OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (360)
Jesús en la sinagoga
Siglo XI
Synaxarion (Vidas de santas y santos)
Constantinopla
Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Levítico
Homilía IV: El sacrificio de reparación por el daño causado al prójimo
La ofrenda en la unción de los sacerdotes
10. En lo que sigue se agrega: «Y el Señor habló a Moisés diciendo: “Esta (es) la ofrenda que Aarón y sus hijos harán al Señor, lo que ofrecerán al Señor en el día de su unción: la décima parte de un efa de flor de harina en sacrificio perpetuo, mitad a la mañana y mitad después del mediodía. Preparada en una sartén mezclada con aceite, la ofrecerá tierna, oblación de trozos, ofrenda en olor de suavidad para el Señor. Que la haga el sacerdote que será ungido en su lugar, de entre sus hijos; (es) una ley perpetua; todo será consumido. Y toda oblación del sacerdote será un holocausto y no se comerá”» (Lv 6,19-23 [6,12-16]).
Ciertamente según otros preceptos, el pontífice, ofreciendo los sacrificios realiza un servicio para el pueblo; pero en este mandato se ocupa de su persona y de cumplir lo que le concierne a él. Porque se le ordena, “en el día de su unción, ofrecer siempre y a perpetuidad flor de harina mezclada con aceite, tierna, sobre una sartén”. Y a esto se le denomina “ofrenda de trozos en olor de suavidad”, y se manda que esto permanezca y se trasmita a los descendientes: “ley perpetua”. Se agrega observar que ninguna ofrenda del sacerdote, es decir, que se ofrece por él, sea comida por alguien, sino que sea un holocausto, que es consumido por el fuego. Sin duda, el precepto según la letra es claro; sin embargo, quiero ver qué se presenta en este tipo y figura.
La ofrenda de la mañana y de la tarde: su sentido espiritual
Quiere que se ofrezca la mitad de esa ofrenda por la mañana y la mitad por la tarde; una determinada medida de flor de harina mezclada con aceite, tierna, sobre la sartén. Mira si, como yo lo supongo, la ofrenda del sacerdote no (será) la Ley misma, que fue promulgada por Moisés, en la que se manda ofrecer la mitad por la mañana y la mitad por la tarde. Esta Ley ordena dividir la ofrenda en dos partes, a saber, la letra y el espíritu. Y la mitad, que es la letra, manda ofrecerla por la mañana, o sea en el primer tiempo de la Ley, puesto que a aquellos a quienes entonces les fue dada según la letra, les manifestó una nueva luz y un nuevo día. En cambio, la (otra) mitad ordena ofrecerla por la tarde; porque nos fue dada a la tarde la venida del Salvador, en quien esa mitad, esto es el sentido o el espíritu de la Ley, ya que “la Ley es espiritual” (cf. Rm 7,14), es ofrecida mezclada con aceite, tierna. El aceite evoca la misericordia, que debe abundar en los sacerdotes. Tierna, corresponde a la comprensión sutil y pura. En cuanto a la expresión “sobre la sartén”, pienso que significa la austeridad del sacerdote, desecado y abrasado por la mucha continencia, en quien nada hay cedido a la lujuria, nada dejado a la corriente de la sensualidad.
El significado espiritual de la ofrenda de trozos
Lo que denomina ofrenda de trozos[1] en olor de suavidad, creo que significa los trozos (que hacen) los sacerdotes, cuando ellos parten la letra de la Ley y sacan el alimento espiritual oculto en el interior; para que, escuchando, se restablezcan las multitudes, como también hizo el Señor, (como) se refiere en los Evangelios, cuando bendijo los panes, los dio a los discípulos y los discípulos los partieron, distribuyéndolos a las multitudes. Y cuando todos quedaron saciados, “sobraron -dice- doce canastos de trozos” (cf. Mt 14,15 ss.). Por tanto, esta es la ofrenda de trozos: cuando poco a poco examinamos las santas (palabras) que están en la Ley, para tomar de ellas un alimento espiritual y puro.
El Evangelio eterno suplanta la ley eterna en el corazón de quienes tienen fe en Jesucristo
Y esto, dice (la Escritura), es “una ley eterna[2]”. El apóstol Juan dice ciertamente en el Apocalipsis: “Evangelio eterno” (cf. Ap 14,6). Encontramos también (aquí) escrito esto: “Ley eterna”; pero esos que quieren seguir la Ley según la letra, quiero que ahora me digan cómo la ley de esta ofrenda puede ser eterna, cuando destruido por completo el templo, derribado el altar y profanadas todas las cosas que se decían santas, este rito de las ofrendas no puede continuar. Por consiguiente, ¿cómo llamar eterno a lo que consta que definitivamente cesó y ya terminó? Permanece que esa ley se llame eterna conforme a aquella parte que nosotros decimos que es espiritual (cf. Rm 7,14), y por ella pueden ofrecerse sacrificios espirituales, que jamás pueden interrumpirse ni cesar. Porque no se hacen en un lugar sometido a la destrucción, o en un tiempo (sometido) al cambio, sino en la fe del creyente y en el corazón de quien los ofrece.
Venerar y honrar las palabras de nuestro Señor Jesucristo
En verdad lo que dice: “No se comerá de la ofrenda del sacerdote, sino que será un holocausto” (cf. Lv 6,23 [6,16]), ciertamente se refiere a la persona de nuestro Señor y Salvador; porque de su sacrificio no se comerá, sino que será un holocausto. Este sacrificio, en este lugar, hay que entenderlo como del Verbo mismo, y de (su) doctrina, de la cual nadie comerá, esto es, nadie discutirá, ni revisará, sino que es un holocausto. Puesto que todo lo que dijo, todo lo que estableció, perdura con eterna consagración; y no se encuentra alguien tan insensato o profano que pueda revisar sus palabras. Las cuales como un holocausto, una ofrenda a Dios, debemos tenerlas en todo honor y veneración; porque “el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán” (Mt 24,35), sino que siempre permanecen, como también Él siempre permanece. Por Él, a Dios Padre con el Espíritu Santo, sean “la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén” (cf. 1 P 4,11; Ap 1,6).