OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (386)

La parábola del rico insensato

Phillip Medhurst: Ilustraciones bíblicas

Inglaterra

Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Levítico

Homilía VIII: Sobre la mujer que concibe y da a luz. Sobre la lepra y su purificación

Diversos grados de purificación

11[1]. Pero advierte asimismo esto: cómo después de lo que dijo más arriba: “Esta es la ley del leproso para el día en que fuere purificado” (Lv 14,2), ahora a todas esas cosas agrega y dice: “Y quedará puro” (Lv 14,7). ¿Por qué si una vez expulsada la lepra está puro, todavía repetir “quedará puro”? Pero mira que, aunque purificado del pecado y no estando ya en la obra del pecado, sin embargo quedan las huellas mismas de los crímenes cometidos que necesitan purificación, sea de aquello que ya expusimos, sea de otras (realidades) que son prescritas en lo que sigue. En efecto, sobre esto observamos que está escrito respecto de la lepra: “El día en que fuere purificado” (cf. Lv 14,2), después, entre otras cosas que se mandan, tres veces dice: “Y quedará puro” (cf. Lv 14,7. 8. 9), y de nuevo hacia el final está escrito: “Y será purificado” (cf. Lv 14,20). Por lo cual me parece que hay diferencias en la purificación misma y, por así decirlo, cierto progreso en la purificación. Puesto que también puede decirse de aquél que se aleja del pecado: “Quedará puro” (cf. Lv 14,7), pero no aparecerá inmediatamente puro, como habiendo llegado a la cima de la pureza.

Otros ritos de purificación que debe realizar el que se ha curado de la lepra

Y después de lo que dijo: “En cualquier día en que fuere purificado” (Lv 14,2), añade esto: “Y dejará, dice (la Escritura), a la gallina viva en el campo, y el que ha sido purificado lavará sus vestimentas” (Lv 14,7-8); pero después de esto dice: “Cortará todo su pelo”; y agrega: “Y se lavará en el agua”; y luego añade: “Y quedará purificado” (Lv 14,8-9). Porque no bastaba lo que dijo sobre la aspersión: “Quedará purificado” (cf. Lv 14,7), si no se añade también (todo) esto.

El lavado de la ropa

El que ha sido purificado de la lepra tenía hasta ahora vestimentas sucias, ahora, después de la aspersión, también se le ordena lavarlas (cf. Lv 14,8). Sin embargo, no me parece que esas ropas fueran de todas de una mala textura; de lo contrario, se mandaría más bien arrojarlas que lavarlas. En lo cual se muestra que su forma de vida no era en todos los aspectos contraria[2] a Dios, ni custodiada pura e íntegramente en el Señor. Porque no lavaría las vestimentas si no estuvieran sucias, ni las volvería a usar una vez lavadas, si su tejido estuviera totalmente desecho.

Cortarse el pelo

Pero en cuanto a lo que se ordena “de cortarse todo el pelo” (cf. Lv 14,9), creo que se trata de toda obra muerta establecida en el pecado -que aquí se llama pelo- lo que se ordena quitar. Porque el pecador, todo lo que nace o en su pensamiento, o en su palabra, o en su acción, si verdaderamente quiere purificarlo, que lo erradique o expulse, y no soporte que nada de eso quede. En cambio, el santo debe conservar toda su cabellera y, si es posible, que la navaja no pase por su cabeza, para que no pueda cortar algo de sus pensamientos sabios, o de sus dichos o de sus obras. Y de aquí procede el que se haya dicho que la navaja no pasara por la cabeza de Samuel (cf. 1 S 1,11); pero tampoco por sobre la de todos los nazarenos, que son justos, porque el justo, como está escrito, “todo lo que haga prosperará, y su follaje no se caerá” (cf. Sal 1,3). De aquí que también se diga que incluso los cabellos de los discípulos del Señor están contados (cf. Mt 10,30), es decir, que todos sus actos, palabras, pensamientos se mantengan cerca de Dios, porque son justos, porque son santos. Pero de los pecadores toda obra, toda palabra, todo pensamiento debe ser cortado Y esto es lo que se dice: “Que todo pelo de su cuerpo sea rasurado, y entonces quedará puro” (cf. Lv 14,9).

Lavarse con agua

Pero observa asimismo esto: que no le basta, después de la purificación, con lavar sus vestimentas y cortar todo su pelo, si también no se lava en el agua (cf. Lv 14,9). Puesto que es necesario que expulse todas las impurezas, toda inmundicia, no sólo de la mente sino también del propio cuerpo, para que no quede ninguna mancha de la lepra desaparecida.

Cortar todo el pelo de la cabeza, de la barba y de las cejas

Por tanto, ahora purificado por tercera vez, se ha hecho digno de entrar en el campamento del Señor. Sin embargo, no se le permite también entrar en seguida en su casa, sino que se dice: “Permanezca fuera de su casa siete días y córtese todo el pelo de la cabeza, de la barba y de las cejas” (cf. Lv 14,8-9), como si no bastara que antes (dijera) que se cortara todo el pelo (cf. Lv 14,8), ahora se agrega “que se corte todo el pelo de la cabeza, de la barba y de las cejas” (cf. Lv 14,8-9). Y lo mismo, en efecto, parece decir cuando afirma: “Que se corte todo el pelo”. Pero no me parece que esta repetición sea inútil. Porque quiere que al pecador, después de haber sido purificado, después de haber recibido la remisión de los pecados por la penitencia, se le exhorte a la purificación de la cabeza, de la barba y de las cejas, como si le dijera: “He aquí que ya has sido curado” (cf. Jn 5,14), cuida de no c0ntraer otra falta de la cabeza. El pecado de la cabeza, en efecto, es pensar algo diferente de lo que contiene la fe de la Iglesia sobre los dogmas divinos. (Cortar) la barba, para recordar que ha dejado los pecados de la edad viril y se ha convertido, haciéndose como un niño. (Cortar) las cejas, en cambio, (significa que) ha abandonado la arrogancia y la ceja muy altanera se ha inclinado hacia la humildad de Cristo. Por tanto, una segunda vez, de la misma forma, todo el pelo del cuerpo ha sido cortado. Y así como estos (ritos) se duplican, así también no basta haber lavado una vez las vestimentas en una primera purificación (cf. Lv 14,8), sino que se prescribe una segunda vez que “lave sus vestimentas y su cuerpo en el agua”, y entonces se agrega una cuarta vez: “Y quedará purificado” (Lv 14,9).



[1] Fragmento griego: «Más arriba, en efecto, dijo: “En el día de la purificación”, pero ahora también agrega: “Quedará puro” (cf. Lv 14,2. 7). ¿Y por qué purificado de la lepra y de la mancha (de la lepra), sin embargo debe todavía purificarse por causa del pasado tiempo de impureza? Ciertamente porque hay otras tres formas (de purificación). Por eso sobre la purificación dice: “El día en que fuere purificado” (cf. Lv 14,2), y entre otras (prescripciones) repite tres veces: “Y quedará puro” (cf. Lv 14,20). Pero hay un quinto y último rito, cuando dice: “Y estará puro” (cf. Lv 14,7). Por ende también hay grados (o: progresos) en las purificaciones; y desde las primeras (o imperfectas) se va hacia las purificaciones más perfectas. En efecto, después de enviar el ave (al campo), en primer término el que se purifica debe lavar sus vestimentas (cf. Lv 14,7-8), luego cortar todo su pelo y después lavarse en el agua, entonces añade: “Y quedará purificado” (cf. Lv 14,7-9); como que no alcanzara con lo dicho sobre la aspersión: “Y quedará purificado”. Y después de la aspersión, tendrá todavía las vestimentas sucias (o impuras). Esto indica que su conducta no estaba por completo malamente tejida, sino la habría desechado (totalmente). Y se corta (el pelo) para quitar las enfermedades que brotan en el alma. Al contrario de Samuel, de los nazarenos y de los discípulos que (tienen los cabellos) contados. Porque de los nazarenos (se dice) que la navaja no pasa por su cabeza. En todo cuanto hacen prosperan en lo que emprenden, no caerán sus hojas y darán fruto (cf. Sal 1,3). Pero mira también que con el lavado del cuerpo depone todas las impurezas. Y después de esta tercera purificación entra en el campamento santo, mas no puede entrar en su casa, sino que debe (estar afuera) siete días y de nuevo raparse. Como si no bastara para el segundo corte (del pelo) con una simple descripción, se da una segunda más detallada, para quien se purifica la cabeza por medio de los principales dogmas, deponiendo la barba por los pecados del hombre; y a través del corte de las cejas, toda opinión. Así también lava las vestimentas por segunda vez, y por segunda vez se lava, y de esa forma cumple la cuarta purificación» (Origenes Werke…, pp. 411-414; cf. Procopio de Gaza, Comentario al Levítico, 14,8 ss.; PG 87,739-742).

[2] Lit.: ajena (alienam).