INICIACIÓN A LA LECTURA DE LAS OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (19)
Sansón derrota a los filisteos (Jc 15,14-17)
Siglo IV
Catacumba de Vía Latina
Roma
Siglo IV
Catacumba de Vía Latina
Roma
Hipólito de Roma (+ 235?)
Según la tesis tradicional se trata de un presbítero de la iglesia de Roma, quien ya desempeñaba tal ministerio en tiempos del papa Ceferino (199-217), e incluso tal vez antes durante el pontificado de Víctor (189-198). Por el Comentario a Daniel (III,16,4 y 19,4) nos enteramos de que hacia el año 200 gozaba de una cierta reputación que le valió los celos de los envidiosos. Antes de dicha fecha el Comentario al Cantar de los Cantares y el Tratado sobre Cristo y el anticristo, fueron escritos por este personaje.
Combatió ásperamente el modalismo. Hipólito defendía una posición según la cual consideraba que el Verbo salió del corazón del Padre antes que toda otra cosa. Calixto parece que fue, en este punto, el gran enemigo de Hipólito y lo acusó de diteísta. Además, Calixto (217-222) había dictado normas para moderar la disciplina, muy severa, de la penitencia y del matrimonio, lo que fue considerado como un fraude a la tradición apostólica por parte de Hipólito. Ante esto fue que el presbítero provocó un cisma, que habría durado hasta el año 235. Pero esta noticia es bastante discutible ya que la disputa parece haber sido más bien de carácter personal.
El período más brillante de la carrera de Hipólito se inicia el año 222. En este lapso traba contacto con la emperatriz Julia Mamea. Por lo demás, fuera de Calixto, no nos consta que haya tenido dificultades con los otros pontífices: Urbano (222-230) y Ponciano (230-235). El cambio de emperador lleva al poder a Maximino, quien toma una actitud hostil contra los cristianos. Hipólito es deportado a Cerdeña donde, según parece, muere junto al pontífice Ponciano hacia el año 235. Su único discípulo importante es Novaciano.
Este presbítero parece haber sido un personaje relevante en su tiempo, comparable a Clemente de Alejandría u Orígenes mismo. La causa de su olvido posterior se debe, sin duda, a la rápida latinización de la Iglesia de Roma, sobre todo a partir del siglo III; proceso que recibirá un impulso definitivo del año 250 en adelante, pero que ya se encontraba muy avanzado antes de dicha fecha. Hipólito, pues, no tuvo la fortuna de hallar ni un traductor ni un historiador que se acordasen de él en Occidente.
La tesis tradicional se enfrentó con la fuerte oposición de P. Nautin que a partir del año 1947 viene sosteniendo otra opinión respecto de Hipólito. Afirma, en primer lugar, que la mayor parte de las obras que explícitamente se atribuyen a Hipólito pertenecen al obispo del mismo nombre, que habría vivido en Palestina y cuya actividad debe colocarse entre los años 222/235 y 240/251. El testimonio de Eusebio de Cesarea (HE VI,22) y de Jerónimo (De vir. ill. 61) sería determinante en este sentido, particularmente el del primero, que considera a Hipólito como obispo.
En segundo lugar, considera que aquellas obras que no se atribuyen explícitamente a Hipólito (Elenchos, Sobre la causa del universo, Crónica, ¿y otras?) serían de otro escritor, el cual se habría hecho elegir obispo de Roma en el año 217,en oposición a Calixto. Este escritor debe ser considerado como el autor del Cómputo pascual (año 222); la Crónica la compondría en el año 235 y algo más tarde el Elenchos. Su verdadero nombre sería Josipo (Josipos), nombre que resulta del testimonio conservado en todos los testimonios del tratado Sobre el universo y en el pro-memoria derivado de la Crónica. Según P. Nautin, la homonimia con el historiador José, Josipos en griego, que era hebreo y vivió en el siglo I de nuestra era, puede explicar por qué este nombre fue quitado del inicio de la Crónica y del Elenchos, por los copistas que pensaban ver en el nombre una atribución imposible y un anacronismo.
Los dos autores antes mencionados, siempre según Nautin, no deben confundirse con el presbítero romano Hipólito, que fuera deportado a Cerdeña con el papa Ponciano en el año 235.
Las afirmaciones de P. Nautin provocaron una gran controversia y mucho se escribió sobre el problema. No es este el ámbito para presentar este tema en todos sus detalles, pero es claro que hasta la fecha la cuestión no ha hallado una solución plenamente satisfactoria y aceptada por todos los especialistas.
Según la tesis tradicional se trata de un presbítero de la iglesia de Roma, quien ya desempeñaba tal ministerio en tiempos del papa Ceferino (199-217), e incluso tal vez antes durante el pontificado de Víctor (189-198). Por el Comentario a Daniel (III,16,4 y 19,4) nos enteramos de que hacia el año 200 gozaba de una cierta reputación que le valió los celos de los envidiosos. Antes de dicha fecha el Comentario al Cantar de los Cantares y el Tratado sobre Cristo y el anticristo, fueron escritos por este personaje.
Combatió ásperamente el modalismo. Hipólito defendía una posición según la cual consideraba que el Verbo salió del corazón del Padre antes que toda otra cosa. Calixto parece que fue, en este punto, el gran enemigo de Hipólito y lo acusó de diteísta. Además, Calixto (217-222) había dictado normas para moderar la disciplina, muy severa, de la penitencia y del matrimonio, lo que fue considerado como un fraude a la tradición apostólica por parte de Hipólito. Ante esto fue que el presbítero provocó un cisma, que habría durado hasta el año 235. Pero esta noticia es bastante discutible ya que la disputa parece haber sido más bien de carácter personal.
El período más brillante de la carrera de Hipólito se inicia el año 222. En este lapso traba contacto con la emperatriz Julia Mamea. Por lo demás, fuera de Calixto, no nos consta que haya tenido dificultades con los otros pontífices: Urbano (222-230) y Ponciano (230-235). El cambio de emperador lleva al poder a Maximino, quien toma una actitud hostil contra los cristianos. Hipólito es deportado a Cerdeña donde, según parece, muere junto al pontífice Ponciano hacia el año 235. Su único discípulo importante es Novaciano.
Este presbítero parece haber sido un personaje relevante en su tiempo, comparable a Clemente de Alejandría u Orígenes mismo. La causa de su olvido posterior se debe, sin duda, a la rápida latinización de la Iglesia de Roma, sobre todo a partir del siglo III; proceso que recibirá un impulso definitivo del año 250 en adelante, pero que ya se encontraba muy avanzado antes de dicha fecha. Hipólito, pues, no tuvo la fortuna de hallar ni un traductor ni un historiador que se acordasen de él en Occidente.
La tesis tradicional se enfrentó con la fuerte oposición de P. Nautin que a partir del año 1947 viene sosteniendo otra opinión respecto de Hipólito. Afirma, en primer lugar, que la mayor parte de las obras que explícitamente se atribuyen a Hipólito pertenecen al obispo del mismo nombre, que habría vivido en Palestina y cuya actividad debe colocarse entre los años 222/235 y 240/251. El testimonio de Eusebio de Cesarea (HE VI,22) y de Jerónimo (De vir. ill. 61) sería determinante en este sentido, particularmente el del primero, que considera a Hipólito como obispo.
En segundo lugar, considera que aquellas obras que no se atribuyen explícitamente a Hipólito (Elenchos, Sobre la causa del universo, Crónica, ¿y otras?) serían de otro escritor, el cual se habría hecho elegir obispo de Roma en el año 217,en oposición a Calixto. Este escritor debe ser considerado como el autor del Cómputo pascual (año 222); la Crónica la compondría en el año 235 y algo más tarde el Elenchos. Su verdadero nombre sería Josipo (Josipos), nombre que resulta del testimonio conservado en todos los testimonios del tratado Sobre el universo y en el pro-memoria derivado de la Crónica. Según P. Nautin, la homonimia con el historiador José, Josipos en griego, que era hebreo y vivió en el siglo I de nuestra era, puede explicar por qué este nombre fue quitado del inicio de la Crónica y del Elenchos, por los copistas que pensaban ver en el nombre una atribución imposible y un anacronismo.
Los dos autores antes mencionados, siempre según Nautin, no deben confundirse con el presbítero romano Hipólito, que fuera deportado a Cerdeña con el papa Ponciano en el año 235.
Las afirmaciones de P. Nautin provocaron una gran controversia y mucho se escribió sobre el problema. No es este el ámbito para presentar este tema en todos sus detalles, pero es claro que hasta la fecha la cuestión no ha hallado una solución plenamente satisfactoria y aceptada por todos los especialistas.
Las obras
Dejando ahora a un lado la polémica sobre la verdadera identidad de Hipólito intentamos una presentación de sus obras. Señalaremos en primer lugar aquellas que han llegado de modo completo hasta nosotros, para luego mencionar las que sólo poseemos de modo fragmentario.
a. Obras exegéticas
1. Comentario sobre el Cantar de los Cantares: es una interpretación del inicio del Cantar de los Cantares (1,1-3,8). Debe considerarse, sin duda, una de las obras más antiguas de Hipólito, tal vez anterior al año 200 (?). Sólo lo poseemos en versión georgiana de modo completo.
2. Sobre el Anticristo: más que una obra teológica, por su tema debe ser considerada como ligada al Comentario sobre Dn. En efecto, la mayor parte de este tratado está compuesto por textos de los profetas, sobre todo Daniel y Apocalipsis, acompañados de un comentario. La fecha de composición puede ubicarse hacia el año 200. Se conserva íntegramente en griego.
3. Comentario sobre Daniel: se trata de uno de los más preciosos testimonios de la antigua literatura cristiana. Luego de una introducción histórica (caps. 1 a 5 del libro I) todo el libro primero está destinado a comentar Dn 1,1-19 y la historia de Susana. El libro segundo comenta a Dn 2-3; el tercero Dn 4-6 y el cuarto Dn 7-12. Hipólito no cita todos los versículos del texto bíblico, sino que se interesa sobre todo por el sentido profético y teológico de la historia de Susana y las visiones de Daniel. La obra se ubica hacia el año 204, marcada por la atmósfera de persecución que reinaba entonces. Se conserva el texto griego.
4. Bendiciones de Isaac y Jacob (Gn 27 y 49). Bendiciones de Moisés (Dt 33): en realidad es un único comentario en dos libros, del primero poseemos el texto griego, y del segundo una versión georgiana y otra armenia. La obra fue escrita en un momento de paz para la Iglesia, es por lo tanto posterior al Comentario sobre Dn, al cual además remite a propósito de la ascendencia levítica de Cristo.
5. Sobre David y Goliat (1 R 17): única homilía completa de Hipólito que se ha conservado, pero solamente en georgiano. Alterna la narración y las consideraciones tipológicas en torno al combate entre David y Goliat.
b. Otras obras
1. La Crónica (Cronicon biblioi): obra cuya fecha de composición no es fácil establecer, pero que debería colocarse entre los años 222 y 235. Es un escrito estrechamente ligado a las obras exegéticas de Hipólito, de modo que cuando se lo compara con alguno de los comentarios bíblicos se observa gran acuerdo, incluso en los detalles. Pareciera, pues, que muy pronto sintió Hipólito interés por la cronología bíblica. Abarca desde la creación del mundo hasta el fin del reinado de Alejandro Severo (235). El inicio se ha conservado en griego, el resto solamente en versiones -a menudo muy retocadas- latinas, armenias y georgianas.
2. Refutación de todas las herejías (Philosophoumena): el presente tratado circuló durante mucho tiempo en forma separada bajo el nombre de Orígenes. El título de Philosophoumena sólo es apropiado a la primera parte de la obra. En realidad para comprenderlo bien es necesario tener en cuenta que se trata de la continuación del De universo, que sólo ha llegado hasta nosotros de forma fragmentaria. En este tratado se mostraba la ineficacia de las elucubraciones griegas para descubrir la verdad (libro I); y, por contraposición, la verdad anunciada por la ley y los profetas, realizada en el Evangelio y predicada por la Iglesia (libro II). Para refutar las herejías bastaba, por tanto, con probar que ellas hundían sus raíces en los sistemas paganos y no en la verdad revelada. Por eso la Refutación dedica sus cuatro primeros libros a exponer detalladamente los sistemas paganos: las escuelas filosóficas (libro I); los misterios (libro II, que se ha perdido); la magia (libro III, perdido); los astrólogos y los pitagóricos (libro IV). Luego, en los cinco libros siguientes, se demuestra cómo las herejías han bebido de estas fuentes. El libro décimo comprende dos partes: la primera es un resumen de los sistemas filosóficos y heréticos antes descritos. La segunda, que hemos recibido mutilada, trata de la antigüedad del pueblo judío, para terminar la obra con un rápido cuadro de la doctrina cristiana de marcado tinte apologético. El último capítulo es un llamado a las naciones, que bastaría por sí solo para probar el carácter apologético de la obra. Debe tenerse en cuenta que sólo poseemos los libros I y IV-X.
3. Contra Noeto: en torno a este tratado las posiciones de los distintos especialistas están enfrentadas. El texto se divide en dos partes: en la primera tenemos una noticia sobre Noeto, que comprende la descripción de la herejía y su confutación; en la segunda hallamos una demostración de la verdad, tal como se suele encontrar en los tratados contra las herejías. Texto en PG 10,804-829. Edición de R. Butterworth, Hyppolitus of Rome. Contra Noetum. Text introduced, edited and translated, London, 1977 (Heythrop Monographs 2).
4. Traditio apostolica: también este escrito es de muy dudosa atribución a Hipólito. Hay quienes sostienen que efectivamente pertenece a Hipólito romano. Hay quien si bien se lo adjudica a Hipólito considera que se trata de una liturgia alejandrina. Para otro es una compilación que contiene elementos de varios orígenes y cuyo título auténtico sería: Testamento (diatazeis) de los santos apóstoles. Nautin sostiene, en virtud de los muchos “dobletes” que presenta la obra, que se trata de la fusión de dos escritos distintos, de los cuales uno es fuente del otro. En su estado actual es posible distinguir tres partes: descripción del ritual de ordenación y de la eucaristía; el bautismo; y prescripciones varias. El texto griego se ha perdido. Subsiste, sin embargo, en las colecciones canónicas latinas, coptas, árabes y etíopes. Con ayuda de estas versiones, más el auxilio del Testamentum Domini y del libro VIII de las Constitutiones apostolorum, se lo ha podido reconstruir. Edición de B. Botte, La tradition apostolique de saint Hyppolite. Essai de reconstitution, Münster in W., 1963 (Liturgiegeschichtliche Quellen und Forschungen 39). Hay traducción castellana por Editorial Lumen, Buenos Aires, 1981 y una traducción parcial en Jesús Solano, Textos Eucarísticos Primitivos, Tomo I, Madrid, 21978, pp. 116-125 (BAC 88).
Dejando ahora a un lado la polémica sobre la verdadera identidad de Hipólito intentamos una presentación de sus obras. Señalaremos en primer lugar aquellas que han llegado de modo completo hasta nosotros, para luego mencionar las que sólo poseemos de modo fragmentario.
a. Obras exegéticas
1. Comentario sobre el Cantar de los Cantares: es una interpretación del inicio del Cantar de los Cantares (1,1-3,8). Debe considerarse, sin duda, una de las obras más antiguas de Hipólito, tal vez anterior al año 200 (?). Sólo lo poseemos en versión georgiana de modo completo.
2. Sobre el Anticristo: más que una obra teológica, por su tema debe ser considerada como ligada al Comentario sobre Dn. En efecto, la mayor parte de este tratado está compuesto por textos de los profetas, sobre todo Daniel y Apocalipsis, acompañados de un comentario. La fecha de composición puede ubicarse hacia el año 200. Se conserva íntegramente en griego.
3. Comentario sobre Daniel: se trata de uno de los más preciosos testimonios de la antigua literatura cristiana. Luego de una introducción histórica (caps. 1 a 5 del libro I) todo el libro primero está destinado a comentar Dn 1,1-19 y la historia de Susana. El libro segundo comenta a Dn 2-3; el tercero Dn 4-6 y el cuarto Dn 7-12. Hipólito no cita todos los versículos del texto bíblico, sino que se interesa sobre todo por el sentido profético y teológico de la historia de Susana y las visiones de Daniel. La obra se ubica hacia el año 204, marcada por la atmósfera de persecución que reinaba entonces. Se conserva el texto griego.
4. Bendiciones de Isaac y Jacob (Gn 27 y 49). Bendiciones de Moisés (Dt 33): en realidad es un único comentario en dos libros, del primero poseemos el texto griego, y del segundo una versión georgiana y otra armenia. La obra fue escrita en un momento de paz para la Iglesia, es por lo tanto posterior al Comentario sobre Dn, al cual además remite a propósito de la ascendencia levítica de Cristo.
5. Sobre David y Goliat (1 R 17): única homilía completa de Hipólito que se ha conservado, pero solamente en georgiano. Alterna la narración y las consideraciones tipológicas en torno al combate entre David y Goliat.
b. Otras obras
1. La Crónica (Cronicon biblioi): obra cuya fecha de composición no es fácil establecer, pero que debería colocarse entre los años 222 y 235. Es un escrito estrechamente ligado a las obras exegéticas de Hipólito, de modo que cuando se lo compara con alguno de los comentarios bíblicos se observa gran acuerdo, incluso en los detalles. Pareciera, pues, que muy pronto sintió Hipólito interés por la cronología bíblica. Abarca desde la creación del mundo hasta el fin del reinado de Alejandro Severo (235). El inicio se ha conservado en griego, el resto solamente en versiones -a menudo muy retocadas- latinas, armenias y georgianas.
2. Refutación de todas las herejías (Philosophoumena): el presente tratado circuló durante mucho tiempo en forma separada bajo el nombre de Orígenes. El título de Philosophoumena sólo es apropiado a la primera parte de la obra. En realidad para comprenderlo bien es necesario tener en cuenta que se trata de la continuación del De universo, que sólo ha llegado hasta nosotros de forma fragmentaria. En este tratado se mostraba la ineficacia de las elucubraciones griegas para descubrir la verdad (libro I); y, por contraposición, la verdad anunciada por la ley y los profetas, realizada en el Evangelio y predicada por la Iglesia (libro II). Para refutar las herejías bastaba, por tanto, con probar que ellas hundían sus raíces en los sistemas paganos y no en la verdad revelada. Por eso la Refutación dedica sus cuatro primeros libros a exponer detalladamente los sistemas paganos: las escuelas filosóficas (libro I); los misterios (libro II, que se ha perdido); la magia (libro III, perdido); los astrólogos y los pitagóricos (libro IV). Luego, en los cinco libros siguientes, se demuestra cómo las herejías han bebido de estas fuentes. El libro décimo comprende dos partes: la primera es un resumen de los sistemas filosóficos y heréticos antes descritos. La segunda, que hemos recibido mutilada, trata de la antigüedad del pueblo judío, para terminar la obra con un rápido cuadro de la doctrina cristiana de marcado tinte apologético. El último capítulo es un llamado a las naciones, que bastaría por sí solo para probar el carácter apologético de la obra. Debe tenerse en cuenta que sólo poseemos los libros I y IV-X.
3. Contra Noeto: en torno a este tratado las posiciones de los distintos especialistas están enfrentadas. El texto se divide en dos partes: en la primera tenemos una noticia sobre Noeto, que comprende la descripción de la herejía y su confutación; en la segunda hallamos una demostración de la verdad, tal como se suele encontrar en los tratados contra las herejías. Texto en PG 10,804-829. Edición de R. Butterworth, Hyppolitus of Rome. Contra Noetum. Text introduced, edited and translated, London, 1977 (Heythrop Monographs 2).
4. Traditio apostolica: también este escrito es de muy dudosa atribución a Hipólito. Hay quienes sostienen que efectivamente pertenece a Hipólito romano. Hay quien si bien se lo adjudica a Hipólito considera que se trata de una liturgia alejandrina. Para otro es una compilación que contiene elementos de varios orígenes y cuyo título auténtico sería: Testamento (diatazeis) de los santos apóstoles. Nautin sostiene, en virtud de los muchos “dobletes” que presenta la obra, que se trata de la fusión de dos escritos distintos, de los cuales uno es fuente del otro. En su estado actual es posible distinguir tres partes: descripción del ritual de ordenación y de la eucaristía; el bautismo; y prescripciones varias. El texto griego se ha perdido. Subsiste, sin embargo, en las colecciones canónicas latinas, coptas, árabes y etíopes. Con ayuda de estas versiones, más el auxilio del Testamentum Domini y del libro VIII de las Constitutiones apostolorum, se lo ha podido reconstruir. Edición de B. Botte, La tradition apostolique de saint Hyppolite. Essai de reconstitution, Münster in W., 1963 (Liturgiegeschichtliche Quellen und Forschungen 39). Hay traducción castellana por Editorial Lumen, Buenos Aires, 1981 y una traducción parcial en Jesús Solano, Textos Eucarísticos Primitivos, Tomo I, Madrid, 21978, pp. 116-125 (BAC 88).