OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (210)
Moisés ante la zarza ardiente
1197
Biblia
Pamplona (Navarra), España
1197
Biblia
Pamplona (Navarra), España
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA
LIBRO SEXTO
Capítulo VIII: El gnóstico y el estudio
Testimonio de san Pablo sobre el valor de la filosofía
62.1. En las cartas Pablo no censura abiertamente la filosofía, sino que pretende que quien ha alcanzado la altura del gnóstico no conviene que retorne ya más a la filosofía griega, llamándola alegóricamente “elementos del mundo” (Ga 4,3; Col 2,8), porque es algo elemental e instrucción preliminar de la verdad.
62.2. Por es cuando también escribe a los hebreos que desde la fe se pasaban a la Ley, dice: “Nuevamente necesitan que se les enseñe cuáles son los elementos del comienzo de los oráculos de Dios, y han llegado a tener necesidad de leche, no de alimento sólido” (Hb 5,12). E igualmente a los colosenses que se convertían desde el helenismo:
62.3. “Miren que no los esté robando el saqueador mediante la filosofía y el vacío engaño conforme a la tradición de los hombres, según los elementos de este mundo y no según Cristo” (Col 2,8), seduciéndoos con halagos para que vuelvan de nuevo a la filosofía, la enseñanza elemental.
62.4. Y si alguien dijere que la filosofía ha sido .descubierta para (o: por) los griegos con la inteligencia humana, yo encuentro, no obstante, en las Escrituras la afirmación de que la inteligencia es un regalo de Dios.
Testimonios bíblicos sobre la filosofía
63.1. El salmista, por ejemplo, piensa que la inteligencia es un gran regalo, y suplica diciendo: “Yo soy tu siervo; hazme comprender” (Sal 118 [119],125).
63.2. Y David, no pidiendo la amplia experiencia de la gnosis, escribe: “Enséñame bondad, educación y gnosis, porque he creído en tus mandamientos” (Sal 118 [119],66).
63.3. Confiesa que los testamentos tienen autoridad (divina) y son concedidos a los más dignos.
63.4. Por eso nuevamente el salmo dice sobre Dios: “No hizo así a ningún pueblo, ni les manifestó sus juicios” (Sal 147 [148],20). Con (las palabras) “no hizo así” (quiere decir) que “hizo”, pero no “así”. Ahora bien, el “así” estableció una comparación con la supremacía a nosotros reservada. Y, sin duda, el profeta podía haber dicho simplemente “no hizo”, sin la añadidura de “así”.
63.5. También Pedro, en los “Hechos [de los apóstoles]”, dice: “Comprendo ciertamente que Dios no tiene acepción de personas, sino que en toda nación es aceptado por Él quien lo teme y practica la justicia” (Hch 10,34-35).
Dios es bueno
64.1. La no acepción de personas de Dios no reside en el tiempo, sino que es eterna; ni su beneficencia ha tenido jamás comienzo, ni tampoco está circunscrita a lugar alguno o a personas determinadas; porque tampoco su propensión a la beneficencia (es) parcial.
64.2. “Ábranme las puertas de la justicia -dice- y al entrar por ellas confesaré al Señor. Ésta es la puerta del Señor; los justos entrarán por ella” (Sal 117 [118],19-20).
64.3. Explicando el dicho del profeta, Bernabé añade: “De las muchas puertas que están abiertas, la misma que está en la justicia está en Cristo; bienaventurados todos los que por ella entran” (no Seudo Bernabé, sino Clemente de Roma, Carta primera a los Corintios, 48,4).
64.4. De este mismo pensamiento se ocupa aquel otro dicho profético: “El Señor (está) sobre la inmensidad de las aguas” (Sal 28 [29],3), no sólo de los distintos testamentos, sino también de los diversos modos de enseñanza que tanto entre los griegos como entre los bárbaros conducen hacia la justicia.
64.5. Y David, dando también un claro testimonio con la verdad (cf. Jn 18,37), canta (lit.: salmodia): “¡Que se vuelvan los pecadores al Hades!, todas las naciones que se olvidan de Dios” (Sal 9,18).
64.6. Y ciertamente se olvidan los que anteriormente recordaban, y desdeñan al que conocían antes de olvidarlo. Entonces existía un confuso conocimiento de Dios también entre los gentiles.
El gnóstico debe estudiar
65.1. Demos también por finalizado este argumento. Pero es necesario que el gnóstico sea de gran saber y, puesto que los griegos, con Protágoras al frente, dicen que todo argumento tiene su contrario, conviene que se hable de cómo hay que prepararse frente a esos mismos argumentos.
65.2. Porque la Escritura dice: “Quien mucho habla, también tendrá que escuchar” (Jb 11,2). “¿Quién va a entender la parábola del Señor sino el sabio, el inteligente y el que ama a su Señor?” (Seudo Bernabé, Epístola, 6,10).
65.3. (Y) ese mismo “sea fiel, sea capaz de exponer la gnosis, sea sabio en la distinción de razonamientos, sea impetuoso en acciones, sea puro. Porque debe ser tanto más humilde cuanto parece ser mayor”, dice Clemente en la “Carta a los Corintios” (48,5-6).
65.4. Ese tal deberá obedecer aquel mandato: “Y arrebaten a aquellos del fuego, pero compadezcan a los que dudan” (Judas 23. 22).
65.5. Sin duda, la podadera (o: la hoz) ha sido hecha fundamentalmente para podar, pero también con ella desenredamos los sarmientos cuando están enredados y cortamos los espinos, cuyo contacto no es fácil, cuando crecen junto a las vides. Todas estas cosas tienen relación con la poda.
65.6. También el hombre ha nacido esencialmente para [tener] un conocimiento (profundo) de Dios, aunque también sea agricultor, geómetra y filósofo (cosas que sirven) para vivir, otra para vivir bien, y la tercera para generar los argumentos probatorios.
La filosofía no procede del diablo ni es falsa
66.1. Pero los que dicen que la filosofía ha salido del diablo, sepan que, porque lo dice la Escritura, el diablo se transforma en “ángel de luz” (2 Co 11,4), y ¿para qué lo hace? Muy claramente para profetizar.
66.2. Y si profetiza como “ángel de luz”, por consiguiente dirá la verdad. Si ha de profetizar cosas angélicas, luminosas y cosas útiles, si se transformara conforme a semejanza de la actividad [del profeta], aun (cuando es) en verdad otro, según el fundamento de la apostasía.
66.3. ¿Cómo podría engañar a alguien, si no engañase mediante cosas verdaderas al amante del saber haciéndoselo familiar y así más tarde arrastrarlo a la mentira?
66.4. Precisamente también se descubrirá que es conocedor de la verdad, y si no comprensivamente (o: completamente), sin embargo no es un ignorante de la misma.
66.5. Por tanto, la filosofía no (es) falsa, puesto que el ladrón y el mentiroso (cf. Jn 10,1; 8,44), disfrazándose (lit.: transformándose) de su actividad, dice cosas verdaderas; ciertamente, puesto que no se debe condenar previamente con ignorancia lo que se dice a causa del que habla, ni tampoco se debe estar en guardia respecto a los que se dicen profetas ahora; sino que se ha de examinar lo que dicen, (por) si contiene algo de verdad.
LIBRO SEXTO
Capítulo VIII: El gnóstico y el estudio
Testimonio de san Pablo sobre el valor de la filosofía
62.1. En las cartas Pablo no censura abiertamente la filosofía, sino que pretende que quien ha alcanzado la altura del gnóstico no conviene que retorne ya más a la filosofía griega, llamándola alegóricamente “elementos del mundo” (Ga 4,3; Col 2,8), porque es algo elemental e instrucción preliminar de la verdad.
62.2. Por es cuando también escribe a los hebreos que desde la fe se pasaban a la Ley, dice: “Nuevamente necesitan que se les enseñe cuáles son los elementos del comienzo de los oráculos de Dios, y han llegado a tener necesidad de leche, no de alimento sólido” (Hb 5,12). E igualmente a los colosenses que se convertían desde el helenismo:
62.3. “Miren que no los esté robando el saqueador mediante la filosofía y el vacío engaño conforme a la tradición de los hombres, según los elementos de este mundo y no según Cristo” (Col 2,8), seduciéndoos con halagos para que vuelvan de nuevo a la filosofía, la enseñanza elemental.
62.4. Y si alguien dijere que la filosofía ha sido .descubierta para (o: por) los griegos con la inteligencia humana, yo encuentro, no obstante, en las Escrituras la afirmación de que la inteligencia es un regalo de Dios.
Testimonios bíblicos sobre la filosofía
63.1. El salmista, por ejemplo, piensa que la inteligencia es un gran regalo, y suplica diciendo: “Yo soy tu siervo; hazme comprender” (Sal 118 [119],125).
63.2. Y David, no pidiendo la amplia experiencia de la gnosis, escribe: “Enséñame bondad, educación y gnosis, porque he creído en tus mandamientos” (Sal 118 [119],66).
63.3. Confiesa que los testamentos tienen autoridad (divina) y son concedidos a los más dignos.
63.4. Por eso nuevamente el salmo dice sobre Dios: “No hizo así a ningún pueblo, ni les manifestó sus juicios” (Sal 147 [148],20). Con (las palabras) “no hizo así” (quiere decir) que “hizo”, pero no “así”. Ahora bien, el “así” estableció una comparación con la supremacía a nosotros reservada. Y, sin duda, el profeta podía haber dicho simplemente “no hizo”, sin la añadidura de “así”.
63.5. También Pedro, en los “Hechos [de los apóstoles]”, dice: “Comprendo ciertamente que Dios no tiene acepción de personas, sino que en toda nación es aceptado por Él quien lo teme y practica la justicia” (Hch 10,34-35).
Dios es bueno
64.1. La no acepción de personas de Dios no reside en el tiempo, sino que es eterna; ni su beneficencia ha tenido jamás comienzo, ni tampoco está circunscrita a lugar alguno o a personas determinadas; porque tampoco su propensión a la beneficencia (es) parcial.
64.2. “Ábranme las puertas de la justicia -dice- y al entrar por ellas confesaré al Señor. Ésta es la puerta del Señor; los justos entrarán por ella” (Sal 117 [118],19-20).
64.3. Explicando el dicho del profeta, Bernabé añade: “De las muchas puertas que están abiertas, la misma que está en la justicia está en Cristo; bienaventurados todos los que por ella entran” (no Seudo Bernabé, sino Clemente de Roma, Carta primera a los Corintios, 48,4).
64.4. De este mismo pensamiento se ocupa aquel otro dicho profético: “El Señor (está) sobre la inmensidad de las aguas” (Sal 28 [29],3), no sólo de los distintos testamentos, sino también de los diversos modos de enseñanza que tanto entre los griegos como entre los bárbaros conducen hacia la justicia.
64.5. Y David, dando también un claro testimonio con la verdad (cf. Jn 18,37), canta (lit.: salmodia): “¡Que se vuelvan los pecadores al Hades!, todas las naciones que se olvidan de Dios” (Sal 9,18).
64.6. Y ciertamente se olvidan los que anteriormente recordaban, y desdeñan al que conocían antes de olvidarlo. Entonces existía un confuso conocimiento de Dios también entre los gentiles.
El gnóstico debe estudiar
65.1. Demos también por finalizado este argumento. Pero es necesario que el gnóstico sea de gran saber y, puesto que los griegos, con Protágoras al frente, dicen que todo argumento tiene su contrario, conviene que se hable de cómo hay que prepararse frente a esos mismos argumentos.
65.2. Porque la Escritura dice: “Quien mucho habla, también tendrá que escuchar” (Jb 11,2). “¿Quién va a entender la parábola del Señor sino el sabio, el inteligente y el que ama a su Señor?” (Seudo Bernabé, Epístola, 6,10).
65.3. (Y) ese mismo “sea fiel, sea capaz de exponer la gnosis, sea sabio en la distinción de razonamientos, sea impetuoso en acciones, sea puro. Porque debe ser tanto más humilde cuanto parece ser mayor”, dice Clemente en la “Carta a los Corintios” (48,5-6).
65.4. Ese tal deberá obedecer aquel mandato: “Y arrebaten a aquellos del fuego, pero compadezcan a los que dudan” (Judas 23. 22).
65.5. Sin duda, la podadera (o: la hoz) ha sido hecha fundamentalmente para podar, pero también con ella desenredamos los sarmientos cuando están enredados y cortamos los espinos, cuyo contacto no es fácil, cuando crecen junto a las vides. Todas estas cosas tienen relación con la poda.
65.6. También el hombre ha nacido esencialmente para [tener] un conocimiento (profundo) de Dios, aunque también sea agricultor, geómetra y filósofo (cosas que sirven) para vivir, otra para vivir bien, y la tercera para generar los argumentos probatorios.
La filosofía no procede del diablo ni es falsa
66.1. Pero los que dicen que la filosofía ha salido del diablo, sepan que, porque lo dice la Escritura, el diablo se transforma en “ángel de luz” (2 Co 11,4), y ¿para qué lo hace? Muy claramente para profetizar.
66.2. Y si profetiza como “ángel de luz”, por consiguiente dirá la verdad. Si ha de profetizar cosas angélicas, luminosas y cosas útiles, si se transformara conforme a semejanza de la actividad [del profeta], aun (cuando es) en verdad otro, según el fundamento de la apostasía.
66.3. ¿Cómo podría engañar a alguien, si no engañase mediante cosas verdaderas al amante del saber haciéndoselo familiar y así más tarde arrastrarlo a la mentira?
66.4. Precisamente también se descubrirá que es conocedor de la verdad, y si no comprensivamente (o: completamente), sin embargo no es un ignorante de la misma.
66.5. Por tanto, la filosofía no (es) falsa, puesto que el ladrón y el mentiroso (cf. Jn 10,1; 8,44), disfrazándose (lit.: transformándose) de su actividad, dice cosas verdaderas; ciertamente, puesto que no se debe condenar previamente con ignorancia lo que se dice a causa del que habla, ni tampoco se debe estar en guardia respecto a los que se dicen profetas ahora; sino que se ha de examinar lo que dicen, (por) si contiene algo de verdad.
La filosofía les fue dada a los griegos como alianza
67.1. Y no erramos, hablando en general, si decimos que todo lo necesario y útil para la vida nos viene de Dios, y que la filosofía también fue dada a los griegos como una alianza propia para ellos, constituyendo la base de la filosofía según Cristo, aunque los filósofos griegos se hagan los sordos ante la verdad, desdeñando la voz de los bárbaros o temiendo también el peligro de muerte que pende sobre el que es fiel, según las leyes políticas.
67.2. E igual que en la filosofía bárbara, así también en la griega fue sembrada la cizaña por el propio agricultor de la cizaña (cf. Mt 13,24-39). De ahí que entre nosotros hayan crecido las herejías junto con el trigo legítimo; (y) los que esparcieron la impiedad y el placer de Epicuro, y todas las otras cosas proclamadas en la filosofía griega al margen de la recta razón, son los que constituyen los frutos espurios de la siembra (o: agricultura) regalada por Dios a los griegos.
La ciencia perfecta
68.1. A esa [filosofía] voluptuosa y egoísta (es) a la que el Apóstol llama “sabiduría de este mundo” (1 Co 2,6), como si sólo enseñara lo que (es) de este mundo y lo que se refiere a él, dependiendo consecuentemente de los poderes que dominan aquí abajo. Por eso también esta filosofía parcial es algo elemental, mientras que la ciencia verdaderamente perfecta va más allá del mundo y se refiere a las realidades inteligibles e incluso más espirituales que éstas, “las que ni ojo vio, ni oído oyó, ni subió al corazón de los hombres” (1 Co 2,9), hasta que el Maestro nos iluminó la razón de todo ello, revelándonos lo santo de los santos y lo que en la escala ascensional es más santo aún, a los herederos legítimos, no falsos, de la adopción divina del Señor.
68.2. Porque también nosotros nos atrevemos a decir -puesto que aquí está la fe gnóstica- que el gnóstico es en realidad conocedor de todo y el que lo comprende todo, sirviéndose de una comprensión segura incluso de las cosas para nosotros inexplicables (o: imposibles); así (eran) Santiago, Pedro, Juan, Pablo y los demás apóstoles.
68.3. Porque la profecía está llena de gnosis, en cuanto dada por el Señor e iluminada también por el Señor a los apóstoles. Y ciertamente la gnosis es una propiedad del alma racional que se ejercita para ser inscrita en la inmortalidad precisamente por medio de la gnosis. Porque ambas, la gnosis como su impulso son fuerzas del alma.
Sobre la gnosis
69.1. Pero encontramos que el impulso es un una movimiento después de un consentimiento. Porque quien ha tomado impulso para alguna acción tiene antes la gnosis de lo que ha de hacer, y después el impulso.
69.2. Pero reflexionemos ahora sobre esto: puesto que el aprender es anterior al obrar -porque naturalmente quien realiza lo que quiere hacer, lo conoce con anterioridad-, y la gnosis ciertamente (procede) del aprendizaje, el actuar (deriva) del impulso, lo mismo que la gnosis del aprender; así se deduce que a la ciencia sigue el impulso y después viene la acción. La gnosis es principio y creadora (demiurga) de toda acción racional; por eso es lógico que la característica específica del alma racional sea caracterizada sólo (por la gnosis).
69.3. Porque en realidad, el impulso, como la gnosis, es un movimiento frente a las cosas, pero la gnosis, concretamente, es una visión del alma respecto de un ser o de algunos; pero cuando es perfecta, lo (es) de todos en conjunto.
“El discípulo de la Sabiduría”
70.1. En verdad, algunos dicen que el hombre sabio está persuadido de que hay algunas cosas incomprensibles, como que también tiene cierta comprensión de esas cosas, porque comprende que las cosas incomprensibles permanecen incomprensibles.
70.2. Lo cual es común en las personas que pueden ver poco ante sí (o: poco perspicaces); cualquiera de ellas podría afirmar que existen cosas incomprensibles. Pero aquel gnóstico sobre el que hablo, él mismo comprende las cosas que a los otros parecen incomprensibles, porque cree que nada es incomprensible para el Hijo de Dios, y por ello, nada que no se pueda enseñar. Puesto que quien padeció por amor nuestro no ocultaría nada relativo a la enseñanza de la gnosis.
70.3. Esta fe, por tanto, genera una demostración segura, porque la verdad va unida a las cosas transmitidas por Dios.
70.4. “Pero si también alguno desea una rica experiencia, [ella] conoce el pasado y conjetura el porvenir, reconoce las falacias de los discursos y las soluciones de los enigmas, interpreta los signos y prodigios, y los resultados de las estaciones y de los tiempos” (Sb 8,8), tal es el discípulo de la Sabiduría.
67.1. Y no erramos, hablando en general, si decimos que todo lo necesario y útil para la vida nos viene de Dios, y que la filosofía también fue dada a los griegos como una alianza propia para ellos, constituyendo la base de la filosofía según Cristo, aunque los filósofos griegos se hagan los sordos ante la verdad, desdeñando la voz de los bárbaros o temiendo también el peligro de muerte que pende sobre el que es fiel, según las leyes políticas.
67.2. E igual que en la filosofía bárbara, así también en la griega fue sembrada la cizaña por el propio agricultor de la cizaña (cf. Mt 13,24-39). De ahí que entre nosotros hayan crecido las herejías junto con el trigo legítimo; (y) los que esparcieron la impiedad y el placer de Epicuro, y todas las otras cosas proclamadas en la filosofía griega al margen de la recta razón, son los que constituyen los frutos espurios de la siembra (o: agricultura) regalada por Dios a los griegos.
La ciencia perfecta
68.1. A esa [filosofía] voluptuosa y egoísta (es) a la que el Apóstol llama “sabiduría de este mundo” (1 Co 2,6), como si sólo enseñara lo que (es) de este mundo y lo que se refiere a él, dependiendo consecuentemente de los poderes que dominan aquí abajo. Por eso también esta filosofía parcial es algo elemental, mientras que la ciencia verdaderamente perfecta va más allá del mundo y se refiere a las realidades inteligibles e incluso más espirituales que éstas, “las que ni ojo vio, ni oído oyó, ni subió al corazón de los hombres” (1 Co 2,9), hasta que el Maestro nos iluminó la razón de todo ello, revelándonos lo santo de los santos y lo que en la escala ascensional es más santo aún, a los herederos legítimos, no falsos, de la adopción divina del Señor.
68.2. Porque también nosotros nos atrevemos a decir -puesto que aquí está la fe gnóstica- que el gnóstico es en realidad conocedor de todo y el que lo comprende todo, sirviéndose de una comprensión segura incluso de las cosas para nosotros inexplicables (o: imposibles); así (eran) Santiago, Pedro, Juan, Pablo y los demás apóstoles.
68.3. Porque la profecía está llena de gnosis, en cuanto dada por el Señor e iluminada también por el Señor a los apóstoles. Y ciertamente la gnosis es una propiedad del alma racional que se ejercita para ser inscrita en la inmortalidad precisamente por medio de la gnosis. Porque ambas, la gnosis como su impulso son fuerzas del alma.
Sobre la gnosis
69.1. Pero encontramos que el impulso es un una movimiento después de un consentimiento. Porque quien ha tomado impulso para alguna acción tiene antes la gnosis de lo que ha de hacer, y después el impulso.
69.2. Pero reflexionemos ahora sobre esto: puesto que el aprender es anterior al obrar -porque naturalmente quien realiza lo que quiere hacer, lo conoce con anterioridad-, y la gnosis ciertamente (procede) del aprendizaje, el actuar (deriva) del impulso, lo mismo que la gnosis del aprender; así se deduce que a la ciencia sigue el impulso y después viene la acción. La gnosis es principio y creadora (demiurga) de toda acción racional; por eso es lógico que la característica específica del alma racional sea caracterizada sólo (por la gnosis).
69.3. Porque en realidad, el impulso, como la gnosis, es un movimiento frente a las cosas, pero la gnosis, concretamente, es una visión del alma respecto de un ser o de algunos; pero cuando es perfecta, lo (es) de todos en conjunto.
“El discípulo de la Sabiduría”
70.1. En verdad, algunos dicen que el hombre sabio está persuadido de que hay algunas cosas incomprensibles, como que también tiene cierta comprensión de esas cosas, porque comprende que las cosas incomprensibles permanecen incomprensibles.
70.2. Lo cual es común en las personas que pueden ver poco ante sí (o: poco perspicaces); cualquiera de ellas podría afirmar que existen cosas incomprensibles. Pero aquel gnóstico sobre el que hablo, él mismo comprende las cosas que a los otros parecen incomprensibles, porque cree que nada es incomprensible para el Hijo de Dios, y por ello, nada que no se pueda enseñar. Puesto que quien padeció por amor nuestro no ocultaría nada relativo a la enseñanza de la gnosis.
70.3. Esta fe, por tanto, genera una demostración segura, porque la verdad va unida a las cosas transmitidas por Dios.
70.4. “Pero si también alguno desea una rica experiencia, [ella] conoce el pasado y conjetura el porvenir, reconoce las falacias de los discursos y las soluciones de los enigmas, interpreta los signos y prodigios, y los resultados de las estaciones y de los tiempos” (Sb 8,8), tal es el discípulo de la Sabiduría.