lote de su heredad, con Gersón y Merarí, que eran los primeros entre los hijos de Leví (cf. Jos 21,5-7).
Occidente
3.3. En cambio, el Occidente[3], donde estaban Rubén, Simeón y Gad, fue sorteado en segundo lugar, para Chaat, en la tribu de Simeón; y Merarí recibió su primer lote en la tribu de Zabulón (cf. Jos 21,5-7), el tercero en el Libro de los Números (cf. Nm 2,7) del lado de Oriente. Para que así se observara la justicia en el tirar la suerte que se realizaba según Dios, y se condujeran las mentes de los oyentes hacia la contemplación de los misterios del siglo futuro.
Del lado del mar
3.4. Después de esto, de las tribus que estaban junto al mar, es decir, Efraím, Benjamín y Manasés, Chaat recibió una segunda heredad de Benjamín; y los demás de su familia, de Efraím. Luego de lo cual Gersón[4] recibió otro lote también de la media tribu de Manasés (cf. Jos 21,5-7).
De la parte del Aquilón
3.5. Pero como correspondía también a los que estaban en el Aquilón conseguir las gracias sacerdotales, y así no parecieran estar completamente desnudos de los dones celestiales, entre estos, por ende, que estaban en el último lugar en el norte, es decir, Dan, Neftalí y Aser (cf. Nm 2,25 ss.), otra vez Chaat, no ciertamente entre los sacerdotes, sino entre los otros hijos de Chaat, recibió un primer lote de la tribu de Dan; en cambio, Gersón recibió un segundo lote en la tribu de Aser; y el mismo Gersón un tercer lote en la tribu de Neftalí (cf. Jos 21,5-7)[5].
Dificultades del relato
4.1. ¿Quién podrá entender y comprender todas estas realidades? ¿Quién recordará y observará el orden mismo de los misterios? Si es difícil explicar según la letra sola el texto mismo de la narración; si es arduo explicar esa mixtión de lugares y de personas contenida en el relato histórico, ¿qué decir sobre estos misterios que se describen y en los cuales se bosqueja las reparticiones de la futura heredad, y por los que se efectúa la división de la tierra santa, que “los humildes recibirán en herencia” (Sal 36 [37],11; Mt 5,4)?
La respuesta a estas dificultades nos la ofrece la Resurrección de Cristo
4.2. ¿Quién podrá explicar los diversos emplazamientos de los campamentos? ¿Cómo, en la Resurrección, esa distribución se realizará para cada uno de los santos según el orden adoptado para los sacerdotes y los levitas? En la Resurrección, como lo dice el Apóstol, nada quedará librado al desorden, sino que cada uno tendrá “su lugar, Cristo en primer término, después los que son de Cristo, que creyeron en su venida, cuando Él haya entregado el reino a Dios Padre, cuando le haya sometido todo principado y potestad” (1 Co 15,23-24).
Conclusión
4.3. Allí, sin duda, tendrán algún significado especial[6] los ordenamientos de los campamentos, las distribuciones para los sacerdotes, las jerarquías y las trompetas. Porque Dios, así como ordenó las estrellas de cielo y las dispuso siguiendo leyes admirables e inefables; si estableció a unas en los límites del norte[7], a otras del lado de oriente, otras en la bóveda austral del cielo y otras en el poniente, así también creo que en la resurrección de los muertos los que sean como las estrellas del cielo (cf. Dn 12,3; 1 Co 15,41), por su número y resplandor, y que procedan de la estirpe de Abraham (cf. Gn 15,5; Ex 32,13), Dios les dará su lugar en el reino de los cielos, conforme a la disposición de las estrellas y las regiones del cielo. Les dará a unos su parte al oriente, a otros en el occidente, a otros en el mediodía; pondrá del lado del Aquilón a aquellos que Él mismo conoce, “porque muchos vendrán del oriente y del occidente, de las cuatro partes del mundo, y tendrán su lugar en el reino de los cielos con Abraham, Isaac y Jacob” (Mt 8,11), por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén (cf. 1 P 4,11).
[1] El texto bíblico dice 13 ciudades.
[2] El pasaje de la Escritura lee: Y a los clanes de los meraritas les tocaron en suerte doce ciudades de las tribus de Rubén, de Gad y de Zabulón.
[3] Cf. Nm 2,10: Al sur, acamparán los regimientos que militan bajo el estandarte de Rubén (al mediodía). Ver asimismo Orígenes, Homilías sobre el libro de los Números, 3,3.1: “Revisemos con más atención de qué modo se distribuyen las doce tribus por ternas en cuatro partes, para establecerse cada una de ellas con cierta determinación uno de los cuatro puntos cardinales (cf. Nm 2,1 ss.); y encontramos que Judá se estableció al Oriente, con Isacar y Zabulón (cf. Nm 2,3 ss.); Rubén, al Occidente, con Simeón y Gad (cf. Nm 2,10 ss.); en el Mediodía, Efraím, con Benjamín y Manasés (cf. Nm 2,18 ss.); (y) en el Norte, Dan, con Neftalí y Aser (cf. Nm 2,25 ss.). Respecto de todos éstos, colocados casi en círculo de los cuatro puntos cardinales, en medio de ellos, en cuanto que son los más próximos a Dios, cerca del tabernáculo mismo de Dios, se establecen los levitas. En el campamento de Judá, que (está) al Oriente, están Moisés y Aarón (cf. Nm 3,38); en el campamento de Rubén, Gersón (cf. Nm 3,23); en el campamento de Benjamín, Caath (cf. Nm 3,29); donde estableció su campamento Dan, está escrito que se sitúa Merarí (cf. Nm 3,35). Y así, en medio de los hijos de Israel, por todas partes y todo alrededor, como mezclados y entrelazados con los otros, parecen estar los hijos de Leví”.
[4] Según Jos 21,5, se trata de Chaat. El error es posible que se deba al traductor latino, ya que no se encuentra en Procopio (ver PG 87,1040 C; cf. SCh 71, p. 486, nota 1).
[5] Cuando nos remitimos al texto bíblico encontramos que, en ocasiones, es inexacta la distribución. La dificultad reside en el hecho que Orígenes, por medio de una sutileza, busca explicar la repartición de las ciudades levíticas, en tierra de Israel, a partir de una agrupación de las tribus que corresponde a su disposición en torno al arca de la alianza, y no conforme a las perspectivas de Jos 21 (SCh 71, pp. 486-487, nota 2).
[6] Esas distribuciones celestiales (cf. SCh 71, p. 489, nota 1).
[7] Lit.: in axe aquilonis.