OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (477)
Jesús la vid verdadera
Dibujo en lápiz
Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números
Homilía XI (Nm 18,8-32)
Interpretación espiritual de las primicias
3.1. Veamos ahora cómo ese mandato admite comprensión alegórica, esto es, espiritual. Indaguemos, por consiguiente, en qué otras Escrituras, aparte de estas de las que hemos hablado más arriba, encontramos mencionadas las primicias. Aquí se ha dicho: “Todas las primicias de aceite, de vino y de cereales, de todas esas primicias que han de ser ofrecidas a Dios, te he dado” (Nm 18,12). Busco, por tanto, ahora, al margen de este lugar, dónde se mencionan las primicias. Puesto que, si todas las primicias pertenecen al pontífice, tendremos necesariamente que indagar también quién es el pontífice al que deben corresponder aquellas primicias que encontramos otorgadas en otros lugares de la Escritura.
Las primicias de las diversas Iglesias. Cornelio: “primicias de las naciones”
3.2. Y, antes de nada, vemos escrito que el mismo Jesucristo es primicia de los muertos (cf. Col 1,18; 1 Co 15,20). Es, por ende, Él mismo, en cierto sentido, primicias. Y de nuevo encontramos que el Apóstol afirma de algunos que son las primicias de Asia (cf. Rm 16,5), y sobre otros, las primicias de Acaya (cf. 1 Co 16,15). De lo cual se sigue que en ciertas Iglesias algunos creyentes, por lo menos los que el espíritu del Apóstol[1] había probado, se denominan primicias. Entre ellos considero que también se denomina con razón primicias aquel Cornelio, y aquellos de la Iglesia de Cesarea con los que mereció recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 10,1 ss.). Y no solo de esta Iglesia, sino que quizás deba llamarse a Cornelio primicias de todas las naciones, porque (fue) el primero de entre los gentiles que creyó (cf. Hch 21,25) y el primero que fue lleno del Espíritu Santo (cf. Lc 1,67), por lo cual se lo llama con razón primicias de las naciones.
El corazón de los seres humanos es el campo que los ángeles cultivan
3.3. Pero quizás preguntes quién ofrece esas primicias a Dios o quién es el pontífice a cuya cuenta corresponden estas cosas. Considero que, según la palabra del Señor, el campo designa aquí el mundo (cf. Mt 13,38). Por campo, sin embargo, no se entiende solo la tierra cultivable, sino el corazón de los hombres, el campo que los ángeles de Dios recibieron para cultivar. Son ellos mismos los que poseen y guardan los frutos de su cultivo, o sea, aquellos (hombres) que actúan bajo tutores y administradores (cf. Ga 4,2), y que todavía no alcanzaron la suma perfección. Y, si sus corazones se han cultivado diligentemente y llegan a la perfección, (los ángeles) los ofrecerán al gran pontífice como elegidos y principales de entre las demás primicias. A continuación encontramos que el mismo Cornelio, antes de que recibiera de Pedro la doctrina de la palabra de Dios y la gracia del bautismo, escuchó del ángel que sus oraciones y limosnas habían subido hasta Dios (cf. Hch 10,4), de donde parece que Cornelio fue ofrecido a Dios como primicias por el propio ángel.
Primicias, primogénitos, diezmos
3.4. También podemos decir sobre Pedro y Pablo que ellos ofrecen las primicias de los que condujeron a la fe, como dice el Apóstol: “Desde Jerusalén y en todas direcciones[2]hasta el Ilírico, llenó todo del Evangelio de Cristo, y así predicó el Evangelio, donde Cristo no había sido mencionado, no fuera que edificara sobre fundamento ajeno” (cf. Rm 15,19-20). Considera, en consecuencia, que Pablo ofrece como sus frutos a todos los que ha adoctrinado, a los que ha predicado, a los que por él caminaron en la fe; y busca cada día nuevas tierras para cultivar y nuevos campos para sembrar, por lo cual dice a algunos: “Deseo ir a ustedes, para recoger también entre ustedes algún fruto, como entre los otros gentiles” (Rm 1,3). Considérale, entonces, a él, elegido de entre todos esos frutos, y señalando acerca de algunos, como hemos indicado más arriba, que son las primicias de Asia (cf. Rm 16,5), y otros las primicias de Acaya (cf. 1 Co 16,15), y eligiendo primicias de cada una de esas Iglesias, para ofrecérselas a Dios. Quizás tenga también a algunos por primogénitos. Además creo que tendrá otros inferiores a estos, a los cuales no puede ofrecer ni como primicias ni como primogénitos, sino como diezmos.