OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (500)
Cristo bendice a los niños
Hacia el año 1000
Evangeliario
Reichenau, Alemania
Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números
Homilía XIII (Nm 21,24-35 y 22, 1-14)
La presencia del ángel del Señor
8.1. Pero volvamos a nuestro propósito. Balaam, molesto contra Dios, en cierto modo le arranca el permiso para ir a maldecir a los hijos de Israel e invocar a los demonios, después de haber ido Dios a él. Sube a su asna (cf. Nm 22,22), y le sale al encuentro el ángel que velaba por Israel, sobre el cual está escrito en las palabras del Señor a Moisés: “Mi ángel irá contigo” (Ex 32,34). Al que lo pretende, se le concede, por consiguiente, ir. En el camino es acorralado por el asna; pero el mago ve los demonios, y no ve al ángel; sin embargo el asna lo ve (cf. Nm 22,23). No es que el asna fuera digna de ver el ángel, así como no era digna (de hablar), sino para que fuera confundido Balaam y, como se dice en algún lugar de la Escritura, “un mudo animal, respondiendo con voz humana, probó la locura del profeta” (2 P 2,16).
Interpretación espiritual
8.2. Pero, ya que hemos dicho muchas cosas en torno a la historia, también tratemos brevemente algunas, al final, sobre la alegoría. Si ves un poder contrario que ataca al pueblo de Dios, entenderás quién es el que se sienta sobre el asna; y si consideras cómo los hombres son precipitados por los demonios, entenderás quién es el asna. Así entenderás, entonces, que Jesús, en el Evangelio, enviara a sus discípulos, a donde un asna que estaba atada y a su cría, para que los discípulos la soltaran y condujeran, de modo que Él mismo se sentara en ella (cf. Mt 21,2 ss.). Y tal vez esta asna, esto es, la Iglesia, llevara antes a Balaam, en cambio, ahora a Cristo, una vez que ha sido desatada por los discípulos y liberada de las amarras que la sujetaban, para que el Hijo de Dios se sentara en ella, y, cuando ella entrara en la santa ciudad de la Jerusalén celestial (cf. Hb 12,22), se cumpliese la Escritura, que dice: “Exulta, hija de Sión, pregona, hija de Jerusalén: he aquí que viene a ti tu rey, manso y sentado sobre un animal de carga[1]” (Za 9,9). Sin duda llama animal de carga, esto es asna, a los creyentes (que vienen) de los judíos; y cría de asna, a los creyentes que han salido de los gentiles, en Cristo Jesús, nuestro Señor, para quien son la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.