INICIACIÓN A LA LECTURA DE LAS OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (62)

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San Agustín
La imagen más antigua
que de él se conserva
Siglo VI
El Laterano, Roma
Agustín de Hipona (+ 430) [sexta parte]

Primera lectura(1):

SERMÓN A LOS CATECÚMENOS SOBRE EL SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES

EL CREDO, COMO REGLA DE LA FE, ESTÁ TOMADO DE LAS ESCRITURAS. LA OMNIPOTENCIA DE DIOS Y LOS EXORCISMOS DE LOS NIÑOS

I 1. El Credo, llamado Símbolo. Reciban, hijos, la regla de la fe que se llama Símbolo, y al recibirla, escríbanla en el corazón para repetirla todos los días: antes de dormir, al salir de casa y al empezar sus tareas; que el credo sea su mejor defensa. Nadie escribe el credo solamente para leerlo, sino también para repasarlo, de modo que sea su recordatorio y no permita que el olvido borre lo que ha repetido la diligencia de ustedes. Tienen que creer lo que van a escuchar, y lo que ya están creyendo tienen que proclamarlo también con la voz, porque dice el Apóstol: “Se cree con el corazón para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para alcanzar la salvación”.
Este es el CREDO que tendrán que repasar y recitar. Las palabras que han oído están en la Escritura divina. Pero para que lo recuerden hasta los más torpes, y todos puedan recitarlo, retenerlo y creerlo, ha sido recogido de la Escritura y resumido en un texto breve para que todos puedan profesar y saber lo que creen.
¿Es que han oído ahora únicamente que Dios es todopoderoso? Porque también van a comenzar a tener a Dios por Padre, cuando hayan nacido por medio de la Iglesia Madre.

2. Dios Padre Todopoderoso. Por consiguiente, han aceptado, meditado y comprendido lo que han profesado al decir: CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO. Dios Todopoderoso, a pesar de poderlo todo, ni puede morir, ni puede ser engañado, ni puede mentir, que es lo que dice el Apóstol: “No puede negarse a sí mismo”. No puede hacer muchas cosas, y, sin embargo, es todopoderoso, precisamente porque no puede hacer esas cosas, que no pueden ser hechas. En efecto, si pudiera morir, ser engañado, equivocarse, hacer injusticias, no sería todopoderoso, porque si algo de esto hubiera en él, no sería digno de ser todopoderoso. Nuestro Padre Todopoderoso no puede pecar en absoluto. Y hacer todo lo que quiere es su omnipotencia. Hace lo que quiere bien, lo que quiere justamente; pero todo lo que se hace mal no lo quiere. Nadie puede resistir al todopoderoso para no hacer lo que él quiere. Él ha hecho el cielo y la tierra, el mar y los seres que habitan en ellos; lo invisible y lo visible. Lo invisible, es decir, los moradores del cielo, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades, los arcángeles y los ángeles, que, si nosotros vivimos bien, serán conciudadanos nuestros. Hizo también las cosas visibles del cielo: el sol, la luna y las estrellas. Embelleció la tierra con los animales terrestres; llenó el aire de volátiles, la tierra de seres que andan y de reptiles, el mar con los seres que nadan. Todo lo llenó con sus criaturas apropiadas. Creó también al hombre a su imagen y semejanza en el espíritu. Porque ahí está la imagen de Dios, que el mismo espíritu no puede comprender, y ni siquiera a sí mismo, donde está la imagen de Dios.
Fuimos creados hombres para dominar a todas las criaturas, pero caímos por el pecado del primer hombre, y todos hemos heredado la muerte. Nos hicimos débiles mortales, llenos de temores y de errores. Este es el mérito del pecado, con este mérito y su perversidad viene todo hombre al mundo.
Por esta razón, como han visto hoy y lo saben bien, son exuflados y exorcizados los niños, para expulsar de ellos el dominio del enemigo, del diablo, que es quien engaña al hombre para apoderarse de los hombres. Por tanto, no es la criatura de Dios la que es exorcizada o exuflada en los niños, sino el enemigo bajo cuyo dominio están todos los que nacen con el pecado, es decir, con el primero de todos los pecados. Por esto, como la caída de uno solo envió a todos a la muerte.
Dios ha enviado también a uno solo, sin pecado, para librar del pecado a todos los que crean en él y llevar a todos a la vida.


EL HIJO ÚNICO DE DIOS, ENGENDRADO POR EL PADRE, ES DIOS TODOPODEROSO, IGUAL AL PADRE

II 3. Creemos también en su Hijo, esto es, en el Unigénito de Dios Padre Todopoderoso, nuestro Señor. Cuando oyes Hijo Único de Dios, reconoce también a Dios, porque el Hijo Único de Dios no puede no ser Dios. Él engendró lo mismo que él es, aunque él no es el mismo que ha engendrado. Pues si es verdadero Hijo, tiene que ser lo mismo que es el Padre, y si no es lo mismo que es el Padre, no es Hijo verdadero. Fijaos en las criaturas mortales y terrenas: cada una engendra lo que es. El hombre no engendra al buey, la oveja no engendra al perro ni el perro a la oveja. Lo que es el que engendra, engendra eso mismo que es. Entonces defended, sostened y creed que Dios Padre engendró lo mismo que es el Todopoderoso. Las criaturas mortales, porque son corruptibles, engendran por causa de la corrupción. ¿Acaso Dios engendra así? El mortal engendra lo que es, el inmortal lo que es. El que es corruptible engendra al corruptible, el que es incorruptible al incorruptible. El corruptible engendra de un modo corruptible. El incorruptible de un modo incorruptible. Hasta tal punto es esto cierto, que el Uno engendra al Uno, y por eso al Único.
Saben que cuando les he proclamado el Símbolo, se los he dicho así, y así deben creerlo: CREEMOS EN UN SOLO DIOS PADRE TODOPODEROSO, Y EN JESUCRISTO SU HIJO ÚNICO. Cuando crees que es único, ya crees que es omnipotente. Porque no es que Dios Padre hace lo que quiere y Dios Hijo no. Una es la voluntad del Padre y del Hijo, porque una es su naturaleza. Y la voluntad del Hijo no puede diferir en lo más mínimo de la voluntad del Padre. Dios y Dios, los dos son un solo Dios. Todopoderoso y Todopoderoso, los dos un solo Todopoderoso.

4. Un solo Dios, un solo Señor. Nosotros no introducimos dos dioses, como algunos introducen, cuando dice: un Dios Padre y un Dios Hijo, de los cuales el mayor es el Dios Padre y el menor el Dios Hijo. ¿Qué son los dos? ¿Son dos dioses? Si te avergüenzas de decirlo, avergüénzate de creerlo. Llamas Señor a Dios Padre y llamas Señor a Dios Hijo. Pero el mismo Hijo dice: nadie puede servir a dos señores. Entonces, cuando vivamos en su familia donde, como en una gran casa, hay un padre de familia y un hijo, ¿vamos a decir también nosotros: Señor mayor y Señor menor? Rechacen tal pensamiento. Si hicieran tal cosa en su corazón, ponen varios ídolos en un alma sola. Rechácenlo del todo. Primero crean, después entiendan. Si Dios concede a alguno el entender en seguida, cuando cree, es un don de Dios, no debilidad humana. Sin embargo, aunque no entiendan, crean: Un solo Dios Padre y un Cristo Dios Hijo de Dios. ¿Qué son los dos? Un solo Dios. ¿Y cómo se explica que los dos son un solo Dios? ¿Te admiras cómo? Lo dice en los Hechos de los Apóstoles: “Y era una sola el alma y uno solo el corazón de los creyentes”. Las almas eran muchas, pero la fe las había hecho una sola. Eran millares las almas, se amaron, y muchas son una. Amaron a Dios con el fuego de la caridad, y de la multitud llegaron a la belleza de la unidad. Si la caridad hizo a tan numerosas almas una sola, ¿cuál es la caridad en Dios, donde no hay diversidad alguna, y solamente hay igualdad total? Si pudo darse tanta caridad en la tierra y entre los hombres, que de tantas almas hiciera una sola alma, donde el Padre fue siempre inseparable del Hijo y el Hijo del Padre, ¿pudieron los dos ser otra cosa que un solo Dios? Más aún, pudo decirse que aquellas almas eran muchas almas, y a la vez una sola alma; pero de Dios, que es la unidad suma e inefable, solamente puede decirse que es un solo Dios, y nunca dos dioses.

5. Igualdad del Padre y del Hijo. El Padre hace lo que quiere, y también el Hijo hace lo que quiere. No piensen nunca que el Padre es Todopoderoso y el Hijo no es Todopoderoso. Es un error que deben borrar de ustedes sin que quede huella en su memoria ni lo absorba su fe, y si alguno lo absorbiere, que lo vomite. El Padre es Todopoderoso, el Hijo es Todopoderoso. Si el Todopoderoso no engendra al Todopoderoso, no ha engendrado un Hijo verdadero. Porque, ¿qué es lo que decimos, hermanos, cuando el Padre que es mayor ha engendrado un hijo menor? ¿He dicho que «ha engendrado»? Porque el hombre mayor engendra al hijo menor, y es verdad; pero porque envejece aquél y crece éste, y así al crecer alcanza la forma de su padre. Pero si el Hijo de Dios no crece, porque Dios no puede envejecer, es que ha nacido ya perfecto. Y el que ha nacido perfecto, si no crece y nunca es menor, es que es igual. Para que sepan que un Todopoderoso ha nacido del que es Todopoderoso, óiganle a él mismo, que es la Verdad. Y lo que la Verdad dice de sí mismo es verdadero. ¿Qué dice la Verdad? ¿Qué dice el Hijo, que es la Verdad? “Todo lo que hace el Padre, eso mismo lo hace también el Hijo”. El Hijo es Todopoderoso porque hace todo lo que quiere. En efecto, si el Padre hace algo que no hace el Hijo, es falso lo que ha dicho el Hijo: “Todo lo que hace el Padre, eso mismo lo hace también el Hijo”. Sin embargo, como es verdad eso que ha dicho el Hijo, crean que “Todo lo que hace el Padre, eso mismo lo hace también el Hijo”, y han creído en el Hijo Todopoderoso. Aunque esta palabra no la dicen en el Símbolo, sí es lo que han expresado cuando han creído en el mismo y único Dios. ¿Es que el Padre tiene algo que no tiene el Hijo? Eso lo dicen los arrianos, herejes blasfemos, no yo. ¿Qué es lo que digo yo? Que si el Padre tiene algo que no tiene el Hijo, miente el Hijo al decir: “Todo lo que tiene el Padre es mío”. Son muchos e innumerables los testimonios que prueban que el Hijo verdadero es Hijo de Dios Padre, y que el Padre Dios ha engendrado un Hijo verdadero Dios, y el Padre y el Hijo es un solo Dios.


NACIMIENTO HUMANO Y VIRGINAL DEL HIJO DE DIOS. NACIMIENTO ETERNO DE CRISTO

III 6. Qué hizo el Hijo de Dios por nosotros. Sepamos bien qué es lo que ha hecho y ha padecido por nosotros este Hijo único de Dios Padre Todopoderoso. NACIÓ DEL ESPÍRITU SANTO Y DE LA VIRGEN MARÍA. El que es un Dios tan grande e igual al Padre, nació humilde del Espíritu Santo y de la Virgen María para sanar a los soberbios. El hombre se ensoberbeció y cayó. Dios se humilló, y lo levantó. ¿Qué es la humildad de Cristo? Dios, que alargó su mano al hombre caído. Nosotros caímos, pero se abajó a nosotros; nosotros yacíamos, y él se inclinó. Agarrémonos a él y levantémonos, para no incurrir en el castigo. Luego su humillación consiste en que NACIÓ DEL ESPÍRITU SANTO Y DE LA VIRGEN MARÍA. Y su mismo nacimiento humano es a la vez humilde y excelso. ¿Por qué es humilde? Porque nació hombre de los hombres. ¿Cómo es excelso? Porque nació de una Virgen. Una Virgen lo concibió, una Virgen lo dio a luz y permaneció también Virgen después del parto.

7. Fue muerto y sepultado. ¿Qué sucedió después? Que PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO, que era el presidente y el juez cuando padeció Cristo. Con el nombre de juez se designa el tiempo en que padeció bajo Poncio Pilato. Cuando padeció, fue crucificado, muerto y sepultado, ¿quién?, ¿qué? y ¿por quiénes? ¿Quién? El Hijo único de Dios, Señor nuestro. ¿Qué padeció? FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO. ¿Por quiénes? Por los impíos y los pecadores. ¡Qué gran misericordia y gracia sublime! “¿Qué devolveré al Señor a cambio de lo que él me ha dado?”.

8. Nacimiento eterno. Nació antes del tiempo, nació antes de todos los siglos. Nació antes. ¿Antes de qué, donde no existe antes? No vayan a pensar tiempo alguno antes del nacimiento de Cristo cuando nació del Padre. Hablo del mismo nacimiento del Hijo Único de Dios Todopoderoso Señor nuestro. Hablo sobre todo del mismo nacimiento. No vayan a pensar que hay un principio de tiempo en este nacimiento. No piensen en absoluto que hay algún espacio de eternidad cuando existía el Padre y no existía el Hijo. Pues desde que existe el Padre, existe también el Hijo. Entonces, ¿qué quiere decir desde que, cuando no hay principio? Que el Padre existe siempre sin principio, y que el Hijo existe siempre sin principio. Pero dirás: ¿cómo ha nacido entonces si no tiene principio? Ha nacido Coeterno del que es Eterno. Porque nunca ha existido el Padre sin que existiera el Hijo, y, sin embargo, el Hijo es engendrado por el Padre. ¿Dónde encontrar alguna analogía para explicarlo? Vivimos en la tierra: habitamos entre criaturas visibles. Que la tierra me ofrezca alguna analogía; no me la ofrece. Que me dé alguna analogía el agua; no la tiene. Que me la dé algún animal; no puede. Realmente, el animal engendra, y existe el que engendra y el que es engendrado; pero primero existe el padre, y después nace el hijo. A ver si encontramos algo coevo (que comienza a existir con otro al mismo tiempo), y así creamos en el coeterno. A ver si llegamos a encontrar a un padre coevo con su hijo y a un hijo coevo con su padre; y así creamos en Dios Padre coevo con su Hijo y en Dios Hijo coeterno con su Padre. En la tierra sí podemos encontrar a quien sea coevo, no podemos encontrar a quien sea coeterno. Fijémonos bien en el coevo y creamos en el coeterno. A lo mejor alguno les quiere llamar la atención, y les dice: ¿cuándo puede darse un padre que sea coevo con su hijo y un hijo que sea coevo con su padre? Pues el padre, para engendrar, precede en edad, y el hijo, al nacer, le sigue en edad; pero ¿cómo puede ser este padre coevo con su hijo y el hijo coevo con su padre? Que los sorprenda el fuego como padre y el resplandor como hijo. Y hemos encontrado a dos coevos. En efecto, desde el mismo momento en que comienza a existir el fuego engendra al punto el resplandor: ni el fuego es antes que el resplandor ni el resplandor después del fuego. Y si preguntáramos quién engendra a quién: el fuego al resplandor o el resplandor al fuego, en seguida, por sentido común y por prudencia natural, exclamáis todos: el fuego engendra el resplandor, no el resplandor engendra el fuego. Pues ahí tenéis un padre que comienza a ser y a la vez un hijo que no es ni anterior ni posterior al padre. Luego ya tenemos un padre y un hijo que comienzan a ser a la vez. Si les he mostrado un padre que comienza a ser y un hijo que comienza a ser también a la vez, creed entonces en el Padre, que no tiene comienzo, y con él en el Hijo, que tampoco tiene comienzo; el uno eterno, el otro coeterno. Si adelantan, entiendan. Esfuércense en adelantar. Ustedes ya han nacido, pero también deben crecer, porque nadie comienza siendo perfecto. Solamente el Hijo de Dios pudo nacer perfecto, porque nació fuera del tiempo, coeterno con el Padre, antes de todas las cosas, no por edad, sino por eternidad. Luego él ha nacido coeterno con el Padre, de cuya generación dijo el profeta: “Su generación, ¿quién la narrará?”. Nació del Padre fuera del tiempo y nació de una Virgen en la plenitud de los tiempos. Los tiempos precedieron a este nacimiento. Pero nació precisamente cuando quiso y cuando sabía que era oportuno, porque no nació sin quererlo. Ninguno de nosotros nace porque quiere y ninguno de nosotros muere cuando quiere. Él nació cuando quiso y murió cuando quiso. Como quiso nació de una Virgen, como quiso murió en una cruz. Hizo todo lo que quiso: porque de tal modo era hombre, que en él se ocultaba Dios. El receptor es Dios, el recibido es hombre, pero uno solo es Cristo, Dios y hombre.

9. La cruz de Cristo. ¿Qué diré de su cruz? ¿Qué voy a decir? Que eligió el peor suplicio de muerte para que sus mártires no temiesen ningún suplicio de muerte. Enseñó en su humanidad y dio ejemplo de paciencia en la cruz. Allí está su obra, porque fue crucificado. Ejemplo de su obra es la cruz. Premio de su obra, la resurrección. En la cruz nos enseña todo lo que debemos sufrir; en la resurrección, qué es lo que debemos esperar. Como campeón supremo, que va por delante, nos dice: Haz lo mismo, y recibe. Obra bien y recibe el premio. Combate en la pelea y serás coronado. ¿Cuál es la obra? La obediencia. ¿Cuál el premio? La resurrección para nunca más morir. ¿Por qué he añadido «para nunca más morir»? Porque Lázaro resucitó y volvió a morir. Cristo resucitó y ya no muere más, la muerte ya no tiene más dominio sobre él.

10. Ejemplo de paciencia. La Escritura dice: “Han oído la paciencia de Job, y han visto el fin que le dio el Señor”. ¡Cuánto tuvo que sufrir Job! Cuando se lee, causa horror, espanto y estremecimiento. Pero ¿qué es lo que recibió después? El doble de lo que había perdido. Como conclusión: ¡que el hombre no quiera tener paciencia para recibir bienes temporales!, diciendo para sus adentros: Soportaría los males si Dios me devolviese doblados los hijos, porque Job recibió el doble de todo. Y tuvo otros tantos hijos de cuantos le había quitado. ¿No fue el doble los que recibió? Exacto, fue el doble, porque ya vivían aquellos primeros. ¡Que ninguno diga. yo soportaría los males si Dios me lo devolviese como se lo devolvió a Job! Pues no sería paciencia, sino avaricia. Porque si aquel santo no hubiese tenido paciencia ni hubiera soportado con fortaleza todo lo que le estaba pasando, el Señor, ¿cómo habría podido dar de él el testimonio que dio?: “¿Te has fijado, dice el Señor, en mi siervo Job? Realmente no hay sobre la tierra ninguno igual a él, es un hombre sin protesta, es un verdadero adorador de Dios”. Hermanos, ¡qué gran testimonio mereció del Señor este santo varón! Y, sin embargo, su mujer intentó engañarlo con sus malos consejos, haciendo aquí las veces de aquella serpiente que, lo mismo que consiguió engañar en el paraíso al primer hombre creado por Dios, ahora creyó también que podía engañar al hombre que agradaba a Dios, sugiriéndole la blasfemia. ¡Cuánto tuvo que sufrir, hermanos! ¿Quién puede sufrir tanto en su hacienda, en su casa, en sus hijos, en su carne, en su propia mujer que le estaba resultando permanentemente tentadora? Porque ¡también tuvo que aguantar a la misma que ahora le había dejado permanentemente a su lado, cuando habría sido eliminada de no tenerla como aliada suya! Porque el diablo había derrotado al primer hombre por medio de Eva, por eso ahora se había reservado también a Eva. ¡Y cuánto tuvo que padecer! Perdió todo lo que tenía, su misma casa se derrumbó, y ¡ojalá se hubiera derrumbado vacía, porque aplastó a sus hijos! Pero como en él la paciencia ocupaba el primer lugar, escuchad qué es lo que respondió el célebre Job: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; ha sucedido como le plugo al Señor. Bendito sea el nombre del Señor!”. Me quitó todo lo que me dio, ¿acaso ha perecido aquel que me lo dio? Me quitó lo que me dio. Como si dijera: Me ha quitado todo, que me lo quite, que me deje desnudo, pero que él se me reserve para mí. Porque entonces, ¿qué puede faltarme si tuviere a Dios? o ¿de qué me aprovecha todo lo demás si a Dios no tengo? Se le atacó en la carne, y quedó hecho una apostema de la cabeza a los pies; chorreaba pus, pululaba de gusanos; pero él se manifestaba inconmovible y se aferraba fielmente a su Dios. Su propia mujer, aliada del diablo, que no consoladora de su marido, intentó arrastrarlo a la blasfemia, diciéndole: “¿Hasta cuándo vas a soportar todo esto? Blasfema contra el Señor, y muérete”. Y como venía siendo humillado, tenía que ser exaltado. Y el Señor lo hizo para mostrarlo aquí a los hombres, porque en el cielo él mismo le reservaba mayores bienes a su siervo. Así, pues, exaltó a Job, que estaba humillado, y humilló al diablo ensoberbecido: porque “a uno humilla y a otro ensalza”. Hermanos queridos, que ninguno esté esperando aquí el premio; cuando sufra algunas tribulaciones parecidas, por ejemplo, cuando sufre algún daño, que no diga en su interior: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; como le plugo al Señor, así ha sido. Que el nombre del Señor sea bendito”, para recibir el doble. Que alabe a Dios tu paciencia, no tu avaricia. Si buscas recibir el doble de lo que has perdido, y por eso alabas a Dios, le alabas por la codicia, no por la caridad. No se te ocurra pensar siquiera que éste es el ejemplo de tan santo varón; te engañas. Cuando Job lo sufría todo, no estaba esperando el doble. Y puede comprobarse cuanto digo va en su primera confesión, cuando sufrió males y perdió a los hijos; y en la segunda, cuando sufría el tormento de las llagas en su carne. De su primera confesión son estas palabras: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; como le plugo al Señor, así ha sido. Que el nombre del Señor sea bendito”. Podía decir: El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. Pero me puede volver a dar lo que me quitó; me puede devolver mucho más de lo que me quitó. No dijo eso, sino: “Como le plugo al Señor, así ha sido”. Porque le agrada a él, me agrada también a mí; pues lo que ha agradado al Señor bueno, no debe desagradarle al súbdito sumiso; y lo que ha sido del agrado del médico, que no cause desagrado al enfermo. Escucha su segunda confesión, cuando le dice a su mujer: “Has hablado como una mujer insensata. Si recibimos los bienes de la mano del Señor, ¿por qué no hemos de soportar los males?”. No añadió, y diría la verdad si lo dijera: Poderoso es el Señor para restituir mi carne a su primer estado y para multiplicar todo lo que nos ha quitado, para que no pareciese que él sufría tamaños males con esta esperanza. No dijo ni esperó tal cosa. En cambio, para enseñarnos quién es nuestro Maestro, el Señor salió fiador del que nada esperaba, porque Dios le asistía, defendiéndole; y porque nosotros no podíamos conocer de ningún modo el premio que le tenía reservado si no le restituía también aquellos bienes. Que es lo que la divina Escritura dice cuando exhorta a la paciencia y a la esperanza de los bienes futuros y no al premio de los bienes presentes: “Han oído hablar de la paciencia de Job, y han visto el final que le dio el Señor”. ¿Por qué han visto la paciencia de Job y no el final del mismo Job? Porque tú abrirías la boca para pedir el doble; y dirías: ¡doy gracias a Dios y aguantaré, porque voy a recibir el doble como Job! “¡He ahí la paciencia de Job y el final del Señor!”. Conocemos la paciencia de Job y conocemos también el final del Señor. ¿Qué final del Señor conocemos? “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Son las palabras del Señor pendiente de la cruz. Como si lo hubiese abandonado para alcanzar la felicidad presente, y, en cambio, no le hubiese abandonado para la inmortalidad eterna. Allí está el final del Señor. Los judíos lo apresan, lo insultan, lo atan, lo coronan de espinas, lo escarnecen, lo flagelan, lo cubren de oprobios, lo cuelgan del leño, lo atraviesan con la lanza y, por último, lo sepultan ¡como un desecho! Pero ¿para quiénes? Para aquellos mismos que lo insultaban. Por tanto, tienes que tener paciencia, para que resucites y no mueras, esto es, para que no mueras nunca, como Cristo. En efecto, leemos que: “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más”.


SUBIÓ AL CIELO Y ESTA SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE

IV 11. Qué quiere decir estar sentado a la derecha del Padre. La Patria feliz. Crean que subió al cielo. Crean también que está sentado a la derecha del Padre. Estar sentado entiéndanlo por residir o habitar, como cuando decimos de una persona: que ha vivido en tal lugar durante tres años. Eso mismo dice también la Escritura: que uno ha residido durante tanto tiempo en la ciudad (Jerusalén). ¿Es que «está sentado» quiere decir que ya no se ha levantado más? También a las habitaciones de los hombres las llaman residencias. Y donde se tienen las residencias, ¿se está siempre sentado? ¿Acaso uno no se levanta, no pasea, no se acuesta? Y, sin embargo, se las llama residencias. Pues crean así que Cristo habita a la derecha de Dios Padre. Está allí. Que no les pregunte su perspicacia, ¿y qué hace? No quieran curiosear lo que no conviene. Él está allí y les basta. Él es feliz, y de esa felicidad, que se llama la derecha del Padre, viene el nombre mismo de felicidad, que es la derecha del Padre. En efecto, si lo entendemos según la carne: que está sentado a la derecha del Padre, el Padre estará a su izquierda. ¿Acaso es justo que los coloquemos al Hijo a la derecha y al Padre a la izquierda? Pero allí todo es derecha, porque no hay allí miseria alguna.

12. Vendrá a juzgar a vivos y muertos. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. A los vivos, los que estuvieren sobreviviendo, y a los muertos, los que ya han precedido. Puede entenderse también así: a los vivos por los justos y a los muertos por los injustos. Porque juzga a unos y a otros, dando a cada cual lo suyo. A los justos les dirá en el juicio: “Vengan, benditos de mi Padre, reciban el reino que les está preparado desde el principio del mundo”. Prepárense para esto, espérenlo, vivan por ello, y vivan de acuerdo, por eso crean, por eso bautizaos, para que pueda decirles: “Vengan, benditos de mi Padre, reciban el reino que les está preparado desde la creación del mundo”. Y para los de la izquierda, ¿qué? “Vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Así juzgará Cristo a los vivos y a los muertos”.
He hablado del primer nacimiento de Cristo sin tiempo, he hablado también del otro nacimiento de Cristo de la Virgen María en la plenitud del tiempo; he hablado de la pasión de Cristo; he hablado del juicio de Cristo. He dicho todo lo que había que decir de Cristo, el Hijo único de Dios y Señor nuestro. Pero todavía no he hablado de toda la Trinidad.


EL ESPÍRITU SANTO ES DIOS

V 13. Creemos en el Espíritu Santo. Sigue en el Credo: Y EN EL ESPÍRITU SANTO. Esta Trinidad es un solo Dios, una naturaleza, una sustancia, una potencia, la igualdad suma, sin ninguna división ni oposición alguna, es el amor perpetuo. ¿Quieren saber que el Espíritu Santo es Dios? Bautícense y serán templo suyo. Lo dice el Apóstol: “¿No saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios?”. Dios tiene su templo. En efecto también Salomón, rey y profeta, mandó edificar un templo para Dios.
Si hubiese edificado un templo al sol o a la luna, a alguna estrella o a algún ángel, ¿no lo habría castigado Dios? Porque edificó un templo para Dios, demostró que él daba culto a Dios. Y ¿de qué lo edificó? De maderas y piedras, porque Dios se dignó hacerse por medio de su siervo una casa en la tierra, para rezarle, para recordarle. Muy bien dice el bienaventurado Esteban: “Salomón le edificó a Dios una casa, pero el Altísimo no habita en templos construidos por mano humana”. Si, pues, nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo, ¿qué Dios es el que ha edificado el templo al Espíritu Santo? El único Dios. Porque si nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo, el que edificó el templo al Espíritu Santo es el mismo que creó nuestros cuerpos. Escuchad al Apóstol cuando dice: “Dios ordenó el cuerpo, dando mayor honor al que lo necesitaba”, hablando de los diversos miembros, de modo que no hubiese divisiones en el cuerpo. Dios creó nuestro cuerpo. Dios creó la hierba, ¿quién creó nuestro cuerpo? ¿Cómo probamos que Dios creó la hierba? El que la viste es el mismo que la crea. Lee en el Evangelio: “Si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy existe y mañana es arrojada al fuego, luego el que la crea es el mismo que la viste”. También el Apóstol: “Necio, lo que tú siembras no vive, sino que muere. Lo que siembras no es el cuerpo de la planta que va a nacer luego, sino el grano desnudo, por ejemplo, del trigo, o de cualquier otra especie. Sin embargo, Dios le da el cuerpo según quiere, y a cada una de las semillas su propio cuerpo”. Por tanto, si Dios edifica nuestros cuerpos, si Dios edifica nuestros miembros y nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo, no se les ocurra dudar siquiera de que el Espíritu Santo es Dios. Ni añadirlo como si fuese un tercer Dios, porque el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo es un solo Dios. Créanlo así.


LA SANTA IGLESIA

VI 14. Creemos en la Iglesia santa, una, verdadera, católica. Después de confesar la Trinidad, el Credo sigue: CREEMOS EN LA SANTA IGLESIA. Les he demostrado a Dios y a su templo. “En efecto, dice el Apóstol, el templo de Dios es santo, que son ustedes”. Esta es la Iglesia santa, la Iglesia una, la Iglesia verdadera, la Iglesia católica, que lucha contra todas las herejías. Puede luchar, y, sin embargo, no puede ser vencida. Todas las herejías han salido de ella, como sarmientos inútiles cortados de la vid. Pero ella permanece entera en su raíz, en su cepa, que es su caridad. Las puertas del infierno no la vencerán.


EL PERDÓN DE LOS PECADOS

VII 15. Creemos en el perdón de los pecados. Tienen ya todo el Credo completo con ustedes, para cuando sean bautizados. Que nadie venga diciendo: Yo he hecho tal cosa, ya no tengo perdón. ¿Qué has hecho? ¿Qué barbaridad has hecho? Di algo monstruoso que hayas cometido, algo grave, algo horrendo, que te horrorice hasta pensarlo. ¡No importa lo que hayas hecho! ¿Tal vez has llegado a matar a Cristo? No hay nada peor, porque tampoco hay nada mejor que Cristo. ¿Qué sacrilegio es matar a Cristo? Y, sin embargo, los judíos lo mataron, y después muchos creyeron en él, y bebieron su sangre; así les fue perdonado aquel pecado que cometieron. Una vez que seáis bautizados, procurad llevar una vida santa en los preceptos de Dios, para que guardéis incólume vuestro bautismo hasta el final. No les digo que van a vivir en esta vida sin pecado: puesto que hay pecados veniales, sin los cuales no es posible esta vida. Pues el bautismo fue instituido para perdonar todos los pecados: y para perdonar los pecados leves, sin los cuales no podemos vivir, también se nos ha conseguido la oración. ¿Qué eficacia tiene la oración? La de: “Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también perdonamos a nuestros deudores”. Por el bautismo fuimos lavados una sola vez; por la oración nos lavamos todos los días; sin embargo, no tengan la osadía de cometer aquellos pecados que necesariamente los separan del Cuerpo de Cristo, ¡fuera de ustedes tal cosa! Efectivamente, ven que hacen penitencia aquellos que han cometido delitos graves, como adulterios o algunos crímenes enormes; por eso hacen penitencia. Porque si sus pecados fuesen leves bastaría la oración de cada día para perdonarlos.


TRES MODOS DE PERDONAR LOS PECADOS

VIII 16. Bautismo, oración y penitencia. Por tanto, en la Iglesia se perdonan los pecados de tres modos: por el bautismo, por la oración y por la gran humildad de la penitencia. Sin embargo, Dios perdona los pecados únicamente a los bautizados. Hasta los pecados que perdona por primera vez, únicamente los perdona a los bautizados. ¿Cuándo? Cuando son bautizados. Los pecados perdonados después a los que hacen oración y penitencia, a quienes los perdona, los perdona porque están bautizados. Entonces, ¿cómo rezan el Padre nuestro los que todavía no han nacido? Los catecúmenos, mientras son catecúmenos, tienen todos sus pecados sobre ellos. Y si los tienen los catecúmenos, ¿cuánto más los tendrán los paganos? ¿Cuánto más los tendrán los herejes? Pero nosotros no cambiamos el bautismo a los herejes. ¿Por qué? Porque tienen impreso el bautismo de tal modo como el soldado desertor tiene el carácter. Así tienen esos el bautismo. Lo tienen, pero como causa de condenación, no como causa de coronación. Pero, sin embargo, cuando ese soldado desertor, una vez corregido, comienza a servir en el ejército, ¿acaso se atreverá alguno a cambiarle el carácter?


LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE Y LA VIDA ETERNA

IX 17. Creemos también en la resurrección de la carne, que nos ha precedido en Cristo. Para que este cuerpo espere también lo que ha precedido en la cabeza. Cristo es la Cabeza de la Iglesia, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Nuestra cabeza ha resucitado y ha subido al cielo. Donde está la cabeza, allí estarán también los miembros.
¿Cómo creemos en la resurrección de la carne? Que nadie piense que será como fue la resurrección de Lázaro. Y para que sepas que no será así, se añade: CREEMOS EN LA VIDA ETERNA. Que Dios los regenere; que Dios los conserve y los defienda; que Dios los lleve a él, que es la misma Vida Eterna. Amén.

Segunda lectura: Tratado sobre la epístola de Juan a los Partos. Trad. en Obras de San Agustín, t. XVIII, Madrid 1959, pp. 192 ss. (BAC 187).

Obras de san Agustín clasificadas por orden cronológico(1)

- “Contra los Académicos”: Casiciaco; 386.
- “Sobre la vida feliz”: Casiciaco; 13 a 15 de noviembre de 386.
- “Sobre el orden”: Casiciaco; 386.
- “Epístolas” 1-30: desde la conversión (386) a la consagración episcopal (395/396).
- “Soliloquios”: Casiciaco; 386/387.
- “Sobre la inmortalidad del alma”: Milán; 387.
- “Libro de las disciplinas” (perdido): Milán; 387.
- “Sobre la grandeza del alma”: Roma; 387/388.
- “Sobre el libre arbitrio”: primer libro en Roma desde el otoño de 387 al otoño de 388; segundo y tercero en Hipona en 391.
- “Sobre las costumbres de la Iglesia católica y las costumbres de los maniqueos”: empezado en Roma en 387/388; terminado en Tagaste en 389.
- “Sobre la música”: Milán, otoño de 388; terminado en Tagaste en 390.
- “Sobre el maestro”: empezado en otoño de 388, terminado en Tagaste en 390.
- “Sobre ochenta y tres diversas cuestiones”: Tagaste; entre 388 y 397.
- “Sobre el Génesis contra los Maniqueos”: Tagaste; otoño de 388, terminado en 390.
- “Sobre la verdadera religión”: Tagaste; 390.
- “Sobre la utilidad de creer”: Hipona; 391/392.
- “Sobre las dos almas”: Hipona; 391/392.
- “Regla para los siervos de Dios”: Hipona; entre 391 y 397/400.
- “Sobre el sermón de la montaña del Señor”: Hipona; 392/antes de 28 de agosto de 397.
- “Actas del debate contra Fortunato maniqueo”: Hipona; 28-29 de agosto de 392.
- “Sobre la fe y el Símbolo”: Hipona; 3 de octubre de 393.
- “Sobre el Génesis a la letra libro inacabado: Hipona; 393/394.
- “Contra Adimanto maniqueo”: Hipona; 393/394.
- “Salmo contra el partido de Donato”: Hipona; h. 393/394.
- “Sobre la mentira”: Hipona; 394/395.
- “Exposición de ochenta y cuatro proposiciones de la epístola a los Romanos”: Cartago (?); 394/395.
- “Exposición de la epístola a los Gálatas”: Hipona (?); 394/395.
- “Exposición incoada de la carta a los Romanos”: Hipona; 394/395.
- “Enarraciones sobre los Salmos”: Hipona; 394 - h. 422.
- “Epístolas” 31-123: desde la consagración episcopal (395/396) hasta la Conferencia de Cartago (411).
- “Sobre el combate cristiano”: Hipona; 396.
- “Contra la epístola de los Maniqueos que llaman del fundamento”: Hipona; 396.
- “A Simpliciano, sobre diversas cuestiones”: Hipona; 396/398.
- “Contra Fausto maniqueo”: Hipona; 397/398 (se proponen otras fechas; alrededor de 400; o también: 403/405).
- “Sobre la naturaleza del bien”: Hipona; 398.
- “Contra Secundino maniqueo”: Hipona; 398.
- “Confesiones”: Hipona; 397-401.
- “Sobre la doctrina cristiana”: Hipona; primer libro hasta el tercero (n. 35) en 397; tercero (desde el n. 36) y el cuarto en 426/427.
- “Contra Hilario” (perdido): Hipona; 399.
- “Anotaciones sobre (el libro) de Job”: Hipona; 399.
- “Sobre la catequesis a los principiantes”: Hipona; 399 (o 400?).
- “Sobre la Trinidad”: Hipona; de 399 a 422/426.
- “Cuestiones de los Evangelios”: Hipona; h. 399/400.
- “Sobre el consenso de los Evangelistas” [o “La concordancia de los Evangelios”]: Hipona; 399/400?
- “Sobre la fe en las cosas que no se ven”: Hipona; predicada después 399; tal vez 420/425.
- “Contra la epístola de Parmeniano”: Hipona; h. 400.
- “Sobre el bautismo”: Hipona; 400/401.
- “Contra las letras (o cartas) de Petiliano”: Hipona; 400/403.
- “Diecisiete cuestiones sobre el Evangelio de Mateo”: Hipona; tal vez 400-411.
- “Respuesta a las cuestiones de Jenaro” (= Eps. 54-55): Hipona; 401.
- “Sobre el bien del matrimonio”: Hipona; 401.
- “Sobre la santa virginidad”: Hipona; 401.
- “Sobre el trabajo de los monjes”: Hipona; h. 401.
- “Sobre el Génesis a la letra”: Hipona; de 401 a 416.
- “Sobre la unidad de la Iglesia” [o “Epístola a los católicos sobre la secta de los donatistas”]: Hipona; 405 (¿obra perdida?).
- “Contra Cresconio gramático del partido de Donato”: Hipona; 405/406.
- “Tratados sobre el Evangelio de San Juan”: Hipona; los dieciséis primeros tratados: h. 406/407, a más tardar 408; tratados diecisiete a ciento veinticuatro: después de 418, o tal vez 422.
- “Cuestiones expuestas contra los paganos” (= Ep. 102): Hipona; 406-412 (alrededor de 409).
- “Tratado sobre la epístola de Juan a los Partos” [= 1 Jn]: Hipona; 407.
- “Sermón sobre la utilidad del ayuno”: Hipona; predicado h. 408/412; tal vez en 411.
- “Actas del debate con Félix maniqueo”: Hipona; 409.
- “Sobre el único bautismo contra Petiliano”: Hipona; 410/411.
- “Sermón sobre la destrucción de Roma”: Hipona; pronunciado en 410, o poco después.
- “Epístolas” 124-131: desde la Conferencia de Cartago (411) hasta la muerte (430).
- “Sermón sobre la disciplina cristiana”: pronunciado en Cartago h. 411-416.
- “Resumen del diálogo (o debate) con los donatistas”: Hipona; h. fin de 411.
- “Mensaje a los donatistas después de la Conferencia”: Hipona; fines de 411.
- “Contra el partido (o la secta) de Donato”: fines de 411 (obra perdida).
- “Sobre los méritos y el perdón de los pecados, y el bautismo de los niños, a Marcelino”: Hipona; 411/412.
- “Sobre la gracia del Nuevo Testamento a Honorato” (= Ep. 140): Hipona; invierno de 411/412.
- “Sobre el espíritu y la letra a Marcelino”: Hipona; 412.
- “Sobre la ciudad de Dios”: Hipona; 412 a 426/427.
- “Sobre la continencia”: Hipona; después de 412 (se postulan también 416/418 o 426?).
- “Sobre la naturaleza y la gracia”: Hipona; h. 413 a 415 o 416.
- “Sobre la fe y las obras”: Hipona; 413.
- “Sobre la visión de Dios” (= Ep. 147): Hipona; 413.
- “Sobre el bien de la viudez o epístola a Juliana viuda”: Hipona; 414.
- “Sobre la perfección de la justicia del hombre”: Hipona; alrededor de 415.
- “A Jerónimo presbítero” (= Eps. 166 y 167): Hipona; 415.
- “A Orosio contra los priscilianistas y origenistas”: Hipona; 415.
- “Sobre la presencia de Dios” (= Ep. 187): Hipona; verano de 417.
- “Sobre la corrección de los donatistas” (= Ep. 185): Hipona; 417.
- “Sobre los hechos de Pelagio”: Hipona; 417.
- “Sobre la gracia de Cristo y el pecado original”: Hipona; mediados de 418.
- “Confrontación con Emérito donatista”: Hipona; 18-20 de septiembre de 418.
- “Sermón al pueblo (o los fieles) de la Iglesia de Cesarea”: Cesarea (África); 418.
- “Sobre la paciencia”: Hipona; 418.
- “Contra Gaudencio obispo de los donatistas”: Hipona; libro primero después de 20 de septiembre de 418; libro segundo en otoño de 419.
- “Sobre las nupcias y la concupiscencia”: Hipona; libro primero: 418/419; libro segundo: 420/421.
- “Sobre ocho cuestiones del AT”: Hipona; antes de 419.
- “Sermón a los catecúmenos sobre el Símbolo de los Apóstoles”: Hipona; después de 418.
- “Locuciones sobre el Heptateuco”: Hipona; 419.
- “Cuestiones sobre el Heptateuco”: Hipona; 419.
- “Sobre el alma y su origen”: Hipona:
    libro primero en otoño de 419;
    libro segundo a mediados de diciembre del mismo año.
- “Contra el sermón de los arrianos”: Hipona; otoño de 419.
- “Contra el adversario de la ley y los profetas”: Hipona; 420.
- “Sobre los cónyuges adúlteros”: Hipona; iniciado en 420.
- “Contra la mentira”: Hipona; primavera de 420.
- “Tratado contra los judíos”: Hipona; predicado después de 420 (?).
- “Contra dos epístolas de los Pelagianos”: Hipona; 420/invierno de 421.
- “Contra Juliano”: Hipona; 421/422.
- «”Antología” a Lorenzo [sobre la fe, la esperanza y la caridad]»: Hipona; h. 421 o 422?
- “Sobre el cuidado (o culto) que se debe dar a los muertos”: Hipona; h. 424/425 (o 422?).
- “Sobre ocho cuestiones de Dulcicio”: Hipona; agosto/septiembre de 424.
- “Sobre la gracia y el libre arbitrio”: Hipona; primavera de 426.
- “Sobre la corrección y la gracia”: Hipona; 426/427.
- “Espejo de la Sagrada Escritura”: Hipona; h. 427/principio 428.
- “Retractaciones”: Hipona; 427.
- “Contra la segunda respuesta de Juliano, obra inacabada”: Hipona; libros primero a tercero: 428; libros cuarto y quinto: 428/429; libro sexto: 429.
- “Diálogo (o debate) con Maximino obispo de los Arrianos”: Hipona; 428/429, o inicios de 429.
- “Contra Maximino Arriano”: Hipona; 428/429, o principios de 429.
- “Sobre las herejías”: Hipona; 428/429, o principios de 429.
- “Sobre la predestinación de los santos”: Hipona; después del inicio de 429.
- “Sobre el don de la perseverancia”: Hipona; después del inicio de 429.
- “Epístolas” 232-270: fecha incierta.
- “Sermones”: fechas diversas (conocemos de la existencia de unos quinientos setenta con los recién descubiertos).

Otras obras perdidas:

- Exposición sobre la epístola de Santiago a las doce tribus.
- Contra la epístola de Donato.
- Pruebas y testimonios contra los donatistas.
- Sobre lo que ignoran los donatistas.
- Sobre los maximianistas contra los donatistas.
- Admonición a los donatistas sobre los maximianistas.
- A Emérito obispo de los donatistas después del debate.
- Contra el libro de los Donatistas que presentó Centurio.

Nota:
(1) De las obras de San Agustín hay diversas versiones castellanas, pero existe -hasta el momento- un solo proyecto (prácticamente ya terminado) de editar la traducción de toda su producción literaria (en una edición bilingüe), incluso las obras “atribuidas”. Se inició con la publicación de las Obras de San Agustín, y luego se prosiguió con la edición de las Obras Completas de San Agustín en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Esta “continuación” ha revisado varios de los primeros vols., ha incorporado mejoras y actualizaciones sustanciales, y ofrece versiones ajustadas al texto latino. Se edita promovida por la Federación Agustiniana Española (F.A.E.), siendo Pío de Luis uno sus principales responsables.
(1) En esta última entrega dedicada a san Agustín, ubicamos la lista de sus obras después de la presentación de uno de sus escritos.