INICIACIÓN A LA LECTURA DE LAS OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (42)

Hilario1.jpg
Un obispo (¿san Hilario?)
Pintura mural de la iglesia
San Hilario el Grande
Siglo XI
Poitiers, Francia
Hilario de Poitiers (+ 367) [segunda parte]

Obras

Las obras de Hilario de Poitiers pueden ser agrupadas, teniendo en cuenta sus temas, en obras doctrinales, exegéticas, históricas e himnográficas. El estilo literario de Hilario es denso y, algunas veces, se vuelve fatigoso por la acumulación de explicaciones secundarias alrededor de la proposición principal, lo que hace que su lenguaje no sea fácil; de esto da testimonio Jerónimo mismo: “San Hilario brilla en la literatura gálica y se adorna con flores de Grecia; pero se pierde a menudo en largos períodos y no es lectura para hermanos demasiado sencillos”(37).

A. Obras doctrinales

1. “La Trinidad” (De Trinitate)

Es la principal de sus obras doctrinales y la primera obra teológica de gran alcance escrita en lengua latina. No se sabe cuál fue el título que Hilario le puso a esta magna obra. Jerónimo la conoce como “Adversus Arianos”(38). Rufino de Aquileya(39), Juan Casiano(40) y León Magno(41) la denominan “De fide”. Mientras que Venancio Fortunato(42) y Casiodoro(43) ya le dan el título usado por las ediciones modernas: “De Trinitate”.

Consta de 12 libros y fue compuesta entre 356 y 359, durante los años del exilio, sin que se pueda excluir la posibilidad de que los tres últimos libros hayan sido compuestos a su regreso a la Galia. La obra se divide en dos partes de desigual amplitud. La primera abarca los tres libros iniciales, que son de tono más bien general, polemiza con los sabelianos y, sobre todo con los arrianos, tendiendo principalmente a exponer de forma positiva la doctrina católica, prestando gran atención a mantenerse en una línea media entre las dos herejías opuestas (el libro I tiene carácter introductorio; los libros II III son una exposición de conjunto sobre la relación entre el Padre y el Hijo y la condición divina de éste último). La segunda parte, que abarca los libros restantes, por algunos detalles da la impresión de haber sido concebida inicialmente como una obra aparte de los los tres primeros libros, y sólo en un segundo momento, después de una revisión general de la obra, Hilario los juntó a los primeros (en los libros IV VII se acude al Antiguo y al Nuevo Testamento para avalar la divinidad de la segunda persona trinitaria, y en los libros VIII XII se expone la doctrina católica refutando, por medio de diversos argumentos, las tesis arrianas).

Es errado pensar en la obra de Hilario como una mera imitación y vulgarización de las grandes doctrinas de la teología griega. La impostación hilariana es bastante diferente, y toma como punto de partida sobre todo los pasajes del AT que hacen alusión a teofanías (apariciones divinas a los patriarcas) para referirse conjuntamente a la distinción entre el Padre y el Hijo y a su cualidad como persona divina. El “De Trinitate” acusa la influencia de Novaciano y Tertuliano, a quienes recurre con gran libertad. Sin duda esta obra fue una exposición acabada sobre el tema, que constituyó una novedad en el campo de la literatura teológica latina y ejerció una notable influencia en la lucha antiarriana de su siglo y en épocas posteriores.

Ediciones: El texto latino ha sido editado por P. Smulders en CCL 62 (1979): libros I VII y 62A (1980): libros VIII XII. Existe trad. castellana de L. F. Ladaria en San Hilario de Poitiers. La Trinidad, Madrid, 1986, (BAC 481), acompañada del texto latino de la PL 10, 25-472 revisado conforme a la ed. de Smulders.

2. “Sobre los sínodos” (De synodis seu de fide Orientalium)

Obra compuesta alrededor de 358, cuidada e inteligente, que revela por primera vez en un occidental una plena comprensión de la compleja realidad política y religiosa de Oriente y logra evidenciar la diferencia existente entre un punto de vista genéricamente antiniceno y el específicamente filoarriano. Un ejemplo que, lamentablemente, no tuvo continuadores. En ella Hilario intenta unir a los antiarrianos de ambas partes del Imperio; busca eliminar los obstáculos -especialmente terminológicos- que provocaban tantas incomprensiones y sospechas entre ambos episcopados.

En su primera parte (caps. 1 65) Hilario examina las distintas profesiones de fe publicadas por los orientales entre 341 y 357; de entre estas solamente rechaza de modo total la segunda de Sirmio (357). En la segunda parte (caps. 66 92) compara los términos homoousios y homoiousios, entendiendo el concepto de semejante según la sustancia como equivalente a igual según la sustancia (ver M. Simonnetti, Patrología III, p. 51). Con gran agudeza muestra que una y otra fórmula podían ser interpretadas ortodoxa o heterodoxamente. Por tanto, era injustificada una separación apoyada exclusivamente en la distinción entre los dos términos. En su estado actual el De synodis presenta un apéndice, en el que Hilario se defiende de las acusaciones de Lucífero de Cagliari (ver M. Simonetti en Patrología III, pp. 51 52).

El De Synodis es un escrito poco común, casi único, en el período en que fue compuesto; sobre todo si se considera que los Orientales mismos, enredados en las dificultades del vocabulario y de las intrigas, no lograban clarificar la cuestión. Y que “en Occidente, Ambrosio demostrará comprender muy poco de las cosas del Oriente; y que todavía varios decenios después Jerónimo se sentirá embarazado en Antioquía frente a una terminología que le era poco familiar; tanto más singular, entonces, se nos aparece la grandeza y la capacidad de ubicar los puntos esenciales de la cuestión, que Hilario logra poner de relieve en el ámbito teológico”(44).

Ediciones: El texto latino se encuentra en PL 10, 479 546. Hay trad. castellana parcial de L. F. Ladaria en C. I. González, El desarrollo dogmático en los Concilios Cristológicos, Bogotá Eds. CELAM, 1991, pp. 398-444 (la trad. omite algunos párrafos que considera menos importantes).

B. Obras exegéticas

1. “Comentario sobre el Evangelio de Mateo” (Commentarius in Evangelium Matthaei)

Obra compuesta antes del exilio (alrededor de 353 355). Es el primer comentario completo a este Evangelio en lengua latina. Probablemente procede de una serie de homilías, pero revisadas y corregidas antes de su publicación. En esta obra Hilario combina el recurso al sentido literal y al alegórico, siendo en general el objetivo subyacente evidenciar el significado espiritual del Evangelio de Mateo, caro a nuestro autor. Hay cierto deseo de hacer resaltar la diferencia entre la antigua economía y la nueva. Aunque son palpables algunos procedimientos típicos de interpretación propios de la exégesis alejandrina, este comentario hilariano no revela un conocimiento directo por parte del autor del “Comentario a Mateo” de Orígenes. Algunas posturas doctrinales, de claro sentido antiarriano, son muy importantes porque nos dan a conocer la impostación de Hilario en un período en el cual todavía no había entrado en contacto con la teología griega; de hecho, su doctrina tiene ciertos rasgos arcaicos, como se encuentra también en otros escritores occidentales antiarrianos, quienes se veían obligados a recurrir a las obras de Tertuliano y Novaciano. En la identificación que hace Hilario del elemento divino en Cristo con el Espíritu Santo se advierten puntos de contacto con la profesión de fe compuesta por los occidentales en el concilio de Sárdica de 343.

Ediciones: El texto latino ha sido editado por J. Doignon en SCh 254 (1978), pp. 90-303 y SCh 258 (1979), pp. 10-261 [ambos vols. con trad. francesa].

2. “Tratados sobre los Salmos” (Tractatus super Psalmos)

Obra extensa compuesta alrededor de 365 (o mejor, entre los años 364-367), donde se palpa la influencia de Orígenes en la exégesis bíblica de Hilario, quien tomó de aquel desde citas escriturísticas, imágenes, ejemplos, hasta los mismos principios de interpretación (recurso a la alegoría). No obstante, añadió algunas novedades propias, de tenor más bien menor y de contenido trinitario y antiarriano.

En la introducción, Hilario explica su forma de interpretar el salterio y subraya la importancia de la versión griega de los LXX. Probablemente pensaba comentar todos los salmos pero, de hecho, no llegó a hacerlo. Esta obra es el primer comentario latino al salterio antes de las Enarraciones sobre los Salmos de san Agustín.

Ediciones: El texto latino ha sido editado por A. Zingerle en CSEL 22 (1891); sobre el Salmo 150 ver A. Willmart, RBen 43 (1931), pp. 281 283. El texto latino del comentario al Salmo 118 editado por M. Milhau puede verse en SCh 344 y 347 (1988).

3. “Tratado sobre los misterios” (Tractatus mysteriorum)

Obra breve compuesta alrededor de 365 en la que la exégesis de algunos episodios escogidos del AT descansa sobre el principio de que toda la Escritura habla del misterio de Cristo, y los hechos bíblicos sucedieron, por dispensación de Dios, para prefigurar y simbolizar la realidad futura de la encarnación del Verbo. No está ausente la dependencia respecto de Orígenes; en efecto, esta obra que se presenta como un tratado y no como resultante de la predicación, sigue en grandes líneas la interpretación tipológica tradicional. Sin embargo, es original en la exégesis de algunos detalles particulares, con clara preferencia por interpretaciones de carácter sacramental y escatológico.

Ediciones: El texto latino ha sido editado por A. Feder en CSEL 65 (1916), pp. 1 38 y J. P. Brisson en SCh 19 bis (1947). Existe trad. castellana de Juan José Ayán Calvo en Hilario de Poitiers. Tratado de los Misterios, Madrid, 1993 (Biblioteca de Patrística, 20).

C. Obras históricas

1. “Libro contra Constancio” (Liber contra Constantium Imperatorem)

Según A. Rocher, fue redactada en 360, pero Hilario le puso punto final y la editó recién al año siguiente. De modo que se sitúa “a caballo” entre el fin del exilio y el retorno a Occidente.

Su tono es fuertemente polémico. Hilario, con una certera visión histórica y aportando datos de primera mano, pone de relieve todo el daño que le ha acarreado a la Iglesia la intervención del monarca -secundado por algunos obispos inescrupulosos- en cuestiones de fe.

Ediciones: El texto latino ha sido editado últimamente por A. Rocher: SCh 334 (1987), pp. 166-223 (con trad. francesa).

2. “Libro (segundo) a Constancio emperador” (Liber [secundus] ad Constantium imperatorem)

Puede datarse en torno a 359/360. Hilario la compuso para presentarla al monarca, y en ella solicitaba no sólo una confrontación personal con Saturnino de Arlés, sino también la revisión de su causa, de modo que se le exonerase del exilio y se le permitiese volver a su diócesis. Argumentaba sobre lo injusto de su condena y le pedía a Constancio que abrazase la verdadera fe.

Ediciones: PL 10, 565-572; A. Feder: CSEL 65 (1916), pp. 195-205.

3. “Fragmentos históricos” (Collectanea Antiariana Parisina)

Bajo este título latino A. Feder reunió un buen número de pasajes de Hilario o recopilados por el obispo de Poitiers. Entre ellos se conservan fragmentos de una obra “Contra Valente y Ursacio”(45), y del “Libro I a Constancio” (Liber I ad Constantium).

Según el juicio de M. Simonetti, los fragmentos históricos constituyen una importante antología “de documentos más o menos oficiales inherentes a la controversia arriana, en gran parte cartas de varios personajes comprometidos en ella y declaraciones o profesiones (de fe) publicados por diversos concilios... No es del todo claro si estos documentos deben ser considerados como un trabajo preparatorio para una obra histórica, que nunca fue escrita, o bien si se trata de extractos de una obra perdida, que podría ser, al menos para algunos de ellos, el Liber contra Valentem et Ursacium del cual habla Jerónimo (De vir. ill. 100)”(46).

Los fragmentos históricos pueden datarse entre los años 355/56-367, al menos por lo que atañe a su recopilación; pero contienen documentos anteriores a la primera fecha mencionada.

Ediciones: PL 10, 557-564 (Libro I a Constancio); PL 10, 627-724 (para el resto de los fragmentos históricos); A. Feder: CSEL (1916), pp. 43-193.

4. “Contra arrianos o Contra Auxencio” (Contra Arianos vel Auxentium Mediolanensem)

Obra compuesta hacia 364, coincidentemente con la última intervención pública, que conocemos, de Hilario en la controversia arriana.

Jerónimo califica este escrito como un “ellegans libellus” (De vir. ill. 100). Su tono es, sin embargo, polémico. Hilario trata de “poner de manifiesto la astucia y la mala fe de su adversario (Auxencio). En apéndice trae una carta de Auxencio al emperador Valentiniano, que es de gran interés para comprender la posición de los arrianos en Occidente en aquel momento histórico”(47).

Ediciones: Texto latino en PL 10, 609 618.

D. Himnos

El “Libro de los himnos” (Liber hymnorum) se consideraba perdido hasta el descubrimiento y edición (1887) del manuscrito de Arezzo.

De los tres himnos que se han conservado, lamentablemente no completos, dos son “abecedarios” (una estrofa por cada una de las letras del alfabeto). Uno de ellos: “Ante saecula qui manes” (Himno I), trata sobre el misterio trinitario, las naturalezas humana y divina de Cristo y sus relaciones con el Padre; mientras que el otro: “Fefellit saevam” (Himno II), canta el triunfo de Cristo: en la primera parte describe el duelo entre la Muerte y la Vida (Cristo) con imágenes grandiosas y acentos épicos de gran lirismo; en la segunda parte, dominada por un clima de esperanza y de gloria, anuncia, mediante un alma renacida a la vida de la gracia, la certeza de la resurrección. “Una apología de la glorificación de los cristianos, resultante de la victoria de Cristo sobre la muerte, apología ‘prestada’ al alma de uno de los elegidos”(48).

El Himno III, “Adae carnis gloriosa”, cuyo texto se halla bastante mutilado al comienzo, celebra el triunfo de Cristo encarnado sobre el demonio. La representación narrativa culmina con el episodio del bautismo de Jesús: el adversario, confuso entre los pecadores penitentes, oye la proclamación de la filiación divina de Cristo y, habiendo reconocido inmediatamente en él al Salvador del género humano, inventa las artimañas para tentarlo y busca vencerlo.

Los especialistas han señalado los puntos de contacto de estos himnos con otras obras de Hilario. Así, el n. I con la parte central del “De Trinitate” (VII-X); el n. II con el libro primero del mismo tratado y el n. III con el “Comentario al Evangelio de Mateo”. Finalmente el proemio del “Libro de los Himnos” tiene paralelos significativos con la “Instructio Psalmorum”.

El interés de Hilario por los himnos data de su exilio en Frigia, donde constató que ya Arrio había difundido composiciones poéticas para lograr una mayor difusión de su doctrina (recuérdese que su Thalía estaba compuesta en prosa y en versos). Este recurso se hizo también común en grupos compuestos tanto por herejes como por ortodoxos, con el objetivo de expandir sus doctrinas y, a la vez, combatir a sus contrarios.

El “Liber hymnorum” debe datarse entre los años 360/61-367.

Ediciones: El texto latino editado por A. Feder se encuentra en CSEL 65 (1916), pp. 207 223 y en PLS I, 271 281.

Resta decir que el deseo de Hilario de introducir sus himnos de inspiración doctrinal en la liturgia oficial de su Iglesia en Occidente, donde solamente se usaban algunos de inspiración bíblica, fracasó. Este pobre resultado probablemente se debió a la estructura demasiado refinada y artificiosa, además de la densidad doctrinal de sus himnos, mientras que en Milán los himnos ambrosianos, de carácter más sencillo, tuvieron mejor fortuna.

E. Fragmentos breves de obras perdidas

a) «Respuesta apologética dirigida a los impugnadores del “Libro de los Sínodos”» (Apologetica ad reprehensores libri de synodis responsa)

Puede colocarse hacia el año 362 (?). Hilario la escribió, principalmente, para defenderse de los intransigentes, que impugnaban su acción en favor de una conciliación entre homousianos y homoiousianos.

Ediciones: Texto latino en PL 10, 545-548.

b) “Tratados (o Comentario) sobre Job” (Tractatus in Job). De esta obra sólo tenemos tres pasajes breves. Se ignora cuándo y dónde fue escrita. Según Jerónimo (De vir. ill. 100), Hilario se limitó a traducir “ad sensum” un comentario de Orígenes sobre el mismo libro bíblico.

Ediciones: PL 10,723; A. Feder: CSEL 16 (1916), pp. 229-231.

c) Dos fragmentos, atribuidos a Hilario y editados por A. Feder, serían de un “Comentario de la carta a Timoteo” (Expositio epistulae ad Timotheum) (49), y de una obra perdida (Fragm. ex quodam opere deperdito) (50).

Ediciones: PL 10, 724-725; A. Feder: CSEL 16 (1916), pp. 233-234.

F. Obras perdidas

Jerónimo (De vir. ill. 100) menciona dos obras que no han llegado hasta nosotros. Una de ellas él todavía la pudo leer: “Al prefecto Sallustio, o contra Dióscoro” (Ad praefectum Sallustium, sive contra Dioscorum). En este escrito, según se piensa, reaccionaba Hilario contra los abusos cometidos en la Galia por Dióscoro, vicario del prefecto Salustio, que intentaba restablecer los cultos paganos propugnados por el emperador Juliano (años 361-362). Pero J. Doignon considera que la obra se dirigía a Salustio, prefecto de Oriente de 361 a 367, protestando por las enseñanzas de Dióscoro, personaje que defendía las virtudes terapéuticas de las melodías paganas(51).

La otra obra perdida, que Jerónimo dice no haber conocido, sería un comentario (?) al “Cantar de los Cantares”(52).

Tampoco tenemos en la actualidad ninguna de la cartas mencionadas por Jerónimo(53).

Obras espurias

Varios escritos, entre ellos una epístola a su hija Abra, algunos himnos (entre los cuales se destaca uno sobre Cristo), un sermón, se atribuyen también sin fundamento a Hilario.

Notas

(45) Al parecer, constaba de tres libros. El primero lo habría escrito Hilario en el año 356, seguramente con la intención de justificar su posición de apoyo a Atanasio de Alejandría y su no participación en el sínodo de Milán (355). Lo más probable es que pensara presentarlo en el sínodo de Béziers (356), para defenderse de las acusaciones que se le formulaban. A pesar de no obtener los resultados que esperaba de esa asamblea, aprovechó los últimos días de su permanencia en la Galia para concluir esta primera parte de su obra. El segundo libro lo habría compuesto en el exilio (en torno a los años 359/360) y el tercero hacia el fin de su vida (366/367).
(46) Simonetti, p. 262.
(47) Simonetti, p. 262.
(48) C. Kannengiesser, DSp VII, 1a parte, 1969, col. 488.
(49) El fragmento se puede leer en las actas del segundo concilio de Sevilla del año 619: “San Hilario en la exposición de la Epístola a Timoteo habla así: “Pues cuando la Escritura dice: que Cristo es hombre, y cuando dice que Cristo murió, y cuando dice que el Verbo se hizo carne, no hay que privar a estas palabras de su sentido por una maniobra fraudulenta del lector. Pues donde se dice que Cristo es hombre, precede que es mediador de Dios y de los hombres, de Dios hecho hombre, los dos en uno, y medio entre el hombre y Dios por la confesión de ambas naturalezas en él. Donde ‘Cristo murió’ se añade: ‘El cual resucitó y está a la diestra de Dios’. En su muerte está la debilidad de nuestra carne, en la resurrección su poder, y en el trono junto a Dios, su dignidad”; trad. en J. Vives - T. Marín Martínez - G. Martínez Díez, Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid, Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1963, p. 180 (Col. España Cristiana. Textos: vol. I).
(50) Conservado por san Agustín en su Contra Iulianum (Réplica a Juliano), libro I, capítulo 3, párrafo 9: “Quién ignora que Hilario, obispo galo, fue en la Iglesia de Cristo un acérrimo luchador contra los herejes? Pon, pues, atención a sus palabras cuando habla de la carne de Cristo y dice: “Cuando fue enviado en semejanza de carne de pecado, tuvo carne, pero no tuvo pecado. Pero como toda carne trae su origen del pecado, esto es, del pecado de nuestro primer padre Adán, el Señor fue enviado en semejanza de carne de pecado, y en él existía no el pecado, sino la semejanza de la carne de pecado”; trad. de L. Arias Álvarez en Obras completas de San Agustín, t. XXXV, Madrid, 1984, pp. 449-450 (BAC 457).
(51) Apoyaría esta hipótesis la noticia de Jerónimo en una de sus cartas: “Hilario, confesor y obispo de mi tiempo, ... en un breve opúsculo contra el médico Dióscoro muestra bien su talento literario...”; Epístola 70,5 (dirigida al orador romano Flavio Magno; años 397/398); trad. de D. Ruiz Bueno en Cartas de San Jerónimo, t. I, Madrid, 1962, p. 666 (BAC 219).
(52) “Aiunt quidam scripsisse in canticum canticorum, sed a nobis hoc opus ignoratur”; De vir. ill.
(53) De vir. ill. 100: “nonnullae ad diversos epistulas...”.

(37) Ep. 58,10; trad. castellana (con texto latino) de Daniel Ruiz Bueno en Cartas de San Jerónimo, t. I, Madrid, 1962, p. 516 (BAC 219). La carta está dirigida a Paulino y es del año 395.
(38) De vir. ill. 86 y 100.
(39) Historia Eclesiástica I,31; PL 21,501.
(40) Sobre la encarnación del Señor contra Nestorio VII,24; CSEL 17 (1888), p. 382.
(41) Ep. 165,3; PL 54,1173.
(42) Vita Hilarii I,14; PL 9,195.
(43) Historia tripartita VI,24; CSEL 71 (1952) p. 340; Instituciones I,16,3; ed. R.A.B. Mynors, Oxford, 21961, p. 53.
(44) Simonetti, p. 261.