OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (191)

Anuntiatio2.jpg
Anunciación
Siglo XII
Sacramentario
Autun, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO QUINTO

Capítulo VIII: (continuación): El lenguaje simbólico en la Sagrada Escritura. “Filosofía bárbara” y filosofía griega

   Los preceptos de Moisés en la “Epístola” del Seudo Bernabé. Simbolismos de los hebreos

51.1. Por tanto, no es imposible que también la filosofía bárbara, sobre la que nos corresponde hablar, profetice en algunas cosas de forma secreta y mediante símbolos, como se ha demostrado.

51.2. De igual manera, Moisés también exhorta eso mismo, respecto a lo común (= lo que concierne a todos sin excepción): “No coman cerdo, ni águila, ni buitre (lit.: el de alas rápidas), ni cuervo” (Seudo Bernabé, Epístola, 10,1; cf. Lv 11,7. 13-14; Dt 14,8. 12-13).

51.3. Porque el cerdo indica la concupiscencia de alimentos, amiga del placer e impura, la avidez de placeres amorosos y la sucia intemperancia. Siempre rascando su materialidad y tendido en el fango, engordando para el degüello y la destrucción.

51.4. Pero, el contrario, ordena comer el animal de pezuña hendida y rumiante, lo que significa, dice Bernabé, que es necesario juntarse con “quienes temen al Señor y meditan en el corazón la exacta deifición de la palabra que han recibido, a quienes tienen en su boca los juicios del Señor y los observan, a quienes saben que la meditación es una acción gozosa, y a quienes rumian la palabra del Señor.

51.5. Pero, ¿(qué significa el animal) de pezuña hendida ? Que el justo también camina en este mundo y espera la eternidad santa” (Seudo Bernabé, Epístola, 10,11; cf. Lv 11,1-7).

51.6. Luego añade: “Vean cómo Moisés legisló hermosamente. Sin embargo, ¿de dónde les vino a aquellos el pensar y comprender esto? Nosotros justamente comprendiendo los mandamientos, hablamos como el Señor quiso. Por eso nos ha circuncidado los oídos y los corazones: para que comprendamos esas cosas” (Seudo Bernabé, Epístola, 10,11-12).

Testimonios del Seudo Bernabé y de Clemente de Roma

52.1. Ciertamente cuando dice: “No comas el águila, ni el buitre, ni el milano, ni el cuervo (cf. Lv 11,13-16; Dt 14,12-16); no te asocies, dice, ni te parezcas a esos hombres, que no saben procurarse el alimento mediante el trabajo y el sudor, sino que viven en la rapiña y la injusticia” (Seudo Bernabé, Epístola, 10,4).

52.2. Porque el águila indica la rapiña, el buitre la injusticia, y el cuervo la codicia.

52.3. Y está escrito: “Con el varón inocente serás inocente, con el elegido serás elegido, y con el astuto (o: torcido), sagaz” (Sal 17 [18],26-27). Conviene, por tanto, asociarse a los santos, “porque los que están unidos a ellos se harán santos” (Clemente de Roma, Epístola primera a los Corintios, 46,2).

52.4. Por eso escribe Teognis: “Porque de los virtuosos aprenderás la virtud; pero, si te mezclas con los malos, perderás incluso la sensatez que tengas” (Teognis de Megara, Fragmentos, 35-36).

52.5. Cuando [Moisés] dice en la oda: “Puesto que gloriosamente se ha mostrado, precipitando en el mar al caballo y al jinete” (Ex 15,1); a la pasión de muchas patas, animalesca (o: brutal) e impetuosa, la concupiscencia, juntamente con el auriga que la monta, soltando las riendas hacia los placeres “los arrojó al mar”, lanzándolos a las marejadas del mundo.

La historia de José y sus hermanos

53.1. Así también Platón en el [tratado] “Sobre el alma” dice que el auriga y el caballo rebelde -la parte irracional, que se divide en dos, la ira y la concupiscencia- cayeron (se trata en realidad del Fedro, 247 B y 248 C). Así, también el mito da a entender que Faetón cayó del carruaje por la intemperancia de los potros.

53.2. Y he aquí también lo referente a José: los hermanos tuvieron envidia de este joven, porque veía hacia delantemás por su gnosis; “lo despojaron de su túnica multicolor y tomándolo lo arrojaron a un pozo, pero el pozo estaba vacío y no tenía agua” (Gn 37,23-24).

53.3. Arrojando la florida gnosis que el virtuoso [joven] (tenía) gracias a su esfuerzo, o contentándose con la mera fe según la Ley, arrojaron (la gnosis) en el pozo vacío de agua, para venderlo a Egipto, desprovisto (lit.: yermo) del Verbo divino. El pozo estaba vacío de ciencia; en él, arrojado [José] y desvestido de la gnosis, el sabio desconocido (o: ignorado) parecía igual que los hermanos, desnudo de gnosis.

53.4. Según otra intrepretación, el vestido multicolor sería la concupiscencia que conduce a un abismo sin fondo.

53.5. “Si uno abre o cava un pozo, dice [la Escritura], y no lo cubre, y cayere en él un ternero o un asno, el dueño del pozo pagará en dinero y se lo dará a su vecino, pero el animal muerto será para él” (Ex 21,33-34).

El discernimiento es necesario para quienes enseñan

54.1. Proclame yo aquí aquella profecía: “El buey conoció a quien lo compró, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no me ha entendido” (Is 1,3).

54.2. Por consiguiente, sé prudente, dice, en el uso de la palabra, no sea que alguno de éstos (= que carecen de gnosis), cayendo sobre la gnosis que tú enseñas, e incapaz de retener la Verdad, la entienda mal y caiga; y a los que se aproximen de manera irracional, ciérrales la fuente profunda del agua viva (cf. Jr 2,13), pero da de beber (cf. Ap 22,17) a los que tienen sed de la verdad.

54.3. Y cierra el pozo ocultándolo a los que no son capaces de recibir “la profundidad de la gnosis” (Rm 11,33).

54.4. Porque el dueño del pozo, el gnóstico mismo, será castigado, dice [la Escritura], porque es responsable (o: la causa) de haber escandalizado a alguien o ahogado en el abismo de la Palabra, al ser aún de pequeño espíritu; o bien, porque quiso llevar al trabajador hacia la contemplación, y lo desvió con alegatos de la fe espontánea. “Pagará en dinero” (Ex 21,34) y deberá dar razón y rendir cuenta ante la voluntad del Todopoderoso.

Juan Bautista señaló al Mesías

55.1. Ese mismo es el modo de ser (týpos) de la Ley y de los Profetas hasta Juan (cf. Mt 11,13; Lc 16,16); pero éste en verdad habló más claramente como quien ya no profetizaba, sino que mostraba ya como presente al que desde el principio era anunciado simbólicamente; igualmente dice: “No soy digno de desatar la correa de la sandalia del Señor” (Jn 1,27; cf. Mc 1,7; Lc 3,16).

55.2. Porque confiesa que él no es digno de bautizar a tan gran Poder, puesto que es necesario que los que purifican desaten el alma del cuerpo y de sus pecados, como al pie de la correa (cf. Mc 1,7).

55.3. Pero también [da a entender] la acción última del Salvador por nosotros, la inmediata, dice, la de la parusía (= la encarnación), oculta en el enigma de la profecía. Porque quien mostró lo vaticinado mediante la visión directa (cf. Jn 1,29), indicando la parusía ya presente que desde mucho tiempo caminaba hacia la manifestación plena, realmente ha desatado el fin de los oráculos de la economía (salvífica), revelando el significado de los símbolos.

55.4. También se hacía esto entre los romanos respecto a los testamentos que ordenaban una disposición: aquellas balanzas, (signo) de justicia, las monedas, las emancipaciones (de los esclavos), y los toques de las orejas; lo uno para dar a entender la equidad, lo otro designaba la distribución de los bienes (conformne a su valor), y el resto para que el que interviniera, como si se le impusiera una carga, puesto de pie, escuchara y desempeñara la función de mediador.

Capítulo IX: “Filosofía bárbara” y filosofía griega

   El ocultamiento que resalta la belleza

56.1. Pero, al parecer, llevado por el deseo de probar, he ido más allá de lo conveniente. Porque la vida no me sería suficiente para enumerar la multitud de los que filosofan mediante símbolos.

56.2. Ayudar a la memoria, a la concisión y a la verdad, esos (son los fines) de los escritos de la filosofía bárbara (otra traducción: los escritos de la filosofía bárbara han empleado esos mismos [símbolos] por razón de la memoria, la concisión y el interés por la verdad).

56.3. Porque quieren en realidad que la auténtica filosofía y la verdadera teología estén a disposición solamente de quienes las practican frecuentemente, y de los que dan prueba conforme a la fe y a la vida.

56.4. Eso sí, quieren que necesitemos un exégeta y un guía (o: preceptor, maestro); porque también se estudiarían más y serían útiles a los dignos de ellas, y estarían menos expuestos al error, al recibirlas de los competentes como es debido.

56.5. Por otra parte, todo lo que se transparenta a través de un velo muestra la verdad de un modo más grande y digno. Al igual que los frutos vistos a través del agua, y las formas que mediante velos permiten adivinar algunos encantos en ellas. Porque (las formas) resplandecientes de luz se hacen por eso mismo convincentes, y las manifiestas son conocidas de manera uniforme.

Es necesario custodiar el secreto

57.1. Ahora bien, se puede hacer uso de varias interpretaciones, como nosotros lo hacemos, de lo que se dice veladamente. De esta manera, el inexperto e ignorante vacila, pero el gnóstico comprende.

57.2. (Las Escrituras) no querían que todo fuera entregado inconsideradamente a los primeros que lleguen, “ni que los bienes de la sabiduría sean comunicados a quienes no purifican el alma ni en sueños; pues no está permitido manifestar a cualesquiera los bienes obtenidos después de tan grandes luchas, ni exponer a los profanos los misterios del Verbo” (Jámblico, Vida de Pitágoras, 17,75).

57.3. Se dice también que Hiparco el pitagórico, siendo responsable de haber puesto por escrito abiertamente los [misterios] de Pitágoras, fue expulsado de la escuela pitagórica, y que le fue puesta una estela, como a un muerto (Hiparco, Vida de Pitágoras, 75,8).

57.4. Por eso, también en la filosofía bárbara se llaman muertos (cf. Rm 6,11; Ef 2,1) a los que han apostatado de los dogmas y han sometido completamente la inteligencia a las pasiones animales.

57.5. “Porque, ¿qué asociación existe entre la justicia, y la iniquidad, según el divino Apóstol, o qué comunidad entre la luz y la oscuridad? ¿Qué acuerdo entre Cristo y Beliar ¿O qué parte (tiene) el creyente con el incrédulo?” (2 Co 6,14-15). Diversos son los honores de los del Olimpo y los de los muertos (cf. Platón, Las Leyes, IV,717 B; V,727 B).

57.6. “Por lo cual salgan de en medio de ellos y apártense, dice el Señor, y no toquen cosa inmunda; y yo los acogeré y seré su padre, y ustedes serán mis hijos e hijas” (2 Co 6,17-18).

El secreto entre los griegos

58.1. No sólo (fueron) los pitagóricos y Platón los únicos que ocultaron muchas cosas, sino que también los epicúreos dicen que ellos tienen sus propios secretos y que no está permitido a todos acceder a esos escritos.

58.2. Pero también los estoicos dicen que Zenón fue el primero que (compuso) algunos escritos, que no permitían conocer a fondo fácilmente a los discípulos, a no ser que previamente hubieran dado pruebas de filosofar correctamente .

58.3. Y (los discípulos) de Aristóteles dicen también que algunos de sus escritos son esotéricos, y otros, comunes y exotéricos.

58.4. Por otra parte, también los fundadores (o: iniciadores) de misterios, siendo filósofos, cubrieron sus dogmas con mitos, para que no fuesen manifiestos a todos.

58.5. Si quienes velaban las opiniones humanas impidieron que los ignorantes tuvieran acceso a ellas, ¿no convenía que la contemplación santa y bienaventurada de la auténtica realidad esté velada más que cualquier otra cosa?

58.6. Pero ni los [dogmas] de la filosofía bárbara, ni los mitos pitagóricos, ni siquiera los platónicos de Er el armenio en la “República” (X,614 B), de Eaco y Radamantis en el “Gorgias” (524 A), ni el de Tártaro en el “Fedón” (112 A), ni el de Prometeo y de Epimeteo en el “Protágoras” (320 D), ni el de la guerra de los atlantes y de los atenienses en el “Atlante” (o: Atlántico; cf. Platón, Timeo 25 B-D y Critias, 108-110), deben ser simplemente entendidos alegóricamente palabra por palabra (lit.: según todas las palabras), sino solamente (las ideas) que significan (semántica) el pensamiento en general, y así podremos descubrir, mediante símbolos, las cosas que se indican bajo el velo de la alegoría.

Los grados de los discípulos entre los griegos

59.1. Y ciertamente también la escuela de Pitágoras y las dos comunidades de discípulos llamaban oyentes a los más numerosos, e instruidos a algunos otros, los que se apoderaban con nobleza de la filosofía, insinuaba “que unas cosas se decían, pero otras se ocultaban” (Homero, Odisea, XI,443) a la mayoría.

59.2. Y de la misma manera, entre los peripatéticos, aquellos dos géneros, llamados en los discursos probable y científico, no estaba lejos de distinguir la opinión, respecto de la notoriedad y de la verdad.

59.3. “No te forzarán las flores del honor de la celebridad a buscar entre los mortales lo que sólo la piedad permite” (Empédocles, Fragmentos, 31 B 3).

59.4. Por cierto, las musas de Jonia dicen en términos precisos que la muchedumbre y los que se creen sabios siguen a los cantores del pueblo y observan sus reglas, sabiendo que (son) muchos los malévolos, y pocos los buenos, pero que los mejores persiguen la gloria.

59.5. “Porque los mejores, dice, prefieren una cosa: la gloria eterna de los mortales; pero la muchedumbre se ha saciado como animales” (Heráclito, Fragmentos, 22 B 29), “haciendo de su estómago y de sus vergüenzas y de lo que hay más vil en nosotros su felicidad” (Demóstenes, De corona, 296).

59.6. Y el gran Parménides de Elea propone una enseñanza de dos caminos, cuando escribe: “Uno es el corazón inquebrantable de la verdad persuasiva, otro las glorias de los mortales, en las que no hay verdadera fe” (Parménides, Fragmentos, 28 B 1).