INICIACIÓN A LA LECTURA DE LAS OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (16)
Cristo enseñando entre los apóstoles
Principios del siglo IV
Catacumba de Domitila
Roma
Principios del siglo IV
Catacumba de Domitila
Roma
Orígenes (+254, probablemente): segunda parte
Vida de Orígenes
En Cesarea de Palestina
Impulsado por las tristes circunstancias que lo habían enfrentado con su obispo, Orígenes decidió instalarse en Cesarea de Palestina, y desde allí prosiguió su labor al servicio de la Iglesia. Por el Discurso de agradecimiento de Gregorio Taumaturgo sabemos que estaba al frente de una escuela, destinada a introducir en la doctrina cristiana a jóvenes con inquietudes intelectuales y religiosas. Con tal fin primero se les ofrecía una sólida enseñanza filosófica, y en un segundo momento se les daba una visión de las principales verdades del cristianismo. Si los asistentes pedían después ser bautizados, entonces se les suministraba la necesaria preparación catequética.
Orígenes proseguía trabajando con ahínco, siempre presionado por Ambrosio, pero sin descuidar nunca su vida espiritual; éste es uno de los aspectos que más parecen haber impresionado a Gregorio Taumaturgo: “Este hombre ha recibido de Dios el más grande don y porción bellísima del cielo: ser intérprete de las palabras de Dios a los hombres, entender las cosas de Dios como si Dios le hablara, y explicárselas a los hombres como si los hombres escucharan. De ahí que nada hubiera para nosotros misterioso, pues nada estaba escondido, nada nos era inaccesible” (Discurso de agradecimiento 15).
Su actividad como presbítero se redujo prácticamente a la predicación. A ella dedicaba tiempo y cuidado del todo particulares. Y, según Eusebio (HE VI,36,1), únicamente a los 60 años permitió a los taquígrafos transcribir sus predicaciones. Por lo que es muy probable que la mayor parte de las homilías que han llegado hasta nosotros sean posteriores al 245 (pero no todas, pues las Homilías sobre Lucas son anteriores a esa fecha, quizá de los primeros años de su residencia en Cesarea; ¿las escribió antes de pronunciarlas?). Llamativo es el hecho de que sólo a esa edad se sintiera seguro en el género homilético como para permitir la transcripción de lo que decía, en vistas a su ulterior publicación.
Tenemos unas 300 homilías de Orígenes, la mayor parte de ellas predicadas en Cesarea de Palestina
Viajes de Orígenes durante su residencia en Cesarea
El maestro siguió siendo objeto de varias invitaciones por parte de diversas Iglesias. En particular aquellas que no habían visto con agrado el modo de proceder de Demetrio de Alejandría contra Orígenes. Las fuentes nos dan noticias de los siguientes desplazamientos del alejandrino:
a) a Cesarea de Capadocia, invitado por el obispo Firmiliano. Después el mismo Firmiliano visitó a Orígenes en Judea: “para su mejoramiento en las cosas divinas” (HE VI,27). El viaje de Orígenes podría, pues, colocarse hacia el año 235 (?).
b) a Atenas, viaje que debió prolongarse bastante, pues Eusebio dice que en ese tiempo Orígenes “concluye los Comentarios a Ezequiel y comienza el Cantar, continuándolos allí mismo hasta el libro quinto” (HE VI,32,2). El viaje debe situarse entre el 238 y el 244 (bajo el reinado de Gordiano III).
c) a Nicomedia (ciudad ubicada a orillas del mar de Mármara), desde donde le escribió una carta a Julio Africano, contestando a las objeciones que éste le había hecho acerca de la autenticidad del episodio de Susana en el libro de Daniel (13,1ss). Este viaje debe colocarse antes del 244 (ver HE VI,31,1).
d) tal vez, un viaje a Roma (¿o Antioquía?) para encontrarse con Plotino (¿año 244 ó 245?).
e) a Arabia, en tres oportunidades. Primero para refutar a Berilo, obispo de Bostra, quien afirmaba “que nuestro Salvador y Señor no pre-existía con propia delimitación de ser antes de residir entre los hombres, y que tampoco poseía divinidad propia, sino únicamente la del Padre, que habita en él” (HE VI,33,1). Se reunió un sínodo, del cual Eusebio todavía pudo leer las actas (HE VI,33,3), y Orígenes logró que Berilo reconociera su error monarquiano (modalismo y adopcionismo). Este hecho debe datarse en el 244.
Un segundo viaje, también de carácter doctrinal, lo realiza Orígenes entre el 244 y el 249. Esta vez se trató de una discusión sobre la inmortalidad del alma, que los llamados Thnetopsychitas sostenían no se podía defender; “decían que el alma humana, en tanto dure el tiempo presente, muere en el trance postrero junto con los cuerpos y con ellos se corrompe, pero que de nuevo revivirá con ellos al tiempo de la resurrección” (HE VI,37). Según Eusebio, se reunió un concilio, se lo convocó a Orígenes y los que se habían desviado de la recta fe retornaron a la ortodoxia (HE VI,37).
El tercer viaje a Arabia no puede datarse con precisión, probablemente tuvo lugar entre los años 244-249. El hecho ha quedado atestiguado por las actas de un sínodo similar a los dos antes mencionados. Se trata del texto que se conoce bajo el título de Diálogo de Orígenes con Heracleides y los obispos sus colegas sobre el Padre, el Hijo y el alma. El obispo Heracleides, al que se le dedicó la primera parte del sínodo, fue investigado en su fe y Orígenes buscó obtener de él una confesión recta de los puntos debatidos: pre-existencia de Cristo; distinción y unidad de las dos personas, Padre e Hijo; las dos naturalezas de Cristo (Dios y hombre). Todo lo cual nos pone frente a la evidencia de que se trataba de errores monarquianos (modalismo y adopcionismo). En la segunda etapa del sínodo se abordó el tema de la inmortalidad del alma, que según parece seguía siendo objeto de discusión, incluso entre algunos de los miembros del episcopado (ver Diálogo con Heracleides 25 [“Heracleides” es la transcripción literal del griego]).
Muerte de Orígenes
Las fuentes ofrecen dos tradiciones mayores sobre el deceso de Orígenes. Ambas son mencionadas por Focio (Bibliotheca 118,92b). La primera sostiene que murió como mártir durante la persecución de Decio (249-251). Este quiso restaurar las antiguas tradiciones romanas y viendo un peligroso enemigo en el cristianismo, desató una fuerte persecución, la primera realmente “universal”. Durante ella muere mártir el gran amigo y protector de Orígenes, Alejandro de Jerusalén (¿251?; ver HE VI,39,2-3). El alejandrino habría muerto por el mismo período.
La segunda tradición, siguiendo a Eusebio, propone para la muerte de Orígenes una fecha posterior: 251-253, es decir en tiempos de Galo, sucesor de Decio y cuando el gran maestro tenía “cumplidos los 69 años de vida” (HE VII,1). La cronología eusebiana tiene sus inconvenientes. Pero parece bastante seguro que Orígenes sobrevivió a la persecución. Es posible que haya padecido torturas, para obligarlo a apostatar de la fe, con lo que el poder estatal hubiese logrado un gran golpe de escena. Sin embargo, Orígenes se mantuvo firme y, después de la muerte de Decio, fue liberado. Su salud ya estaba quebrantada y tiene que haber fallecido entre 253 y 257 (como fecha tope).
El alejandrino murió, pues, como confesor y casi mártir de la fe en Cristo (ver H. Crouzel, op. cit., pp. 60-61).
Vida de Orígenes
En Cesarea de Palestina
Impulsado por las tristes circunstancias que lo habían enfrentado con su obispo, Orígenes decidió instalarse en Cesarea de Palestina, y desde allí prosiguió su labor al servicio de la Iglesia. Por el Discurso de agradecimiento de Gregorio Taumaturgo sabemos que estaba al frente de una escuela, destinada a introducir en la doctrina cristiana a jóvenes con inquietudes intelectuales y religiosas. Con tal fin primero se les ofrecía una sólida enseñanza filosófica, y en un segundo momento se les daba una visión de las principales verdades del cristianismo. Si los asistentes pedían después ser bautizados, entonces se les suministraba la necesaria preparación catequética.
Orígenes proseguía trabajando con ahínco, siempre presionado por Ambrosio, pero sin descuidar nunca su vida espiritual; éste es uno de los aspectos que más parecen haber impresionado a Gregorio Taumaturgo: “Este hombre ha recibido de Dios el más grande don y porción bellísima del cielo: ser intérprete de las palabras de Dios a los hombres, entender las cosas de Dios como si Dios le hablara, y explicárselas a los hombres como si los hombres escucharan. De ahí que nada hubiera para nosotros misterioso, pues nada estaba escondido, nada nos era inaccesible” (Discurso de agradecimiento 15).
Su actividad como presbítero se redujo prácticamente a la predicación. A ella dedicaba tiempo y cuidado del todo particulares. Y, según Eusebio (HE VI,36,1), únicamente a los 60 años permitió a los taquígrafos transcribir sus predicaciones. Por lo que es muy probable que la mayor parte de las homilías que han llegado hasta nosotros sean posteriores al 245 (pero no todas, pues las Homilías sobre Lucas son anteriores a esa fecha, quizá de los primeros años de su residencia en Cesarea; ¿las escribió antes de pronunciarlas?). Llamativo es el hecho de que sólo a esa edad se sintiera seguro en el género homilético como para permitir la transcripción de lo que decía, en vistas a su ulterior publicación.
Tenemos unas 300 homilías de Orígenes, la mayor parte de ellas predicadas en Cesarea de Palestina
Viajes de Orígenes durante su residencia en Cesarea
El maestro siguió siendo objeto de varias invitaciones por parte de diversas Iglesias. En particular aquellas que no habían visto con agrado el modo de proceder de Demetrio de Alejandría contra Orígenes. Las fuentes nos dan noticias de los siguientes desplazamientos del alejandrino:
a) a Cesarea de Capadocia, invitado por el obispo Firmiliano. Después el mismo Firmiliano visitó a Orígenes en Judea: “para su mejoramiento en las cosas divinas” (HE VI,27). El viaje de Orígenes podría, pues, colocarse hacia el año 235 (?).
b) a Atenas, viaje que debió prolongarse bastante, pues Eusebio dice que en ese tiempo Orígenes “concluye los Comentarios a Ezequiel y comienza el Cantar, continuándolos allí mismo hasta el libro quinto” (HE VI,32,2). El viaje debe situarse entre el 238 y el 244 (bajo el reinado de Gordiano III).
c) a Nicomedia (ciudad ubicada a orillas del mar de Mármara), desde donde le escribió una carta a Julio Africano, contestando a las objeciones que éste le había hecho acerca de la autenticidad del episodio de Susana en el libro de Daniel (13,1ss). Este viaje debe colocarse antes del 244 (ver HE VI,31,1).
d) tal vez, un viaje a Roma (¿o Antioquía?) para encontrarse con Plotino (¿año 244 ó 245?).
e) a Arabia, en tres oportunidades. Primero para refutar a Berilo, obispo de Bostra, quien afirmaba “que nuestro Salvador y Señor no pre-existía con propia delimitación de ser antes de residir entre los hombres, y que tampoco poseía divinidad propia, sino únicamente la del Padre, que habita en él” (HE VI,33,1). Se reunió un sínodo, del cual Eusebio todavía pudo leer las actas (HE VI,33,3), y Orígenes logró que Berilo reconociera su error monarquiano (modalismo y adopcionismo). Este hecho debe datarse en el 244.
Un segundo viaje, también de carácter doctrinal, lo realiza Orígenes entre el 244 y el 249. Esta vez se trató de una discusión sobre la inmortalidad del alma, que los llamados Thnetopsychitas sostenían no se podía defender; “decían que el alma humana, en tanto dure el tiempo presente, muere en el trance postrero junto con los cuerpos y con ellos se corrompe, pero que de nuevo revivirá con ellos al tiempo de la resurrección” (HE VI,37). Según Eusebio, se reunió un concilio, se lo convocó a Orígenes y los que se habían desviado de la recta fe retornaron a la ortodoxia (HE VI,37).
El tercer viaje a Arabia no puede datarse con precisión, probablemente tuvo lugar entre los años 244-249. El hecho ha quedado atestiguado por las actas de un sínodo similar a los dos antes mencionados. Se trata del texto que se conoce bajo el título de Diálogo de Orígenes con Heracleides y los obispos sus colegas sobre el Padre, el Hijo y el alma. El obispo Heracleides, al que se le dedicó la primera parte del sínodo, fue investigado en su fe y Orígenes buscó obtener de él una confesión recta de los puntos debatidos: pre-existencia de Cristo; distinción y unidad de las dos personas, Padre e Hijo; las dos naturalezas de Cristo (Dios y hombre). Todo lo cual nos pone frente a la evidencia de que se trataba de errores monarquianos (modalismo y adopcionismo). En la segunda etapa del sínodo se abordó el tema de la inmortalidad del alma, que según parece seguía siendo objeto de discusión, incluso entre algunos de los miembros del episcopado (ver Diálogo con Heracleides 25 [“Heracleides” es la transcripción literal del griego]).
Muerte de Orígenes
Las fuentes ofrecen dos tradiciones mayores sobre el deceso de Orígenes. Ambas son mencionadas por Focio (Bibliotheca 118,92b). La primera sostiene que murió como mártir durante la persecución de Decio (249-251). Este quiso restaurar las antiguas tradiciones romanas y viendo un peligroso enemigo en el cristianismo, desató una fuerte persecución, la primera realmente “universal”. Durante ella muere mártir el gran amigo y protector de Orígenes, Alejandro de Jerusalén (¿251?; ver HE VI,39,2-3). El alejandrino habría muerto por el mismo período.
La segunda tradición, siguiendo a Eusebio, propone para la muerte de Orígenes una fecha posterior: 251-253, es decir en tiempos de Galo, sucesor de Decio y cuando el gran maestro tenía “cumplidos los 69 años de vida” (HE VII,1). La cronología eusebiana tiene sus inconvenientes. Pero parece bastante seguro que Orígenes sobrevivió a la persecución. Es posible que haya padecido torturas, para obligarlo a apostatar de la fe, con lo que el poder estatal hubiese logrado un gran golpe de escena. Sin embargo, Orígenes se mantuvo firme y, después de la muerte de Decio, fue liberado. Su salud ya estaba quebrantada y tiene que haber fallecido entre 253 y 257 (como fecha tope).
El alejandrino murió, pues, como confesor y casi mártir de la fe en Cristo (ver H. Crouzel, op. cit., pp. 60-61).
Sus obras
Dividimos la presentación de los escritos de Orígenes en cuatro grupos: sobre la Sagrada Escritura; apologéticos; teológico-espirituales; cartas.
I. Escritos sobre la Sagrada Escritura: comprenden la “Hexapla” (trabajo monumental que lamentablemente se perdió; sólo restan fragmentos); “Scholia”, o notas explicativas sobre diversos pasajes de las Escrituras (Ex, Lv, Is, Sal, Si, Jn); “Homilías”, predicaciones sobre determinados capítulos o pasajes de la Escritura, y pronunciadas en el marco de una determinada asamblea litúrgica; “Comentarios”: si en la homilía Orígenes mira principalmente a la edificación de los fieles, en sus comentarios busca ofrecer una exégesis más científica o técnica de los textos de las Escrituras estudiados.
II. Escritos apologéticos:
1) “Exhortación al martirio”: obra escrita en el 235 (?). La introducción hace pensar en el comienzo de una homilía. La segunda parte trata sobre la apostasía y la idolatría. La tercera es propiamente una exhortación al martirio. En la cuarta parte propone ejemplos de las Escrituras que ilustran la virtud de la paciencia y de la perseverancia. La quinta parte considera la necesidad del martirio, su esencia y sus diferentes clases.
2) “Contra Celso”: Orígenes refuta al filósofo pagano Celso, quien en el 178 había escrito una obra contra el cristianismo (El discurso verdadero). Las acusaciones del filósofo pagano son fruto de su estudio de la Sagrada Escritura y de un cierto número de obras de autores cristianos. Orígenes redacta el Contra Celso, a instancias de su amigo y benefactor Ambrosio, hacia el 246. Rechaza punto por punto las acusaciones de Celso. Esta es una obra clave para la historia de la religión, que refleja la lucha entre paganismo y cristianismo. Traducción castellana de D. Ruiz Bueno en “Contra Celso”, Madrid, 1967 (BAC 271).
III. Escritos teológico-espirituales:
1) “Tratado de los principios”: es una obra fundamental dentro de la vasta producción del alejandrino. Comprende cuatro libros: Dios (libro primero), el mundo (libro segundo), el libre albedrío (libro tercero) y la revelación (libro cuarto), son los temas centrales que se tratan en esta gran obra de reflexión teológica. Para Orígenes la fuente de toda verdad religiosa cristiana es la misma enseñanza de Cristo y los apóstoles (el kerygma). Por tanto, la doctrina cristiana tiene sus fuentes en la Sagrada Escritura y en la Tradición.
Orígenes distingue dos elementos en toda reflexión sobre la fe: tradición y progreso. Y en su obra expone una teología, una cosmología, una antropología y una teleología.
El primer libro aborda la cuestión del mundo sobrenatural, de la unicidad y espiritualidad de Dios, de la jerarquía de las tres personas divinas y sus relaciones con las criaturas vivientes. El Padre obra sobre todos los seres; el Verbo sobre los seres racionales y el Espíritu Santo sobre los seres racionales y los santificados. También aborda en este libro el origen, esencia y caída de los ángeles.
El segundo libro trata del mundo material, de la creación del hombre, de la caída del espíritu aprisionado en un cuerpo material, del pecado de Adán, de la redención por obra del Verbo encarnado, de la doctrina de la resurrección, del juicio final y de la otra vida.
El tercer libro trata de la unión de cuerpo y alma, unión en la que el alma lucha y termina por vencer. En ese combate el alma recibe el auxilio de los ángeles. Los hombres se encuentran con los obstáculos que pone la maldad de los demonios, pero ayudados por los ángeles logran conservar su libertad. Hay un esbozo de teología moral.
El cuarto libro recapitula las doctrinas fundamentales; añade algunas precisiones y trata de la Sagrada Escritura, en cuanto fuente de la fe, y de su inspiración y sus tres sentidos.
Del “Tratado de los principios” sólo se conserva el texto íntegro en la traducción latina de Rufino (que es bastante libre), pero nos han llegado amplios fragmentos del texto griego, especialmente todo el libro III.
2) “Diálogo o disputa con Heracleides”: actas de la discusión entre Orígenes y el obispo árabe sobre el Padre y el Hijo y el alma, durante el transcurso de un sínodo de la iglesia de Arabia.
3) “Tratado sobre la Pascua”: se halló en un papiro de Tours bastante mutilado.
4) “Sobre la oración”: consta de dos partes; en la primera, trata temas relacionados con la oración en general; en la segunda, se ofrece un comentario al Padrenuestro. Hay versión castellana de F. Mendoza Ruiz, Tratado sobre la oración, Madrid, 1966 (Neblí, Clásicos de Espiritualidad, 37).
IV. Cartas:
Sólo dos de las epístolas del alejandrino han llegado completas hasta nosotros. Ellas son:
1) la carta a Gregorio Taumaturgo. Hay versión castellana de D. Ruiz Bueno en op. cit., pp. 616-618.
2) Carta a Julio Africano (¿240?): sobre la autenticidad del episodio narrado en Daniel 13,1ss.
Podemos todavía agregar una carta reconstruida por H. Crouzel, a partir de fragmentos conservados en latín por Rufino y Jerónimo, y que Orígenes escribió a sus amigos de Alejandría (Orientalia Christiana Analecta 195, Roma, 1973, pp. 135-150).
A esta ya muy larga lista de las obras de Orígenes, conviene agregar la “Philocalia” (= el amor por las cosas bellas. Antología de textos del alejandrino reunidos por Basilio de Cesarea y Gregorio de Nacianzo, y que nos ha llegado en griego. Existe una traducción castellana parcial (Philocalia 21-27: sobre el libre arbitrio), Buenos Aires, 1982.
Dividimos la presentación de los escritos de Orígenes en cuatro grupos: sobre la Sagrada Escritura; apologéticos; teológico-espirituales; cartas.
I. Escritos sobre la Sagrada Escritura: comprenden la “Hexapla” (trabajo monumental que lamentablemente se perdió; sólo restan fragmentos); “Scholia”, o notas explicativas sobre diversos pasajes de las Escrituras (Ex, Lv, Is, Sal, Si, Jn); “Homilías”, predicaciones sobre determinados capítulos o pasajes de la Escritura, y pronunciadas en el marco de una determinada asamblea litúrgica; “Comentarios”: si en la homilía Orígenes mira principalmente a la edificación de los fieles, en sus comentarios busca ofrecer una exégesis más científica o técnica de los textos de las Escrituras estudiados.
II. Escritos apologéticos:
1) “Exhortación al martirio”: obra escrita en el 235 (?). La introducción hace pensar en el comienzo de una homilía. La segunda parte trata sobre la apostasía y la idolatría. La tercera es propiamente una exhortación al martirio. En la cuarta parte propone ejemplos de las Escrituras que ilustran la virtud de la paciencia y de la perseverancia. La quinta parte considera la necesidad del martirio, su esencia y sus diferentes clases.
2) “Contra Celso”: Orígenes refuta al filósofo pagano Celso, quien en el 178 había escrito una obra contra el cristianismo (El discurso verdadero). Las acusaciones del filósofo pagano son fruto de su estudio de la Sagrada Escritura y de un cierto número de obras de autores cristianos. Orígenes redacta el Contra Celso, a instancias de su amigo y benefactor Ambrosio, hacia el 246. Rechaza punto por punto las acusaciones de Celso. Esta es una obra clave para la historia de la religión, que refleja la lucha entre paganismo y cristianismo. Traducción castellana de D. Ruiz Bueno en “Contra Celso”, Madrid, 1967 (BAC 271).
III. Escritos teológico-espirituales:
1) “Tratado de los principios”: es una obra fundamental dentro de la vasta producción del alejandrino. Comprende cuatro libros: Dios (libro primero), el mundo (libro segundo), el libre albedrío (libro tercero) y la revelación (libro cuarto), son los temas centrales que se tratan en esta gran obra de reflexión teológica. Para Orígenes la fuente de toda verdad religiosa cristiana es la misma enseñanza de Cristo y los apóstoles (el kerygma). Por tanto, la doctrina cristiana tiene sus fuentes en la Sagrada Escritura y en la Tradición.
Orígenes distingue dos elementos en toda reflexión sobre la fe: tradición y progreso. Y en su obra expone una teología, una cosmología, una antropología y una teleología.
El primer libro aborda la cuestión del mundo sobrenatural, de la unicidad y espiritualidad de Dios, de la jerarquía de las tres personas divinas y sus relaciones con las criaturas vivientes. El Padre obra sobre todos los seres; el Verbo sobre los seres racionales y el Espíritu Santo sobre los seres racionales y los santificados. También aborda en este libro el origen, esencia y caída de los ángeles.
El segundo libro trata del mundo material, de la creación del hombre, de la caída del espíritu aprisionado en un cuerpo material, del pecado de Adán, de la redención por obra del Verbo encarnado, de la doctrina de la resurrección, del juicio final y de la otra vida.
El tercer libro trata de la unión de cuerpo y alma, unión en la que el alma lucha y termina por vencer. En ese combate el alma recibe el auxilio de los ángeles. Los hombres se encuentran con los obstáculos que pone la maldad de los demonios, pero ayudados por los ángeles logran conservar su libertad. Hay un esbozo de teología moral.
El cuarto libro recapitula las doctrinas fundamentales; añade algunas precisiones y trata de la Sagrada Escritura, en cuanto fuente de la fe, y de su inspiración y sus tres sentidos.
Del “Tratado de los principios” sólo se conserva el texto íntegro en la traducción latina de Rufino (que es bastante libre), pero nos han llegado amplios fragmentos del texto griego, especialmente todo el libro III.
2) “Diálogo o disputa con Heracleides”: actas de la discusión entre Orígenes y el obispo árabe sobre el Padre y el Hijo y el alma, durante el transcurso de un sínodo de la iglesia de Arabia.
3) “Tratado sobre la Pascua”: se halló en un papiro de Tours bastante mutilado.
4) “Sobre la oración”: consta de dos partes; en la primera, trata temas relacionados con la oración en general; en la segunda, se ofrece un comentario al Padrenuestro. Hay versión castellana de F. Mendoza Ruiz, Tratado sobre la oración, Madrid, 1966 (Neblí, Clásicos de Espiritualidad, 37).
IV. Cartas:
Sólo dos de las epístolas del alejandrino han llegado completas hasta nosotros. Ellas son:
1) la carta a Gregorio Taumaturgo. Hay versión castellana de D. Ruiz Bueno en op. cit., pp. 616-618.
2) Carta a Julio Africano (¿240?): sobre la autenticidad del episodio narrado en Daniel 13,1ss.
Podemos todavía agregar una carta reconstruida por H. Crouzel, a partir de fragmentos conservados en latín por Rufino y Jerónimo, y que Orígenes escribió a sus amigos de Alejandría (Orientalia Christiana Analecta 195, Roma, 1973, pp. 135-150).
A esta ya muy larga lista de las obras de Orígenes, conviene agregar la “Philocalia” (= el amor por las cosas bellas. Antología de textos del alejandrino reunidos por Basilio de Cesarea y Gregorio de Nacianzo, y que nos ha llegado en griego. Existe una traducción castellana parcial (Philocalia 21-27: sobre el libre arbitrio), Buenos Aires, 1982.