OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (346)
Jesús lava los pies a sus discípulos
1470
Evangeliario
Venecia, San Lázaro, Italia
Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Levítico
Homilía II: Sobre el rito de los sacrificios
Sobre el rito de los sacrificios, esto es sobre las ofrendas y los sacrificios de salvación y por los pecados; y de qué modo el pontífice ofrece por su pecado y por el pecado de la asamblea[1] o por un alma del pueblo de la tierra que pecó sin quererlo (cf. Lv 4,3. 27).
Las diversas ofrendas, víctimas y holocaustos
1. La consideración anterior sobre el comienzo del Levítico nos enseñó la ley de los sacrificios, los cuales son llamados ofrendas: “Si un hombre presentada una ofrenda, que ofrezca del ganado, esto es de los vacunos, u ovinos, o caprinos; pero si (es) de las aves, que ofrezca un par de tórtolas o dos pequeñas palomas” (cf. Lv 1,2. 10. 14).
“Pero si un alma presenta una ofrenda, que ofrezca flor de harina (cocida) al horno, es decir, panes ácimos de flor de harina, o flor de harina (amasada) con aceite, cocida en la sartén o también en la parrilla. En cambio, si ofrece un sacrificio de primicias -de los primeros frutos de la tierra- que la flor de harina sea fresca, esto es, nueva -se quiere también cocida al fuego, partida al medio, que no sea minúscula, porque son las primicias- y que esté bien purificada. Que se verse asimismo sobre ella aceite e incienso, y así se presente” (cf. Lv 2,1, 4. 5. 14. 15).
Pero si se ofrece un sacrificio de salvación, se ordena ofrecerlo de bovinos, o también de ovinos o caprinos (cf. Lv 3,1. 6. 12), fuera de éstos que no se sustituyan las víctimas de salvación con ningún otro género de sacrificio.
En efecto, por los pecados no voluntarios se prescribe generalmente que el alma haga una ofrenda, pero después de esto se enumeran diversas y varias personas; y se ordena: si es un pontífice quien delinquió y presenta un sacrificio por el pecado, que ofrezca como víctima un ternero, pero no con el mismo rito con el que se presenta en una ofrenda. Puesto que de ese (animal) solamente “la grasa, los dos riñones con su grasa y la grasa que cubre las entrañas se colocará sobre el altar de los holocaustos. Y mojando su dedo en su sangre hará siete aspersiones ante el Señor, y ungirá con ella las esquinas del altar del incienso. Pero las restantes carnes con la piel, las entrañas y el estiércol ordena quemarlos fuera del campamento, en un lugar puro” (cf. Lv 4,2-12). Es necesario observar que para el pecado del pontífice el legislador no agrega si es por ignorancia o sin quererlo que ha pecado. Porque no puede caer en la ignorancia quien ha sido promovido a la enseñanza de los demás.
En cambio, si fuere un pecado de toda la comunidad, igualmente se ordena ofrecer un ternero en holocausto por la comunidad. Pero para el pecado de la comunidad se dice: “Si es por ignorancia y el hecho estaba oculto a los ojos de la comunidad, y que de todos los mandamientos del Señor uno no se cumplió” (cf. Lv 4,13). Por donde aparece que también toda la comunidad puede pecar por ignorancia. Lo cual asimismo el Señor lo confirma en los Evangelios cuando dice: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34).
Si fuere un jefe, que ofrezca una víctima por su pecado; se prescribe ofrecer un chivo de entre el ganado caprino[2], no en holocausto, sino que “el sacerdote sólo ponga la sangre sobre el altar y ofrezca en el altar toda la grasa”, pero que el resto se deje para alimento de los sacerdotes, “derramando únicamente la sangre en la base del altar” (cf. Lv 4,22-26).
“Si fuere un alma, dice (la Escritura), que hace una ofrenda por su pecado, que ofrezca una cabra” (cf. Lv 4,27 ss.); esto es, según el mismo rito sobre el que hablamos antes para la inmolación del chivo. “Si no (puede) procurarse una cabra o una cordera, ofrecerá un par de tórtolas o dos pichones de paloma (cf. Lv 5,7). Pero si ni esto encuentra, se manda que ofrezca una décima parte de un efá[3] de flor de harina sin aceite y sin incienso” (cf. Lv 5,11).
Todos estos detalles nos han sido leídos en la lectura precedente, pero su explicación, por falta de tiempo, ha sido omitida. Recordar ahora unos pocos (textos) para los que se interesan y los que se acuerdan también de las lecturas anteriores no (es), creo, absurdo, a pesar de nuestra urgencia por (tratar) lo que se acaba de leer.