OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (576)

Jesucristo cura al ciego de nacimiento

Siglo XV

Monte Athos, Grecia

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XXVII (Nm 33,1-49)

Vigésima primera etapa: contemplar el Principio de todo lo que existe

12.7. La etapa siguiente se tiene en “Maceloth” (cf. Nm 33,25), que significa desde el principio; porque quien tiende a la perfección contempla el principio de las cosas, más todavía, lo refiere todo a Aquél que existía en el principio (cf. Jn 1,1), y no se aparta nunca de ese Principio. 

Vigésima segunda etapa: la paciencia

12.7a. Después de esto, se hace una etapa “en Cataath” (cf. Nm 33,26), que es confirmación o paciencia. Puesto que es necesario que aquel que quiere también ayudar a otros, sufra mucho y lleve todo pacientemente, como fue dicho sobre Pablo: “Porque yo le mostraré lo que deberá sufrir por causa de mi nombre” (Hch 9,16). 

Vigésimo tercera etapa: contemplación de estupor

12.7b. Después “se llega a Tara” (cf. Nm 33,27), que para nosotros tiene el sentido de contemplación de estupor. [No podemos expresar en lengua latina con un solo vocablo el término griego, que ellos denominan ekstasin], o sea, cuando el espíritu se pasma por la admiración de alguna cosa grande. Esto es, por tanto, lo que se dice contemplación de estupor, cuando en el conocimiento de las cosas grandes y admirables la mente (se queda) atónita de estupor. 

Vigésimo cuarta etapa: con-sepultados y con-resucitados con Cristo

12.8. Después de esto “se llega a Matheca” (cf. Nm 33,28), que se traduce por nueva muerte. ¿Qué es nueva muerte? Cuando morimos con Cristo y con Cristo somos sepultados, para que también convivamos con él (cf. 2 Tm 2,11; Rm 6,5-11).

Vigésima quinta etapa: la fuerza de la paciencia

12.8a. Después “se llega a Asemna” (cf. Nm 33,29), que se dice significar hueso o huesos. Por ellos se manifiesta sin duda la fuerza y el vigor de la paciencia.

Vigésima sexta etapa: no darle espacio al diablo

12.8b. Ya desde allí, se hace una parada en “Mesoroth” (cf. Nm 33,30)¸ que se supone significa el que excluye. ¿A quién excluye? Sin duda, las malvadas sugerencias del espíritu contrario. Porque así dice la sabiduría de Dios: “Si el espíritu del que tiene el poder se levantara contra ti, no dejes tu lugar” (cf. Qo 10,4). Hay que mantener, por tanto, el lugar y excluir al adversario, para que no encuentre un sitio en nuestro corazón: como dice el Apóstol: “No dejen lugar al diablo” (Ef 4,27).

Vigésima séptima etapa: las fuentes de las divinas palabras

12.8c. Después de esto, “se llega a Baneain” (cf. Nm 33,31), que significa fuentes o filtros, esto es, donde (el alma) saca fuentes de las divinas palabras, hasta que, bebiendo, las filtra. [Aquí excolat se toma de filtrar (colare), no de cultivar (colere)]. Filtra, por consiguiente, la palabra de Dios, quien no descuida ni el mínimo mandato, o mejor quien no considera ociosa ni siquiera una jota ni un ápice (cf. Mt 5,18-19) para la comprensión de la palabra de Dios.

Vigésimo octava etapa: el progreso espiritual se realiza en medio de tentaciones

12.9. Después de esto “se llega a Galgad” (cf. Nm 33,32), que se traduce por tentación o apretura. La tentación, a mi parecer, es para el alma una fortaleza y baluarte. Se mezcla de tal modo con las virtudes, que parece que, sin ellas, la virtud no tiene belleza ni es completa. Y por eso para los que progresan hacia las virtudes, las variadas y frecuentes mansiones se hacen con tentaciones.

Vigésimo novena etapa: a los bienes se llega después de las tentaciones

12.9a. Cuando las sobrepases, “acamparás en Tabatha” (cf. Nm 33,33). Tabatha se traduce por bienes. No se llega a los bienes sino después de la experiencia de las tentaciones.

Trigésima etapa: de los bienes al Bien

12.9b. Después -dice-, “acamparon en Ebrona” (cf. Nm 33,34), que es tránsito. Porque todas las cosas han de pasar, puesto que, aunque llegues a los bienes, es preciso que pases a bienes mejores, hasta que llegues a aquel Bien en el que siempre debas permanecer.

Trigésima primera etapa: pensamientos de hombre

12.9c. Después de esto “se llega a Gasiongáber” (cf. Nm 33,35), que se traduce por pensamientos de hombre[1]. Si uno ha cesado de ser niño en las ideas, éste llega a tener pensamientos de hombre, como aquel que decía: “Cuando en cambio llegué a hombre, dejé las cosas que eran de niño” (1 Co 13,11). Hay, por tanto, grandes pensamientos de hombre, como también aquel que dice: “Agua profunda es el pensamiento en el corazón del hombre” (Pr 20,5).



[1] Concilia viri, menos literalmente: designios, deliberaciones humanas.